11.2.12

Diputados olvidan en la glosa la contaminación del Río Santiago

Antonio Muñoz Serrano, titular de la SSJ, ante los diputados, en el marco de la glosa del V Informe de Gobierno.

  • Un tema recurrente
  • Legisladores muestran indiferencia ante la problemática y evitan cuestionar a secretarios por crisis en la zona

GUADALAJARA, JALISCO (11/FEB/2012).- Los pocos diputados que estuvieron presentes en la glosa del V Informe de Gobierno tuvieron en la mesa a dos de las dependencias involucradas en las acciones de mejoramiento de la contaminación del Río Santiago, la Secretaría de Salud Jalisco (SSJ) y la Secretaría de Medio Ambiente para el Desarrollo Sustentable (Semades), pero a ninguna la cuestionaron sobre el tema.

Tampoco se preguntó a los miembros del gabinete sobre los avances en el cumplimiento de la macro recomendación que hizo la Comisión Estatal de Derechos Humanos Jalisco (CEDHJ), en torno a la atención de la cuenca de El Ahogado, El Salto y Juanacatlán.

Mucho menos alguno de los legisladores se acordó del cuarto aniversario de la muerte del niño Miguel Ángel López Rocha quien, a los seis años, murió por intoxicación de arsénico, después de que supuestamente ingirió agua del río Santiago.

Se limitaron a lo incluido en el Informe, a preguntar sobre la mala calidad del aire y el manejo de los residuos, a la Semades. Al titular de la SSJ, Antonio Muñoz Serrano, señalaron el rezago en la atención contra algunas enfermedades, la cobertura en salud y la infraestructura para diversos temas, fueron los cuestionamientos.

Pero para los legisladores, la contaminación del Río Santiago, así como sus implicaciones en la salud de los pobladores de los municipios mencionados que marcaron la agenda en Jalisco desde que, hace cuatro años, murió Miguel Ángel, pasaron inadvertidas.

A tres años de que la CEDHJ emitiera la macro recomendación a 14 ayuntamientos y dependencias estatales y federales, el trabajo que se ha hecho en el problema es nulo. Al menos es lo que denuncian las personas que a diario deben soportar los olores, la espuma que sale del río y la contaminación ambiental que se vive en la zona.

Sólo en una de sus intervenciones, el secretario de la Semades, Héctor Eduardo Gómez Hernández, habló de la próxima entrada de la planta de tratamiento El Ahogado, la cual, dijo, representa uno de los principales avances que tiene la dependencia para dar respuesta a la macro recomendación de Derechos Humanos, pero no mencionó a los pobladores.

TELÓN DE FONDO
Cuenca El Ahogado


El problema con el que viven vecinos de la zona del Santiago fue abordado en un escenario similar en 2011. En el marco de la glosa del año pasado, el entonces secretario de Salud Jalisco, Alfonso Petersen Farah, fue cuestionado por los diputados del Congreso local, acerca de la problemática en salud en la zona del Río Santiago.

Decenas de pobladores de El Salto y Juanacatlán se congregaron en el Palacio Legislativo para reclamar a la dependencia su falta de responsabilidad en torno a la atención de enfermedades que, según dicen, son provocadas por la contaminación que se vive en los alrededores del vaso lacustre.

La explicación de Petersen Farah en ese momento fue: “No existen datos epidemiológicos que demuestren una posibilidad de riesgo complementaria en la zona en cuestión, en comparación de otros lugares de la Zona Metropolitana de Guadalajara”.

C R Ó N I C A
Vivir entre el hedor y la enfermedad


Para los habitantes de El Salto y Juanacatlán, las declaraciones que ha hecho la Comisión Estatal del Agua (CEA), afirmando que con la planta de El Ahogado la situación del Río Santiago mejorará, son palabras de “dientes para afuera”, pues la contaminación prevalece, el hedor está igual o más intenso que antes y las enfermedades aumentan.

Ileana Jiménez, ex migrante, regresó de Estados Unidos para iniciar una nueva vida, tras los momentos difíciles que vivió “del otro lado”. Sin embargo el destino le deparaba un cambio muy drástico al que no ha podido acostumbrarse después de tres años.

En un callejón sin pavimentar, que cuando llueve es sólo lodo y cuando está seco el polvo vuela por todos lados propagando enfermedades, Ileana se instaló con su familia (esposo y tres hijos) en una pequeña casa de cuatro por cuatro metros.

Con dos camas, sin piso firme y una pequeña televisión, Ileana intenta sonreír, mientras asegura que ahí le tocó vivir, pues la casita es de su esposo, y prefieren aguantar el hedor que despide el río ubicado a pocos metros de distancia, que pagar una renta mensual.

“Me vine para acá porque me casé y ésta es casa de mi esposo, él tiene 29 años viviendo aquí. El olor es muy molesto, en lluvias se enloda todo y el aroma es más fuerte, tengo tres hijos y me preocupa su salud, porque seguido se me enferman pero no podemos irnos porque no pagamos renta”.

Las enfermedades más comunes en la zona son la conjuntivitis, dermatitis, problemas respiratorios y digestivos. Asimismo el dengue aumenta en temporada de calor, porque las aguas sucias propician la proliferación del mosquito que propaga el virus.

En estos días en los que un frente frío ha ocasionado una ligera pero constante lluvia, el olor es casi insoportable, golpea en la cara con el viento helado. Todo lo que vuela en el ambiente entra por los ojos, la nariz, la boca y la piel, poniendo a las personas, principalmente niños y adultos mayores en una situación vulnerable.

Aquí todos conocen la historia del pequeño que cayó al río y salió sin vida, lamentan que el Gobierno se ha “hecho de la vista gorda”, que no haya centros de salud dignos y que se les nieguen las cifras de mortalidad en la zona a causa de la contaminación. Los niños que juegan en las calles de tierra no conocieron a Miguel Ángel, pero entienden que su muerte está relacionada con ese río verde y dicen como si se tratara de una leyenda: “Mi mamá no me deja jugar cerca del río porque dice que ahí se murió un niño, que se ahogó con el agua sucia...”

“Hace muchos años esto era una belleza, y toda esta zona (la orilla del río) siempre estaba llena de gente, antes uno se podía bañar aquí, era un placer para la vista contemplar la cascada, y ahora puro mal olor”, relata María de la Luz, quien lleva ya 30 años viviendo en la colonia Obrera de El Salto.

María denuncia que el agua del canal que se alimenta con agua de Río Santiago, sirve a los agricultores de la región para el riego de las hortalizas y verduras que producen, porque dice los productos que se consumen son un veneno de lento efecto.

“Si así como huele, es dañino y nosotros lo consumimos, qué va ser de nosotros más delante. Todos vamos a tener cáncer porque dicen que esa agua tiene sabe qué tanta cosa mala, metales y bacterias”.

Una de las grandes deudas del Gobierno, según afirman los habitantes, es la reubicación de las familias y la escuela que se ubica en La Azucena, a pie del río. Además la atención médica es insuficiente, pues los centros de salud que hay apenas atienden a 10 personas diarias, en un turno de ocho horas.

Administraciones van y vienen, pero el río sigue igual de verde, con la misma espuma blanca y una gran cantidad de lirio que se pudre entre la lama. Algunas aves (garzas y patos) se posan sobre la superficie buscando alimento, pero la gente dice que resisten para poder sobrevivir.

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