ha venido a jugar conmigo.
Quiere mojarme de sangre dulce,
pintarme de rojo la lengua.
Pero no es un río de peces heridos.
Suena como el olvido
en caída libre
hasta el fondo de un pozo,
arrastra de la ilusión todos los trozos.
Pero no es un río de peces heridos.
Dice que ya vino a mí
otras veces, pero yo no estaba
dispuesto a escuchar
dolores que enferman el alma.
Aunque quiere ser un río de peces heridos.
Insiste, fracasa y de nuevo lo intenta.
Quiere decirme que él no se rinde,
que está rojo de heridas y sangre
pero no olvida que un día fue verde,
y que sus peces no conocían la muerte.
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