Todos los habitantes de la Tierra tenemos derecho a disfrutar de un medio ambiente sano y libre de contaminación. Sin embargo, como ya sabemos, existen zonas más contaminadas que otras. Lo increíble es que una misma empresa, dentro de un mismo país, venda dos tipos de diesel: uno altamente cancerígeno y otro más tolerable, que distribuye de acuerdo a la región.
Los protagonistas de esta historia son Pemex y México. Según denunció el Centro Mexicano de Derecho Ambiental (CEMDA), la empresa comercializa, en la mayor parte del país, diesel con 350 unidades de azufre por cada millón de partículas, doscientas veces más que la concentración permitida por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Sin embargo, en el norte mexicano, Pemex ofrece diesel que sí cumple con las normas internacionales. Es queEstados Unidos ha presionado al gobierno mexicano para que, en las gasolineras de la región, sólo se vendiera diesel limpio, tal como explica Excelsior.
Gracias a esta presión, los camiones de carga mexicanos que cruzan la frontera diariamente e ingresan al territorio estadounidense lo hacen sin el diesel altamente cancerígeno.
No se trata, por supuesto, de criticar la posición estadounidense, que defiende sus propios intereses (sin olvidar, claro, que estamos ante el país más contaminante del planeta). Lo grave es que el gobierno mexicano acepte tal presión y no luche por mejorar el diesel que circula por sus caminos y afecta a su propia población.
“Las partículas de azufre son invisibles al ojo humano y entran con gran facilidad al cuerpo, incrustándose en el pulmón y pueden provocar cáncer; es terrible decirlo, pero cuando alguien se para atrás de un camión que está despidiendo humo está contaminando su cuerpo con azufre”, señaló la directora del Programa de Aire y Agua del CEMDA, Tania Mijares García.
El CEMDA exige al gobierno mexicano que cumpla con la normativa que establece que, a partir de febrero de 2009, en las grandes ciudades sólo se distribuirá diesel con bajo contenido de azufre (10 a 15 partículas por millón). Como Pemex no construyó las plantas desulfurizadoras necesarias ni modificó la logística de sus programas de distribución, Mijares García considera que el cumplimiento de esta norma se retrasará inevitablemente unos cinco años.
Foto: Flickr
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