20-10-08, Por George Monbiot
Las dos crisis tienen la misma causa. En ambos casos, aquellos que explotan los recursos han pedido tasas imposibles de devolver e invocan deudas que no pueden nunca ser repagadas. En ambos casos, negamos las probables consecuencias. Creía que la negación colectiva era peculiar al cambio climático. Ahora, sé que es la primera respuesta a cada deslocalización inminente.
Esto no es nada. Bueno, nada comparado con lo que viene. La crisis financiera por la que ahora tenemos que pagar un precio tan alto, presagia el derrumbe real, cuando la humanidad se tope con sus límites ecológicos.
Cuando observamos con los ojos como platos la agitación de las cifras financieras, un conjunto diferente de números se nos pasan. El viernes, Pavan Sukhdey, un economista del Deutsche Bank que dirige un estudio europeo sobre los ecosistemas, informó que estamos perdiendo un valor de capital natural entre 2 y 5 billones de dólares cada año como resultado sólo de la deforestación (1). Las perdidas contraídas hasta ahora por el sector financiero suman entre 1 y 1.5 billones de dólares. Sukhdey llegó a esta cifra al estimar el valor de los servicios –tales como fijar el carbono y producir agua fresca- que los bosques desarrollan y calculó el coste de reemplazarlos o vivir sin ellos. El crujido del crédito es pequeño cuando se compara con el crujido de la naturaleza.
Las dos crisis tienen la misma causa. En ambos casos, aquellos que explotan los recursos han pedido tasas imposibles de devolver e invocan deudas que no pueden nunca ser repagadas. En ambos casos, negamos las probables consecuencias. Creía que la negación colectiva era peculiar al cambio climático. Ahora, sé que es la primera respuesta a cada deslocalización inminente.
Por ejemplo, Gordon Brown, era tanto un negador sobre las realidades financieras como cualquier comerciante de deudas tóxicas. En junio del año pasado, durante su discurso en Mansión House, se jactó de que el 40% de las acciones extranjeras del mundo son ahora comercializadas aquí . El éxito del sector financiero se había producido, dijo, en parte porque el gobierno había tomado un “enfoque basado en la regulación del riesgo”. “ Felicito a Lord Mayor y a la City de Londres de estos destacables logros, una era que la historia recordará como el principio de una nueva edad de oro en la City de Londres” (2) En la misma sala tres años antes, prometió “presupuesto tras presupuesto que lo que quiero que hagamos es fomentar incluso más la toma de riesgos” (3). ¿Puede alguien, supervisando este lío, dudar ahora del valor del principio de precaución?.
Ecología y economía vienen ambas derivadas de la palabra griega oikos – una casa o vivienda. Nuestra supervivencia depende del manejo racional de esta casa: el espacio en el que la vida puede ser sostenida. Las reglas son las mismas en ambos casos. SI extraes recursos a una tasa mayor que el nivel de reposición, tus existencias se derrumbarán. Esto es otro nombre que nos recuerda la conexión. El diccionario Oxford English da 69 definiciones de “stock” (existencias). Cuando significa fondo o almacén, la palabra evoca el tronco – o existencia- de un árbol, “a partir del cual los beneficios son el resultado” (4). El derrumbe ocurre cuando podas tan fuertemente el árbol que muere. La ecología es la existencia de la que crece la riqueza.
Las dos crisis se alimentan una de otra. Como consecuencia del derrumbe financiero de Islandia, ahora está contemplado unirse a la Unión Europea, lo que significa rendir sus lugares de pesca a la política pesquera común. El primer ministro Geir Haarde, ya ha sugerido que sus pescadores se concentren en explotar el océano (5). El desastre económico causará el desastre ecológico.
Normalmente, es al revés. En su libro Derrumbe. Como las sociedades eligen fracasar o tener éxito, Pared Diamond muestra como la crisis ecológica es el preludio de la catástrofe social (6). El ejemplo obvio es la isla de Pascua, donde la sociedad se desintegró pronto después de que la población alcanzara sus cifras históricas más altas, los últimos árboles fueron cortados y la construcción de monumentos alcanzó el máximo. Los jefes de la isla habían competido para erigir estatuas cada vez más grandes. Esto requirió madera y cuerdas (hechas de corteza) para el transporte y comida extra para los trabajadores. Cuando los árboles y los suelos de los que los habitantes de la isla dependían desaparecieron, la población chocó y los supervivientes se hicieron caníbales. Diamond pregunta lo que el habitante de la isla de Pascua que cortó la última palmera podría haber pensado. “Como los modernos maderero gritó: ‘¿Trabajo, no árboles”? o ‘La tecnología resolverá nuestros problemas, no tengas miedo, encontraremos un sustituto para la madera’? o: ‘ No tenemos que probar que no haya palmeras en alguna otra parte de la isla … ¿tu propuesta de prohibir la tala es prematura y eres un propagador del miedo.’? (7)
El derrumbe ecológico, según muestra Diamond, es tan probable que ocurra tanto como resultado del éxito como del fracaso económico. Los mayas de Centroamérica, por ejemplo, estaban entre las poblaciones más exitosas y avanzadas de su tiempo y un pobre manejo de la tierra acabó con entre un 90 y un 99% de su población. El colapso de los mayas fue acelerado por “la competición entre los reyes y los nobles que llevaron a un énfasis crónico por la guerra y erigieron monumentos en lugar de resolver los problemas subyacentes” (8). (¿Le suena a alguien esto familiar?). De nuevo, los más grandes monumentos fueron erigidos justo antes de que el ecosistema se derrumbara. De nuevo, esta extravagancia fue parcialmente responsable del derrumbe: los árboles eran usado para hacer yeso con el que decorar sus templos. El yeso se hizo más y mas espeso ya que los reyes buscaban superar a cada uno de los otros llamativos consumos.
Aquí están alguna de las razones por las que la gente no previene el derrumbe ecológico. Sus recursos parecen a primera vista inagotables; la tendencia a largo plazo se concilia por las fluctuaciones a corto plazo; pequeños números de gente poderosa avanzan en sus intereses dañando a todos los demás; los beneficios a corto plazo triunfan sobre la supervivencia a largo plazo. Lo mismo, en todos los casos, puede decirse del derrumbamiento de los sistemas financieros. ¿Esta es la forma en la que los seres humanos están destinados a comportarse? Si no podemos actuar hasta que las existencias – de cualquier tipo- comienzan el deslizamiento hacia la extinción, estamos jodidos.
Pero uno de los beneficios de la modernidad es nuestra habilidad para captar tendencias y predecir resultados. Si los peces en un ecosistema agotado crece un 5% al año y la captura se expande un 10% al año, la pesca colapsará. Si la economía global se mantiene creciendo a un 3% anual (1.700% en un siglo), también chocaremos contra el muro.
No voy a sugerir, como un sinvergüenza que comparte nombre conmigo (9) hizo en estas páginas el año pasado, que deberíamos dar la bienvenida a la recesión. Pero la crisis financiera nos da la oportunidad de repensar esta trayectoria, una oportunidad que no está disponible durante los periodos de éxito económico. Los gobiernos que están reestructurando sus economía deberían leer el libro de Herman Daly, Steady-State Economics (Economía en estado de equilibrio) (10).
Como me pasa usualmente no he dejado suficiente espacio para discutir esto, entonces los detalles tendrán que esperar a otra columna. O puedes leer el resumen publicado por la Comisión de Desarrollo Sostenible (11). Pero lo que Daly sugiere es que las naciones que son ya ricas deberían reemplazar el crecimiento – “más de lo mismo” por desarrollo – “la misma cantidad de mejor calidad”. Una economía en estado de equilibrio tiene una existencia constante de capital que es mantenido por una tasa de rendimiento no más alto que lo que el ecosistema puede absorber. El uso de recursos es limitado y el derecho a explotarlos es subastado. La pobreza es dirigida a través de la redistribución de la riqueza. Los bancos solo pueden prestar tanto dinero como posean.
De forma alternativa, podemos persistir en el pensamiento mágico cuyos resultados han comenzado a llegar golpeando en casa. La crisis financiera muestra lo que ocurre cuando intentamos hacer que los hechos encajen con nuestros deseos. Ahora tenemos que aprender a vivir en el mundo real.www.ecoportal.net
2 comentarios:
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