9.3.11

¿Y la democracia, apá?

  • Reloj de asfalto por Jorge Zul de la Cueva

Éste es el camino de la democracia participativa: ciudadanos aquí y allá se preparan y organizan para defender sus intereses y mejorar su entorno inmediato

Varias cosas suceden en el grueso termómetro del descontento social, la mayoría de ellas funestas para el ciudadano: que si las autoridades (desde la más pequeña y ramplona hasta la más grande y rapaz) roban sin temor al castigo porque la impunidad que los cobija es a prueba de balas; que si nosotros los ciudadanos que no somos a prueba de balas, tenemos que poner los muertos en una guerra injusta, inútil e innecesaria; o que si el IFE decide comprar nuevo mobiliario y esto hizo enojar un poquito a Salvador Jara Guerrero, rector de la Universidad Michoacana de San Nicolás Hidalgo, quien asegura que ese dinero se debe gastar en educación porque los votos ignorantes no generan democracia... Aquí sus palabras a la letra:

“Nuestros ‘eficientes’ consejeros del IFE lograron ahorrar 358 millones pesos de su presupuesto. Juntos decidieron no regresarlo al erario y, de manera torpe, anunciaron que lo gastarían en muebles y en la remodelación de sus oficinas. Nadie les dijo que los muebles nuevos no cambian un país. Los jóvenes sí. Esos 348 millones serían la solución, por ejemplo, para abatir el analfabetismo en Michoacán”.

Ésta es la parte interesante del descontento social: es tal la incompetencia de los altos mandos, tan terrible su exasperante inacción en problemas que no pueden esperar, que la ciudadanía ha decidido participar de manera activa en la solución de sus conflictos.

Éste es el camino de la democracia participativa: ciudadanos aquí y allá se preparan y organizan para defender sus intereses y mejorar su entorno inmediato con el estorbo incesante de la rapaz clase política, interesada exclusivamente en su bienestar a costa del nuestro y del futuro de nuestros hijos.

Poco a poco se cierra el gancho en torno a estos abusones y el Congreso Ciudadano de Jalisco ha tenido una idea que pega justo en el saco de las únicas cosas que entienden: el voto y el dinero. Siendo el voto la única herramienta de participación, el Congreso intenta maximizarla de manera muy sencilla: si decidimos anular el voto, pues ustedes como financiamiento a los partidos reciben menos lana y ese dinero pasa a una cuenta transparente con el fin específico de mejorar la vida de los peatones.

Sencillamente los ciudadanos no convencidos de los impúdicos candidatos tendrán derecho a anular su voto; esta anulación deberá ser contabilizada y este conteo se descontará de la bolsa de la que ordeñan los partidos.

A falta de espacio ofrezco la página del Congreso Ciudadano para mayor información: http://ciudadanosoberanos.blogspot.com/

Ojalá se aplique.

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