31.10.11

Aseguran que las corrientes subterráneas podrían colapsar por los fraccionamientos

La comunidad indígena de Ixcatán, zona natural en peligro por la urbanización

Desde hace años realizan recorridos para mostrar la riqueza de flora y fauna y su modelo autosustentable

JORGE COVARRUBIAS

Paseo por la comunidad indígena de San Francisco Ixcatán
Paseo por la comunidad indígena de San Francisco Ixcatán Foto: FOTO LA JORNADA JALISCO

Comenzamos el recorrido en las tierras de José Casillas, miembro de la comunidad indígena de San Francisco Ixcatán. Son poco más de tres hectáreas llenas de escarpaduras, situadas en uno de los cerros que forman la llanura del poblado. Desde hace un par de meses, los habitantes iniciaron con recorridos turístico-etnográficos hacia el interior de la zona para difundir a los interesados las bellezas naturales que están en peligro de perderse ante el creciente desarrollo inmobiliario y la contaminación en los cuerpos de agua que ocasionan los vertederos municipales.

Es un domingo cualquiera por la mañana, lo acompañan su hija y tres estudiantes de la Universidad de Guadalajara que van tomando fotos en el trayecto con cámaras análogas. Caminar hasta la cima del cerro tomaría unos 45 minutos, así que José consigue una camioneta de redilas modelo 1979 que los lleva hasta arriba por un camino empedrado de casi siete kilómetros que realizó la Comisión Federal de Electricidad en 1994, cuando los habitantes cerraron el basurero de Copalita y exigieron a la paraestatal el pago de daños ambientales por obras de electrificación. El regreso será a pie alrededor de las 14 horas.

Estando en el lugar indicado a mil 460 metros sobre el nivel del mar, según la brújula que trae en la mano Casillas, se observa una extensa cordillera, es la Sierra Madre Occidental. El propietario apunta con su dedo índice hacia una llanura que se encontrará a un kilómetro y comenta que son casi 600 hectáreas que se recuperaron en 1996 de algunos invasores que trataron de poseerlas.

Desde esa fecha, la comunidad indígena de San Francisco Ixcatán y otros pueblos de la barranca del río Santiago, como Milpillas, Huaxtla, San Lorenzo y San Esteban, entre otros se encuentran en alerta por la presión inmobiliaria que están ejerciendo grandes fraccionamientos como Valle de los Molinos y Bosques de Albaterra que en un futuro albergarán alrededor de 15 mil viviendas en conjunto. Más urbanización implica más extracción de agua, y las corrientes subterráneas podrían colapsarse, dice el también profesor del Movimiento de Bases Magisteriales.

El recorrido incluye una caminata, hay que llevar al menos dos litros de agua y sombrero para no insolarse, una explicación de la geografía agreste de Ixcatán y pueblos aledaños, así como de las plantas y animales existentes en la barranca, e ingreso a tierras de cultivo y pequeños abrevaderos donde se pueden pescar carpa y tilapia. Casillas es un conocedor de yerbas y sabe preparar remedios caseros con ellas. El palo dulce o vara dulce, pinta de azul el agua y sirve para aplacar la fiebre, la guácima limpia los riñones, la retama de un sabor muy amargo, cura la migraña y funciona como insecticida natural, la salvia, de un color pardoso y con pelos muy finitos ayuda a mitigar los dolores de estómago, la lechuguilla, un mezcalito que crece entre la peñas y se procesa en algunos municipios como Talpa de Allende, Tomatlán, Cabo Corrientes y Atenguillo para producir raicilla.

“En esa ladera hay otates, una planta que produce siete años sí y siete años no y antes la utilizaban mucho para las escobas, los palos de escoba o de trapeador y ahora han comenzado a reproducirse de manera más amplia y libre, ahora que ya se acabó eso, que ya no los compran, que ya utilizan otros métodos, otros materiales como pino. Por ejemplo esta zona era muy asediada por los productores de escobas y trapeadoras”, expone el maestro rural.

La biodiversidad de animales y plantas en la barranca es amplia. Casillas asevera que sólo es superada por la biosfera de Chamela-Cuixmala y la reserva de la biósfera de Manantlán, y afirma que la población ha encontrado leoncillos, tigres, venados, guajolotes silvestres y otras especies más. Peña Alta, Cerro de las Piedras del Molar, Roble Grande, el Cerrito del Diablo y El Carricillo son algunas de las áreas montañosas que rodean a Ixcatán.

En todo el pueblo existen alrededor de 80 comuneros y poco más de 60 ejidatarios que se dedican al cultivo de tierras y la cría de ganado. Cuando llegó el Procede (Programa de Certificación de Derechos Ejidales y Titulación de Solares Urbanos) impulsado en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, muchos de los ejidatarios que pertenecían al Ejido de Ixcatán vendieron sus tierras a particulares y dejaron de cultivarse. En la comunidad indígena no ocurrió lo mismo porque la propiedad de la tierra es social, precisa Casillas. Sin embargo, sostiene que aún existen personas que no son comuneros y aparecen como pequeños propietarios, los mismos que La Jornada Jalisco dio a conocer hace casi dos años en su edición del 5 de febrero del 2009; como el actual presidente municipal de Guadalajara, Jorge Aristóteles Sandoval, el líder nacional del PRD, Jesús Ortega Martínez, el panista Arturo Don Juan Hernández, entre otros nombres que prometió revelar.

Ortega ya había anunciado públicamente mediante una carta en la revista Proceso su renuncia a las tierras. Casillas asegura que mintió e incluso envía gente a las asambleas a firmar en su nombre.

“Ya confrontamos la firma de su renuncia como comunero de una asamblea donde supuestamente está y no es la misma firma, tengo el expediente agrario, y hasta otra gente firmó por él”, exclama.

Casillas nos lleva a un lloradero en donde recupera el agua de lluvia y la conduce a un abrevadero para darle de beber a su ganado, y luego ingresa a las parcelas de su padre, Dionisio (Nicho), un hombre de 74 años de edad que venció el cáncer de próstata bebiendo menjurjes que él mismo preparaba con yerbas del cerro. En sus tierras hubo agave y los eliminó para sembrar maíz, frijol, garbancillo y calabaza. Casillas dice que varios de los comuneros intentaron cosechar agave pues se creyeron el cuento de que podrían venderlo por toneladas y hacer fortuna rápido, pero sólo arruinaron el suelo.

Con los recorridos, los habitantes de Ixcatán intentan demostrarle a la gente que pueden generarse comunidades autosustentables.

“Mi papá en sus casi 80 años muy pocas veces ha sido jornalero, cómo ha sobrevivido, con un sistema de producción múltiple, qué es ésto, produces granos, frutas, hortalizas, pastizales y produces música porque también la música se vende, y entonces a través de todos estos mecanismos tienes ingresos”, expone.

En los pueblos de la barranca habitan alrededor de 12 mil personas. José Casillas nació en Ixcatán, como él dice, en un “corralito”, en la tierra de sus padres. Unos 30 años antes la tierra daba mucho para comer, había pesca, carne, música, “muchachas o muchachos”, y sólo iban a la ciudad a traer sal y azúcar, añade el maestro normalista quien tiene amplias posibilidades de encargarse de la escuela rural del poblado.

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