27.3.10

Ciudad adentro

Nada qué hacer

Como si no existieran, como si no se estuvieran manifestando, como si no se desgañitaran exigiendo que sus casas, su pueblo no sea inundado; como si no se hubieran pronunciado ya organismos nacionales e internacionales; como si no hubiera recomendaciones muy precisas… para Raúl Antonio Iglesias Benítez, director general del Organismo de Cuenca Lerma-Santiago-Pacífico de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), no hay motivos para no construir la Presa El Zapotillo en Temacapulín, Acasico y Palmarejo.

La deducción es simple, para el funcionario, los habitantes de esos tres poblados no existen, así de sencillo, así de fácil. Ni siquiera se molesta (y a lo mejor hasta hay que agradecérselo) en atenuar un poco sus declaraciones, en mostrar aunque sea un poco de sensibilidad, pero no ¿para qué?

Iglesias Benítez deja en evidencia el desprecio que siente por los “muy poquitos” habitantes de esas localidades, pero además queda claro que no se han buscado alternativas para resolver el problema del abastecimiento de agua para la Zona Metropolitana de Guadalajara, aun cuando ya están dichas, expuestas y repetidas.

Por supuesto, es más complicado y cansado hacer gestiones entre los usuarios de la cuenca para emprender un manejo integral y convertir al Lago de Chapala en un recurso renovable; implica, de entrada, carácter y, por supuesto, determinación, sentido de urgencia, conciencia social y ambiental, mucho trabajo, liderazgo, gestión de recursos, labor de convencimiento, vigilancia, verificación real y efectiva, acciones de reforestación, aplicación de sanciones.
Sin embargo, para alguien que no ve ni escucha a los habitantes de tres localidades, es mucho pedir, evidentemente.

La declaración la hizo apenas el lunes pasado precisamente en el marco del Día Mundial del Agua, y dijo, textual: “No tenemos ningún motivo para parar, porque siempre se habla de Temaca y Temaca, pero nunca se habla de Acasico y Palmarejo, que son otras dos poblaciones que están un poco más abajo inclusive del nivel que está el propio Temacapulín, entonces nosotros seguimos con el proyecto…”(¿?).

Y además informó que se han comprado mil de las cuatro mil hectáreas que se necesitan, es decir, 25% del total; hablando de esas extensiones, es poco.

No es la única omisión del Organismo de Cuenca ni la única muestra de insensibilidad. El otro caso es el Río Santiago. La Conagua no mueve un dedo con respecto a las descargas que ensucian las aguas del cauce, porque está esperando la planta de tratamiento ¡hasta dentro de un año! Ésa es la solución, para la dependencia claro, la planta, ¿o qué acciones se han emprendido para verificar las descargas, para aplicar las sanciones correspondientes? Lo que pasa es que, ahora recuerdo, resulta que ninguna de las aguas residuales que se vierten al río está fuera de norma y, pues, la Conagua no tiene nada qué hacer, a gusto.

POR LAURA CASTRO GOLARTE

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