3.9.11

CONTAMINACION...

Un Salto de Vida
RÍOS QUE LLORAN

Enrique Encizo Rivera
Agrupación Un Salto de Vida A.C.
unsaltodevida@yahoo.com.mx

Ríos que lloran 3Uno pertenece al país de su infancia, ese es el verdadero territorio y el territorio de la infancia pasó por aquí, por estos pueblos donde cruza un río que los antiguos lo nombraban con gran respeto Chicnahuapan, palabra que significa “potencia de nueve ríos”. También dicen que sacaron el nombre de “abajo, del mundo subterráneo, el Mictlan, la región de los muertos, con sus 9 infiernos, uno de esos infiernos dio nombre al gran Río Chicnahuapan”.

Después se llamó Río Grande de Santiago o Tololotlán, en los libros de texto le ponían Lerma-Santiago. Ah! pos´ aquí es nuestro pueblo joven después de la cascada, en un lugar que llamamos Chacota o La Zopilota. Allá por la barranca camina el río, antes se oía lejos, rugía, llevaba agua, poco antes de llegar al viejo Tololotlán, de donde recibía uno de sus nombres, se asilencia, se hace un remanse, se aquieta. En ese lugar para pasar a las tierras de "Tololo", había una puerta de las que llamamos de falsete, cerca de la puerta estaba una casita de pobre, la habitaba un hombre llamado Porfirio, le decían “el huitlacoche”. Este buen hombre hacia violines para los músicos de los alrededores, unos violines roncones, les nombraban de górgoro, usaba madera de palo dulce, las cuerdas eran de zorrillo o tlacuache, platican que en las noches serenas, cuando le rascaban se oían hasta el otro lado del río, ¿cómo ven?, historias de cosas muertas, de eso pondremos aquí, como el río que ya no suena…llora.

En el Santiago se sabían dar las carpas, bagres, popochas, tostones, lisas, boquinetes, sardinas, ranas, culebras, patos, gallaretas, tildios, gansos, en las barrancas del río, se daban las nutrias, los tejones solitarios, mapaches, liebres, conejos, armadillos, había mangos, guayabas, plátanos, uvalanas, tempisques, tejocotes, chirimoyas, y una pila de cosas más. Nosotros como siempre fuimos pobres, vivíamos en el Río Grande como las nutrias pegados al agua, ahí aprendimos a nadar, los primeros tragos de agua, agua buena, los primeros miedos, los primeros cielos, aprendimos a distinguir el canto de sus pájaros, sus silencios, a escuchar esas historias que cuentan los trashumantes, así andábamos con nuestra pobreza benévola, yo creo que todo esto conformo la actitud de los niños campesinos que andaban asombrados por esas tierras, ahora al pasar el tiempo seguimos recorriendo aquel territorio, extrañando nuestro sauz y nuestro anzuelo.

Un día el río amaneció tapizado de peces muertos; otro, comenzamos a morir todos.

Hace 40 años, el brillo de una nata de peces muertos en el cauce del río Santiago, nos tomó por sorpresa a los habitantes de El Salto y Juanacatlán, Jalisco, en el Occidente de México.

Pero la pesadilla apenas comenzaba. No sabíamos lo que venía. Lo que vino fue la pérdida de la comida que obteníamos del río; la pudrición de todas las tierras de cultivo de los alrededores; la necesidad de comer frutas y legumbres regados con heces fecales, agroquímicos, hidrocarburos y metales pesados, que una zona industrial pujante arroja a 16 comunidades de por lo menos tres municipios: El Salto, Juanacatlán y Tonalá. Ahí viven unas 160 mil personas. Y la zona afectada que se refiere, apenas es un pequeño tramo de los 500 kilómetros que recorre el torrente envenenado, en su camino hacia el Océano Pacífico.

El río murió, los que vivíamos cobijados en su sombra nos quedamos sin voz y sin aliento.

El municipio se lleno de empresas, de todas, revueltas, desde la metal-mecánica, farmacéutica, alimenticia, maquiladora, basurera, hasta casas Auschwitz (fraccionamientos). Cada segundo el Río Santiago, recibe 10,500 litros de aguas fecales e industriales sin tratamiento, de la zona metropolitana de Guadalajara (ZMG), que incluye los municipios de Tonalá, Tlaquepaque, Tlajomulco, Zapopan, Ixtlahuacan de los Membrillos, El Salto y Juanacatlán, eso es apenas el principio. Pa´remacharsele a uno el clavo, nuestras tierras colindan con el vertedero Los Laureles, que diario recibe alrededor de cuatro mil toneladas de basura doméstica de la urbe. Los lixiviados sin control de este basurero a cielo abierto, escurren por los cerros y envenenan los arroyos con los que nos abastecíamos de agua para consumo humano y para el riego de nuestras siembras. Lo que era un territorio “vacío” pasó a ser un territorio “lleno”, es decir, una verdadera mutación, con fuertes implicaciones ambientales; mataron el río, nos quitaron los medios de subsistencia, los servicios ambientales gratuitos que la naturaleza otorgaba.

El desarrollo mal entendido del vecino poderoso (ZMG) destrozando los territorios de los vecinos pobres, además los impactos socio ambientales se recrudecen, exportando los desechos depredadores hacia los cinturones de pobreza, a la periferia, a la zona conurbada que somos Nosotros.

Los campesinos, siguen utilizando el mismo recurso milenario de riego, el Río, con mucha ignorancia sobre las consecuencias. En el resto del territorio se han sembrado casas, empresas; se ha fragmentado por coyotes inmobiliarios. Como resultado, muchos emigran salidos de las ciudades, engañados por la publicidad del bienestar que ofrece lo rural, sin saber que vienen a empeñar su patrimonio y su vida a un territorio envenenado, auspiciado por el Infonavit, algunos originarios del pueblo se van y los que no lo hacen sobreviven en la miseria económica y ambiental. Decimos sobreviven, porque muchos mueren por la contaminación de todo nuestro entorno. Así pues, el territorio ha sido mermado y degradado a pasos agigantados, se ha modificado el paisaje originario, la relación entre los pueblos y el entorno natural, que había generado en muchos casos paisajes de enorme belleza, como era la cascada de El Salto de Juanacatlán. Todo esto, ha sido reemplazado por el monologo de los responsables, llámese gobierno, empresarios, fraccionadores y un largo etcétera, profundamente autistas y altamente destructivos de sus entornos naturales y del territorio entero. Con todo, el gobierno y los industriales dicen que la ley avala sus acciones. Lo cierto es que varias veces hemos visto cómo las leyes ambientales mexicanas han sido manipuladas a través de los manifiestos de impacto ambiental, cuando las hacen, han servido para avalar la instalación de industrias y cientos o miles de viviendas en las márgenes del río envenenado. La ley es presa de los intereses de los que más tienen y se usa contra los más desposeídos y afectados. “El cuchillo, no corta a quien lo maneja”.

De los años 70’s a los 90’ asistimos a una expansión de la industria de los plásticos muy difíciles de tratar y reciclar, la petroquímica con sus sustancias de carácter toxico y persistente, las empresas descargaban a cielo abierto, ahora se han vuelto más decentes, ocultan sus descargas, dicen que cumplen con la norma, que somos unos alarmistas, opositodos mal nacidos, se dan una imagen verde, nosotros nomás queremos que nos digan ¿donde están los pescados, las ranas, las culebras, las aguas de beber, las aguas de nadar, que nos digan, ¿Donde las han metido?, ¿Donde las han escondido?, ¿Donde se han ido?

Se ha provocado que las enfermedades, por exposición ambiental a las sustancias contaminantes, se hayan disparado: el cáncer, infartos, enfermedades de índole reproductiva, infertilidad, malformaciones, diabetes, problemas tiroideos, alergias, dermatitis, autismo, hiperactividad, Alzheimer, Parkinson. Siendo los niños y las niñas los más vulnerables.

Definitivamente la contaminación es un gran problema, se ha provocado un ecocidio, el gobierno sigue caminando de la mano con los responsables. Nadie explica la verdadera dimensión del problema. Pero cada vez, son más quienes sienten, con mayor o menor impacto, los zarpazos de una bestia que no crearon.

La SEMARNAT, SAGARPA, CNA, PROFEPA, CONAFOR, la SEMADES, PROEPA, CEA, SEDER, dependencias federales y estatales encargadas de vigilar que los territorios no se contaminen, solo nadan de muertito, haciéndose los occisos, por eso el problema tiene más de cuarenta años, en el 2010, Juan Rafael Elvira Quezada, Secretario de la SEMARNAT, reconoció la contaminación de nuestras tierras, pero dijo textualmente: El gobierno federal no puede aprobar la declaratoria de emergencia en el Río Santiago, a su paso por los municipios de El Salto y Juanacatlán, porque se verían afectadas las inversiones privadas en la zona.

¿Y a nosotros quién nos defiende? ahora presumen que harán unas macro plantas, la de El Ahogado y la de Agua Prieta, para tratar las aguas fecales, es decir para limpiar la materia orgánica, ¿y los compuestos tóxicos, como metales pesados qué?, siguen sin decir los empresarios como trataran ellos las aguas salidas de sus procesos productivos, además por si fuera poco estas obras públicas costarán más de nueve mil millones de pesos, dinero que pagaremos entre Usted y Nosotros, es de entenderse que los que desmadraron, unos pocos, lo pagaremos entre todos. Dar sostenibilidad a las empresas parasitarias de los ecosistemas y de los pueblos, de este modo, nos demuestra cada día que el sistema actual es una salvajada.

Los pueblos aquí siguen, soportando, la gente se muere joven, se muere pronto, además por una muerte que no ha elegido, lo que antes era nuestro orgullo, ahora es nuestra vergüenza, lo que fue nuestro cielo ahora es nuestro infierno. Nuestras voces no han sido suficientes para que nuestros derechos ambientales y alimentarios dejen de ser violados. No queremos huir de la tierra de la que antes comíamos. Queremos que esta tierra vuelva a ser limpia, productiva, restaurada, feliz. Queremos que los responsables por los agravios reparen los daños.

Queremos reencontrar el tamaño, el paso, para recuperar el paraíso y un futuro de paz, entendemos que esto es de largo aliento, empezar con los pocos bienes naturales que quedan, nos queda recuperar la ética ambiental, queremos vivir a nuestro modo. Esperamos que todo esto se suceda.

Agrupación Un Salto de Vida A.C.
Organización No Gubernamental y Sin Fines de Lucro
Responsable Enrique Encizo Rivera
El Salto Jalisco a 17 de Agosto 2011.

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