1.11.11

JAIME MORALES HERNÁNDEZ

¿Y después de los Panamericanos, qué sigue?

Aspecto de una vivienda de Cihuatlán después del paso del huracán Jova por la costa de Jalisco
Aspecto de una vivienda de Cihuatlán después del paso del huracán Jova por la costa de Jalisco Foto: FOTO ARTURO CAMPOS CEDILLO

Han concluido los Juegos Panamericanos, un evento fuertemente cuestionado por su gestión y de cuyas consecuencias nos iremos enterando poco a poco. Una vez terminada la fiesta, conviene hacer un breve recuento de algunos hechos relacionados con Jalisco, que la vorágine mediática de estos días ha minimizado, y que atienden a los tópicos habitualmente tratados en esta columna. Es desde este abanico temático que presentamos cuatro acontecimientos sucedidos en estos días panamericanos y que reclaman nuestra atención y nuestro compromiso.

La comunidad de San Isidro en el municipio de San Gabriel, ha peleado por sus tierras y por sus derechos desde hace muchos años. En un entorno marcado por influencia abrumadora de la agricultura industrial, en esa comunidad existe un grupo de campesinos que realizan agricultura orgánica y una cooperativa de mujeres que se encarga de la transformación y la comercialización de los productos. El pasado 18 de octubre los habitantes de San Isidro marcharon hacia la cabecera municipal para solicitar la solución a sus demandas en la eterna lucha por la tierra, y allí se toparon de nuevo con la ineficiencia de la burocracia agraria, que a través de argucias una vez más pospuso la resolución de los conflictos.

En los días previos a los Panamericanos, el paso del huracán Jova por la región Costa Sur de Jalisco, dejo destrucción y múltiples daños a las comunidades locales. La ineficacia gubernamental, la especulación con alimentos, y la politización de la desgracia han sido el común denominador de las acciones, quizá lo que sorprende en esta ocasión es la falta de solidaridad del resto de los habitantes de Jalisco que no hemos respondido como en otras tragedias al envió de ayuda. Mientras tanto los cultivos están inundados, las casas derrumbadas, el ganado muerto y los impactos de todo ello se intensifican como siempre en los más vulnerables: en los campesinos y los indígenas.

Ante la ineficiencia y complicidad del gobierno, que pasa por encima de las leyes nacionales y los acuerdos internacionales para complacer a las compañías mineras, los indígenas huicholes se movilizaron el jueves 27 de octubre en la ciudad de México en defensa de Wirikuta, centro sagrado de su territorio al que consideran la base de su cultura y del cuidado de la madre naturaleza. Ahora este territorio has sido concesionado a empresas mineras canadienses que amenazan con su destrucción ambiental, social y cultural.

El 15 de octubre se realizó en más de 800 ciudades en el mundo una movilización de los indignados, y el llamado tuvo eco en Guadalajara donde se reunieron un grupo de ciudadanos y ciudadanas para acompañar este movimiento social global que es una expresión clara del Ya basta, y que cuestiona a fondo a los políticos, a los financieros y los medios de comunicación que han llevado al planeta a la profunda crisis en que se encuentra

Ahora que la fiesta ha terminado la sociedad civil de Jalisco, no puede permanecer indiferente ante estos acontecimientos que nos plantean cuestiones como el cuidado de los recursos naturales, la reivindicación de la dignidad, la defensa de las identidades culturales y el derecho a la rebelión, cuestiones que son esenciales y que representan una mirada hacia otro futuro y una esperanza en la construcción de alternativas. Por ello es necesario hacerse presente, articularse, solidarizarse, movilizarse, y tal como señala una de las consignas de los indignados “dejarles muy claro a los que mandan que si no nos dejan soñar no los dejaremos dormir”.

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