Esperó en casa de una vecina a que se secara su ropa para que no lo regañara: Carmen Rocha
Desde el día de su muerte, la señora pidió que se castigara conforme a la ley a quien resultara responsable
MAURICIO FERRER
“Mojado de su cabeza y tenis”, llegó Miguel Angel López Rocha a su casa, ubicada en la calle Ciprés de la colonia Bonito Jalisco, en la localidad La Azucena, en el municipio de El Salto, según la primera declaratoria que otorgó la madre del pequeño, María del Carmen Rocha Mendoza.
“El mismo me comentó que se había caído a un charco del río Santiago, que pasa a espaldas de mi domicilio a unas dos cuadras”, relató la madre el 13 de febrero a las 22:30 horas ante la agencia 33 A del Servicio Médico Forense, horas después del fallecimiento de su hijo, quien murió por una intoxicación de arsénico luego de haber caído al Santiago en enero pasado.
De acuerdo con el acta 269/2008, de la cual La Jornada Jalisco posee una copia, luego de haberle sugerido a su hijo darse un baño, a las 18 horas del 25 de febrero, ella salió a comprar tortillas para alimentar a su hijo. En el camino se encontró a una vecina de la calle Tules, quien le comentó que Miguel Angel había estado lanzando piedras al río en compañía de otros niños. La mujer le narró que el pequeño había sido empujado a las aguas del Santiago por otros niños mayores.
“Debido a que se había mojado toda su ropa se había quedado en casa de la vecina, a esperar a que su ropa se secara y que no lo regañara”. Esta primera declaración bastó para que las autoridades de la Procuraduría General de Justicia del Estado de Jalisco (PGJE) emprendieran una línea de averiguación a la madre del niño, según fuentes de la propia dependencia.
A las 8 de la noche del 25 de enero, María del Carmen Rocha Mendoza, le dio a Miguel Angel su última cena: pan con leche. A las 21 horas, el niño fue a dormirse.
Cerca de la medianoche aparecían los malestares de Miguel Angel, según las declaraciones de la madre.
“Mi hijo se despertó manifestándome que le dolía bastante su cabeza, percatándome que él tenía fiebre y optando por darle unas gotas de Paracetamol infantil, quedándose nuevamente dormido”, dijo la mamá.
El niño se paró a la postre, se acostaba de nueva cuenta, le dijo a su madre que todo estaba bien.
A las 2 horas del 26 de enero de 2008, María del Carmen se dio cuenta que su hijo estaba en el baño, le preguntó si todo estaba bien; éste contestó que sí.
A las 5:30 horas, el tutor de Miguel Angel, Raúl Luna, al prepararse para irse a trabajar a la empresa IBM, se percató de que el niño tenía diarrea. A las 7 horas de ese día, cuando María del Carmen se levantó, se dio cuenta que su hijo yacía en el baño, débil, ante la crónica diarrea que lo azotaba. Lo bañó, le habló a su hermana María del Refugio y entre ambas realizaron una serie de llamadas a las Unidades de Urgencia de El Salto. Nada. Llegó más rápido Raúl, quien lo envolvió en una cobija y, a bordo de un taxi, llevaron al niño a la Cruz Verde de El Salto.
Ahí, Miguel Angel todavía decía varias palabras. Poco a poco fue perdiendo la conciencia. Una ambulancia llegó para trasladar al niño al Hospital General de Occidente (HGO). Al arribar al nosocomio, lo pusieron en una silla de ruedas y le quiso dar una convulsión.
Medicamentos, alucinaciones que empeoraron el día 27 de enero. A partir de ese día, Miguel Angel ya no reconocería a su madre. Lo demás ya ha sido escrito: 19 días en coma, arsénico en su cuerpo, muerte el 13 de febrero, una evasión del gobernador, Emilio González Márquez, ante los medios de comunicación para hablar de la “versión oficial” que, según reveló La Jornada Jalisco el viernes pasado, apunta a violencia intrafamiliar.
“Nunca me dieron una esperanza, pero no obstante de estar recibiendo atención médica mi menor hijo, el día de hoy por la tarde falleció… en estos momentos solicito se lleve a cabo una investigación en relación con los presentes hechos y en caso de que exista algún responsable solicito que sea castigado conforme a la ley”, pidió esa noche, la del 13 de febrero, la madre de Miguel Angel.
25.2.08
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