23.8.11

El gobierno de Jalisco hizo el vacío a la caravana de 30 horas, que ayer desembocó en el centro de Guadalajara

Nadie atiende protestas de Temaca

Los quejosos reclaman suspender El Zapotillo y el hostigamiento.
2011-08-23•Ciudad y Región
Moradores de Temacapulín, Acasico y Palmarejo terminaron su manifestación frente a Palacio de Gobierno.
Moradores de Temacapulín, Acasico y Palmarejo terminaron su manifestación frente a Palacio de Gobierno. Foto: Mariana Hernández

Lo que llamamos México / es un país muy triste…”, se recitaba en un precario altavoz el poema de Marco Antonio Campos, ante poco más de dos centenas de asistentes al mitin final de la gran caravana Agua y paz para todos y para siempre, que realizaron durante 30 horas los moradores de Temacapulín, Acasico y Palmarejo.

Era el comienzo del mensaje que el poeta Javier Sicilia envió a esta movilización, una más que busca que se detengan las obras de la presa El Zapotillo, que amenaza con inundar esos viejos asentamientos.

Cansados tras una larga caminata desde la glorieta de los Niños Héroes, en que atravesaron las avenidas Chapultepec e Hidalgo, con dos escalas intermedias, en la Secretaría de Desarrollo Rural (Seder) y en el Consulado de Brasil, alrededor de la una de la tarde pisaron la calle de Corona al ingreso del Palacio de Gobierno, donde los guardias tranquilamente indicaron que no podrían pasar.

Nadie los recibió, aunque se permitió ingresar a una comisión de tres personas a entregar el escrito con las demandas del movimiento, gracias a la gestión de la diputada Olga Araceli Gómez Flores, del PRD.

“Somos los de Temacapulín, defendiendo a nuestro pueblo, nuestra herencia, nuestra familia, nuestras raíces, nuestro paraíso”, señalaban en coros reiterados.

Luego, en el mensaje de todos los marchantes, leído por el abogado Guadalupe Espinoza, de Colectivo Coa, se destacó que se debe suspender el “programa de tortura y hostigamiento” emprendido contra los moradores de esos pueblos de Los Altos de Jalisco por los gobiernos federal y del estado, tendientes a arrancarles su anuencia para que desalojen sus viejos poblados y vayan a un asentamiento que a juicio de los quejosos, “es de papel”.

También reiteraron la demanda básica: la cancelación de la presa El Zapotillo; de la campaña de publicidad de la Comisión Estatal del Agua (CEA) a favor del megaproyecto, que “confunde a la opinión pública” cuando promueve la necesidad de El Zapotillo y permite la destrucción de las zonas de recarga de agua en la propia zona metropolitana de Guadalajara.

También suman a sus demandas el resarcimiento de los derechos y bienes de los desalojados en Arcediano por el proyecto hidrológico del mismo nombre, hoy frustrado, y el apoyo total a El Salto y sus corrientes contaminadas.

La caravana había salido 30 horas antes de Temacapulín. Los peregrinos atravesaron con estandartes de la Virgen y una estatua color oro de la guadalupana, a pie, por Cañadas de Obregón, Valle de Guadalupe, Pegueros, Tepatitlán y Zapotlanejo, pues el fin era involucrar a sus paisanos en las demandas. Y en la mañana, habían partido de El Salto en vehículo, y de la glorieta, a pie, incluso muchos ancianos de temple, y otros, arriba de camionetas, bajo el sol impío en una ciudad que se niega a comprender sus dramas personales y su desgracia colectiva.

Y allí, en la Plaza de Armas, se escuchó un poema dolorosamente pertinente: “… es un país muy triste […] la infancia libre, la gente que yo quise / ríos y lagos, praderas, ciudades, me dicen el país, / es un país que si lo pienso, que si lo lloro en lunes [...] se va haciendo pedazos…”.

Guadalajara • Agustín del Castillo

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