6.2.08

Puntos y contrapuntos

Pedro Mellado, Mural.

(6 febrero 2008).- Desde hace muchos años existe una emergencia ambiental en El Salto y en Juanacatlán, debido a los gravísimos problemas de contaminación que afectan a la cuenca del Río Santiago, que riega con sus aguas pestilentes, venenosas y mortales a esos dos municipios.

Producto de la desidia y la irresponsabilidad, gran parte de la culpa recae en los gobiernos municipal, estatal y federal, y en un agresivo segmento de la Iniciativa Privada. La cuenca del Santiago está convertida en recipiente de las descargas de las aguas negras que generan los municipios de la Zona Metropolitana de Guadalajara y las industrias que operan sin los más elementales controles, al vomitar su veneno en las magras y pestilentes corrientes de ese río.

El problema adquirió su real dimensión en la pasada administración estatal, cuando se promovió el proyecto para la construcción de la Presa de Arcediano, que se presume podría almacenar las aguas de los ríos Santiago y Verde, para garantizar el consumo en la zona metropolitana durante los próximos 30 años.

Aunque la gravedad del problema es de sobra conocida, de algo habrá de servir el pronunciamiento que hizo el pasado lunes 4 de febrero del 2008 el senador por Jalisco Ramiro Hernández García, quien informó que promoverá ante el Senado de la República un punto de acuerdo para declarar zona de emergencia ambiental los municipios de El Salto y Juanacatlán.

Este pronunciamiento obligaría a los tres niveles de Gobierno a poner más atención en la solución de ese gravísimo problema de salud pública.

Las dimensiones del problema ya han sido expuestas de diversas formas y en los más variados foros, pero ha habido pocos esfuerzos serios para hacer cumplir las leyes ambientales, que deberían obligar, tanto a los municipios, como a las industrias, a construir plantas para el tratamiento y saneamiento eficaz de sus aguas residuales.

"El uso del agua contaminada para riego implica un riesgo por las altas cargas de elementos químicos provenientes de su uso en actividades industriales y la materia orgánica que contiene, cuyo origen son las aguas residuales domésticas, lo que afecta irreversiblemente la fertilidad del suelo y genera una problema de salud pública por los metales pesados contenidos que se acumulan en plantas y organismos que las consumen", advierte un estudio realizado por el geógrafo Juan Gallardo Valdez, adscrito a la División de Patología y Biotecnología Ambiental del Centro de Investigación y Asistencia en Tecnología y Diseño del Estado de Jalisco A. C. (Ciatej), publicado el primero de diciembre de 2003 en la revista Especializada Agua Latinoamérica.

"Esta contaminación afecta directamente a la población asentada a ambas márgenes del cauce, ya que el río se ha convertido en un foco de infección y una fuente de plagas y organismos patógenos peligrosos para la salud humana. El contacto directo con este efluente puede derivar en cáncer y malformaciones congénitas", advierte el especialista, quien fue auxiliado en sus estudios por Bertille Richard y Marc Henry, de L'Ecole Nationale Superieure de Chimie de Montpellier, Francia.

Las aguas del Río Santiago matan. La gente que vive en las inmediaciones del cauce del río, en El Salto y Juanacatlán, lo sabe muy bien, porque experimenta sus efectos todos los días.

Sólo la insensible e ineficiente burocracia del Gobierno no entiende las verdaderas dimensiones del problema.

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