24.8.11

CUANDO EL AGUA ES POCA

Vivir en la barranca del Santiago, entre el afluente contaminado y la escasez de agua

EN CONTRASTE, EL LUJOSO RESIDENCIAL LAS CAÑADAS TIENE HASTA CAMPO DE GOLF

JORGE COVARRUBIAS

Foto: FOTO ALEJANDRA LEYVA

De dos a tres veces por semana Beatriz Lizama atraviesa la carretera a Saltillo con un garrafón vacío para llenarlo en una toma de agua que sobresale del fraccionamiento residencial Las Cañadas, ubicado en más de cien hectáreas que la familia Zuno adquirió al ejido de San Esteban a finales de los años 60.

Lizama habita en San Isidro, una de las pocas comunidades rurales del municipio de Zapopan que aún sobreviven de la agricultura. El contraste entre ambas poblaciones no tiene punto de comparación. En Las Cañadas existe una caseta de vigilancia en su ingreso, y posee un campo de golf exclusivo para sus habitantes. Es un fraccionamiento localizado en el kilómetro 15 de la carretera a Saltillo, que se ha distinguido por albergar las casas de altos funcionarios del gobierno del estado, Universidad de Guadalajara, y ayuntamientos de la zona metropolitana.

Aquí vivió el presidente municipal de Zapopan, Héctor Vielma Ordóñez y el secretario de Seguridad Pública de Jalisco, Luis Carlos Nájera, refieren los colonos de San Isidro. No les falta ninguno de los servicios básicos, y menos adolecen de la escasez de agua.

Había más llaves, pero la administración del fraccionamiento las cerró y dispuso que ninguna persona externa podía hacer uso de ella, dice Lizama.

“Lo más lamentable es que Cañadas tira el agua, tiene un asidero que está aventando al río Blanco pura agua limpia y anteriormente podíamos ir a llenar en llaves que tenían afuera del fraccionamiento, pero ahora nos las han cerrado. Hay una, pero le redujeron la capacidad de agua y dura unas dos o tres horas para llenar un tinaco y aparte de eso hay vigilantes muy sangrones que no admiten que tome uno agua”, resalta la mujer de tez morena.

Aquí no existen redes de agua potable y desde hace cuatro años los pobladores de San Isidro se abastecen con pipas, pero en los últimos meses el servicio es insuficiente. Pueden pasar semanas enteras sin que reciban una gota de agua.

San Isidro no es el único poblado con este problema. En la comunidad de Ex Hacienda del Lazo, situada un kilómetro más abajo rumbo a la barranca del río Santiago, los habitantes se quejan de lo mismo. Hace unos 20 años los pueblos en cuestión se abastecían del vital líquido mediante veneros y ojos de agua que circundan a la región, sin embargo llegó la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y contaminó los cuerpos de agua con la construcción de la planta hidroeléctrica Valentín Gómez Farías.

La empresa paraestatal trató de compensar a las comunidades, trazó caminos e instaló unos conductos de agua para abastecerlas. Finalizada la obra, el abasto de agua ha sido irregular, refiere Lizama. La mujer añade que sólo una vez a la semana la CFE abre la llave del tanque de abastecimiento que posee para su servicio y durante media hora permite que los pobladores llenen sus tambos.

La desaparición del pueblo El Tempisque, –dada a conocer por La Jornada Jalisco en su edición del lunes 22 de agosto– agudizó el abastecimiento de agua, apunta Lizama.

Según ella, los habitantes de la comunidad extinta se asentaron en Los Laureles, una zona que por su geografía en pendiente les favorece para el suministro de agua, ya que ésta baja por gravedad.

“Si antes no alcanzábamos agua, ahora menos, porque ellos se vinieron a vivir a la parte de abajo a vivir, entonces el agua que nos avientan una vez cada ocho días se queda estancada, agarran las que están hacia abajo y todas las que están arriba se quedan sin agua”, afirma.

La escasez del líquido no es el único problema que enfrentan en San Isidro. Cuando desapareció El Tempisque los niños que estudiaban en la escuela rural Lucio Blanco, fueron traslados al plantel de esta localidad, el cual funciona con dos aulas provisionales.

“No tenemos ya capacidad para recibir más niños y ahora sí como que nos pusimos entre la espada y la pared. Se nos hace injusto no admitirlos, pero un maestro no puede admitir tantos niños porque cada grupo es de 32 niños, no hay manera de tenerlos en otro grupo”, añade Lizama, quien también es vocal del plantel educativo.

En total son 45 menores a los que se debe buscar acomodo entre los 250 niños que ya toman clases en la escuela. Actualmente el plantel se encuentra en litigio, pues se dice que la misma familia Zuno que compró las tierras al ejido de San Esteban pretende despojarlos, por presunta invasión de su propiedad. El caso está denunciado en la Agencia 1B, que abrió la averiguación 02860-2010-039-B01.

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