16.10.08

Municipios

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Jueves, 16 Octubre, 2008

Probablemente en este momento algunos presidentes municipales estarán pensando que no es lo mismo golpear o violar a mujeres indefensas, extorsionar comerciantes, enriquecerse con obras públicas de pésima calidad, institucionalizar el soborno sobre los reglamentos municipales, que enfrentarse con la delincuencia organizada.

En Jalisco y sin duda en todo el país, varios presidentes municipales, con su escasa educación y cultura, su prepotencia genética o incluida en el cargo, ven en sus municipios una oportunidad inédita para enriquecerse y hacer negocios de todo tipo.

La impunidad adquirida a través del voto, les hace perder la dimensión entre lo ilegal y lo posible. Todo se vale. Al fin y al cabo para algo debe servir ser la autoridá.

Además, los votos se consiguen siendo populachero, valedor y muy amigo de los amigos, sobre todo de los que dirigen el partido en el poder.

Estando bien con Dios, el pueblo que vote cuando tenga que votar. La moral es un árbol que da moras y la ética era una antigua materia que se pasaba con una botella de tequila.

Por eso convierten a sus municipios en una plaza que creen controlar. Como no tienen que rendir cuentas a nadie y la capital está muy lejos, utilizan su natural instinto criminal para erigirse en jefes de verdaderas mafias, y con los reglamentos municipales a su servicio controlan a través del chantaje, la amenaza y el soborno toda la actividad económica del municipio.

Señores de horca y machete, otorgan concesiones y favores con la idea de extender sus redes de control y poder hasta la colonia más humilde.

Confiados en su pequeño poder terrenal, permiten y ven con buenos ojos, previa cuota para protección, el que en ciertos locales se vendan productos prohibidos. Que al fin y al cabo, cuando no se mochen nomás se les aplica el reglamento. Además son buenos negocios. Es un dinero extra para la campaña a la diputación o lo que venga.

Aprendices de brujos que se asustan cuando el otrora próspero negocio se les sale de control y hay que mantener los compromisos. Nada de que ahorita no porque nos tienen muy vigilados.

Acuerdos son acuerdos y si no se respetan, la plaza debe cambiar de manos. La disputa es inevitable.

Si es tolerada, la mafia se convierte en un estado dentro de otro estado, las autoridades nunca deben pensar que pueden controlarla, decía el juez Falconi. Menos hacer pequeños negocios con ella intentando sacar provechos personales.

Luego los chillones buscan los pantalones del Ejército.

rcastela@cencar.udg.mx

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