Muertos de la vialidad tomaron la Minerva
Treinta víctimas de ficción recordaron a los de verdad al pie de los Arcos.
Guadalajara.- Ayer por la tarde rondó la muerte en la zona de la Minerva. A las 16:00 horas yacían en el piso de la avenida Vallarta, casi al pie de los Arcos, quince cadáveres y quince lesionados. Todos, víctimas del transporte público y privado. La mayoría, inmolados en las pésimas condiciones que hay para que los peatones y los ciclistas sobrevivan en la zona metropolitana de Guadalajara.
A las 16:15 horas llegó una patrulla de la policía tapatía. Un comandante segundo preguntó: ¿Quién es el organizador del evento? “Está ahí”, dijeron unos jóvenes que señalaban al piso. “Está entre los muertos”.
Mientras, un médico forense, gis en la mano, trazaba la silueta en el lugar donde habían quedado los cadáveres y los lesionados. En la otra mano llevaba su cámara para dar cuenta exacta de la tragedia, esa que los ciudadanos de Guadalajara viven día con día: la de la posibilidad de que sean atropellados en cualquier cruce.
Uno de los lesionados, con los hombros ensangrentados, identificado como Jesús Carlos Soto Morfín, alcanzó a denunciar ante los medios de comunicación que estaban indignados por las muertes que causan el transporte motorizado, tanto público como privado: “A pesar de que hay muchas muertes todos los años, cada 30 minutos muere alguien en el país por accidentes viales. Estamos haciendo hincapié en la protección para los peatones y ciclistas, que son las víctimas más vulnerables de los espacios públicos”.
El herido insistió en la necesidad de que el gobierno implemente políticas que garanticen la seguridad vial de los que andan a pie o en bicicleta: “Si un ciudadano siempre está cuidándose de no morir, casi paranoicamente, es que el modelo vial está mal. La gente, y menos los discapacitados, no tienen por qué correr al semáforo, o intentar alcanzar a cruzar las calles o buscar los puentes a toda prisa”.
Media hora duraron los muertos y los heridos ahí. Después, como almas en pena se levantaron, como Lázaro, pero volvieron a morir a los pies de la Minerva.
Todo esto fue parte de una protesta pacífica de jóvenes, adultos y miembros de varias organizaciones para recordar a los fallecidos en accidentes viales, y hacer conciencia entre autoridades y conductores sobre la urgente necesidad de mejorar la cultura vial.
Casi al final, habló una mujer, la madre de un joven atropellado y muerto por un minibús de la ruta 616 en un hecho ocurrido en 2006. Sofía Alvarado Íñiguez dijo que se encontraba ahí, entre los muertos y los heridos ficticios, para clamar justicia por un hecho que no tiene nada de ficción: su hijo de quince años fue víctima de un crimen que, además, sigue impune.
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