A los ciudadanos valientes de El Salto, Juanacatlán y Puente Grande
Los ciudadanos de El Salto y Juanacatlán han decidido, tope en donde tope, luchar por sus derechos a un ambiente sano, a una calidad de vida digna, por el saneamiento de las aguas letales del río Santiago y contra la pusilánime e inútil respuesta de las autoridades.
En más de 50 camiones, el pasado lunes a las 10:00 horas se encontraban en las inmediaciones del Agua Azul, de ahí marcharon hasta Palacio de Gobierno, eran miles de gentes: jóvenes, niños, ancianos, muchas mujeres. Aguerridos, desafiantes, hartos de ver morir a sus querencias: sus familiares sus tierras y aguas. Sufren la mayor de las injusticias sociales y ambientales que trae aparejado el desarrollo neoliberal: pobreza, contaminación y muerte. Abandonados por un gobierno frívolo y omiso decidieron tomar acciones. Por eso gritaban enfurecidos al pie de las puertas de Palacio de Gobierno: “que salga el gobernador”, “que dé la cara”, la clásica “el pueblo unido jamás será vencido” y otra nuevecita: “lirio podrido, sancudo por sancudo”. Pero las horas pasaban y la isla de calor en que se ha vuelto el centro histórico no se apiadaba, eran las 13:00 horas, las puertas cerradas y custodiadas por policías, adentro decenas más, con equipo antimotines.
El coraje y la impotencia crecía, los jóvenes, los más audaces, comenzaron a gritar: “bloqueo” y “no queremos más mierda”, infructuosamente funcionarios de mandos medios, trataban de negociar la entrega del pliego petitorio, para el cual los organizadores demandaban la presencia del gobernador o del secretario de Gobierno.
Por el megáfono se informaba del cierre de la carretera a Puente Grande realizado muy temprano, y de que posiblemente tuvieran que pernoctar ahí en caso de que las máximas autoridades no los atendieran. A las 15:00 horas bloquearon Juárez y 16 de Septiembre, hasta ahí llegó el subsecretario de Asuntos del Interior, recibió el pliego petitorio que se centra en tres cuestiones fundamentales: “que nunca más las autoridades de todos los niveles, tomen decisiones sin consultarnos”, “que se declare de forma inmediata zona de emergencia ambiental y acción extraordinaria en materia de salud” y que se instale “un diálogo público donde se establezca la agenda para encontrar una solución definitiva y de fondo a la contaminación que padecemos en nuestras comunidades. No habrá solución a este problema si el gobierno impone únicamente su proyecto y si no se escucha a la población”.
La soberbia y la falta de sensibilidad del gobernador Emilio González Márquez y de su secretario de Gobierno, Fernando Guzmán, son inauditas. Con sus torpezas y su poco oficio político, provocaron que un pueblo dolido y agraviado que se manifestaba pacíficamente se enfureciera al punto de la desesperación. Muchos de estos ciudadanos ya tienen poco que perder.
• María del Rayo Calderón
Analista en política ambiental
maria.rayo@hotmail.com
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