8.12.08

Los países en desarrollo necesitan incentivos
Las granjas y los bosques contra el cambio climático

FAO


El problema del calentamiento global debido a los gases de efecto invernadero exige una mayor implicación de la agricultura y las comunidades campesinas en la reducción de estos gases, así como de la silvicultura y las personas que viven de los bosques, según informó hoy la FAO.

"La agricultura y la deforestación contribuyen de forma importante al cambio climático, pero al mismo tiempo los campesinos y los usuarios de los bosques pueden convertirse en figuras clave a la hora de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero", señaló Alexander Müller, Director General Adjunto de la FAO.

Beneficios para todos

"Liberar el potencial de la agricultura y la silvicultura para mitigar el cambio climático requiere mecanismos de financiación orientados a los campesinos y silvicultores en todo el mundo, particularmente pequeños agricultores en los países en desarrollo", añadió. "Estos mecanismos deberían dar prioridad a medidas para reducir las emisiones que beneficien también a la seguridad alimentaria y energética, la reducción de la pobreza y el uso sostenible de los recursos naturales. La silvicultura y la agricultura ofrecen muchas oportunidades para estas medidas que conllevan beneficios para todos", aseguró Müller.

Las emisiones de gases de efecto invernadero de la silvicultura y la agricultura contribuyen actualmente en cerca de un 30 por ciento del total anual de emisiones (deforestación y degradación de los bosques 17,4 por ciento, agricultura 13,5 por ciento). La agricultura es responsable del 50 por ciento de las emisiones de metano (ganadería y cultivo del arroz) y más del 75 por ciento del óxido nitroso (en su mayor parte a causa de la aplicación de fertilizantes) emitidos anualmente por la actividad humana.

"El cambio climático afectará a las vidas y los medios de subsistencia de los campesinos, pescadores y usuarios del bosque en los países en desarrollo, muchos de los cuales se enfrentan ya a dificultades para obtener ingresos suficientes para alimentar a sus familias", dijo Müller.

Riesgo creciente

Las comunidades rurales, en particular las que viven en áreas que ya son frágiles a nivel medioambiental, se enfrentan a un riesgo inmediato y creciente de malas cosechas, pérdida de ganado y disponibilidad reducida de productos marinos, acuícolas y forestales. Los seres humanos, las plantas, el ganado y los peces se enfrentarán a nuevas plagas y enfermedades.

"El cambio climático -concluyó Müller- tiene el potencial de incrementar el hambre, en particular en los países más pobres. Tenemos que actuar ahora si queremos evitar un desastre humanitario".

El cuarenta por ciento de la biomasa terrestre está gestionada directa o indirectamente por campesinos, ganaderos o silvicultores. Según Müller, "la comunidad internacional solo podrá ganar la batalla global contra el cambio climático si conseguimos movilizar el potencial de estos usuarios de la tierra para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y para retener carbono en el suelo y las plantas. Tenemos que adaptarnos a cambios climáticos que son más rápidos e intensos que en el pasado".

Utilizando variedades agrícolas más eficaces, un mejor control de los incendios forestales, una mejor gestión de los recursos naturales, la retención del biogás a partir del estiércol animal, la recuperación de la tierra a través del pastoreo controlado, la gestión orgánica de la tierra, la agricultura de conservación y los sistemas agroforestales, son medidas prometedoras que deberían de ser promovidas para reducir la emisión de gases de efecto invernadero desde la agricultura y la silvicultura, y mejorar así la adaptación al cambio climático.

La FAO apoya a los países de las islas del Pacífico para integrar las estrategias de adaptación y mitigación del cambio climático en los planes nacionales de gestión agrícola, pesquera y forestal, así como en los de seguridad alimentaria. En Marruecos, al igual que en otros países en desarrollo, la FAO ayuda a evaluar el impacto del cambio climático en la agricultura y la seguridad alimentaria. En Bangladesh y en Nepal, la FAO mejora la capacidad nacional y local en agricultura, ganadería y pesca para reducir el riesgo de calamidades y apoyar la gestión de riesgos climáticos y la adaptación al cambio climático, lo que incluye unir el apoyo sectorial a la acción de las comunidades.

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