8.3.11

Arcediano y José Alfredo

  • En tres patadas por Diego Petersen Farah

Los primeros informes de que geológicamente la presa de materiales acumulados no era factible en ese lugar se tuvieron a finales del sexenio pasado

Arcediano, a decir de César Coll, es como José Alfredo Jiménez: no ha muerto, vive en el corazón de todos los mexicanos. Arcediano es un proyecto muerto, tan muerto como el mismísimo autor de “Caminos de Guanajuato”. ¿Cabe la posibilidad de que algún día cambien los sistemas constructivos, de manera que sea viable una presa allí? Por supuesto, técnicamente todo es posible, incluyendo la teletransportación, pero lo que no dice el director de la CEA, César Coll, es que hacer una presa allí es tan complejo técnicamente, que la hace incosteable. Justamente por eso se decidió hacer otra presa en lecho del Río Verde.

Cuando nació la idea de Arcediano se dijo con toda claridad que lo que había era una idea, buena o mala, y que había que hacer los estudios de factibilidad para que la idea se convirtiera en proyecto. La politización del proyecto provocó que se aceleraran tiempos y acciones que no tocaban. Comenzaron los amparos antes de que hubiera obra y el Gobierno respondió haciendo obras antes de que hubiese avales técnicos. En esta lógica se llegó al absurdo de destruir el Puente de Arcediano antes de que se decidiera que la presa comenzara a construirse (el puente, o los escombros de este, por cierto siguen en una bodega) y de desalojar a los habitantes de la zona antes de que se inundaran. Todo fue una gran calentura.

Los primeros informes de que geológicamente la presa de materiales acumulados no era factible en ese lugar se tuvieron a finales del sexenio pasado. Sin embargo, cancelar la construcción después de tanto desgaste y tanto gasto tenía un alto costo político de cara a las elecciones, por lo que se decidió aventar la decisión para este sexenio. Lejos de tomar el toro por los cuernos, la nueva administración siguió el juego y siguieron gastando en hacer más estudios y nuevas opciones técnicas que superaron con mucho el presupuesto inicial de la presa. Lo que iba a costar cinco mil millones de pesos se elevó, en presupuesto, a 12 mil millones.

El problema es que llegar a esa conclusión nos costó casi 10 años y 800 millones de pesos. La pregunta inevitable es si los años y los millones pudieron haber sido menos si las decisiones se hubieran tomado a tiempo y con criterios y seriedad técnica. Ya no se hizo, el proyecto abortó. Que nos quieran vender que el proyecto sigue vivo y que el dinero que se gastó no está enterrado, es una falacia: la presa está muerta y el dinero perdido (y el puente destruido).

Ahora sí que entre “Yo no sé matar” y “Tú y la mentira”, los panistas hicieron de este proyecto un tragedia al más puro estilo de José Alfredo. ¡Un tequila pa’ olvidar!

No hay comentarios: