3.5.12

Guadalajara y sus tragedias ambientales

Jaime Morales Hernández.- El pasado 22 de abril, mientras la ciudad de Guadalajara recordaba el vigésimo aniversario de la tragedia humana y social ocasionada por la explosiones del Sector Reforma, crecía el fuego devorando el bosque La Primavera en un incendio que duró varios días y afectó más de ocho mil hectáreas –alrededor del 25%,– de este indispensable pulmón de la zona conurbada de Guadalajara.
El incendio del bosque La Primavera es una más de las tragedias ambientales en el entorno natural de la zona conurbada de Guadalajara, donde confluyen la falta de planeación urbana, la ineficiencia de los distintos niveles de gobierno y los intereses inmobiliarios, generando con ello relaciones muy desequilibradas entre la ciudad y los deteriorados ecosistemas que la rodean.
La problemática del agua del lago Chapala y el río Santiago, es otra de las tragedias ambientales de la región e ilustra este proceso de extracción de recursos naturales para abastecer a una zona conurbada que desperdicia y contamina el agua, sin considerar otras alternativas más sustentables.
El depósito de los desechos urbanos y la basura, o el avance descontrolado de la urbanización sobre suelos agrícolas y vegetación natural, en varios municipios periurbanos de la zona son otros casos de estas tragedias ambientales sobre la cuales se sostiene el desarrollo de la región y que suponen una gran vulnerabilidad para sus habitantes.
El incendio en La Primavera al igual que la explosiones del 22 de abril, mostraron la tardía reacción de las autoridades y la carencia de planes para enfrentar estas contingencias incrementando con ello nuestra sensación de fragilidad. Sin embargo, estas tragedias dieron también cuenta de una sociedad civil con capacidad propia de movilización, y sentido de generosidad para colaborar y aportar en una verdadera construcción de ciudadanía más allá de las instituciones y su parsimonia.
Estos tiempos electorales son un buen momento para desde la ciudadanía, exigir a los diferentes candidatos a gobernar, la puesta en marcha de cambios profundos a la manera en que la zona conurbada se articula con sus entornos naturales. La construcción de la sustentabilidad regional y la consecuente minimización de las tragedias ambientales y sociales, requiere una visión de largo plazo, una amplia participación ciudadana y la articulación real de los diferentes niveles de gobierno. Es una obligación de los futuros gobernantes, el comprometerse claramente con la sustentabilidad y una prioridad ética para nosotros ciudadanos el ejercicio de la democracia radical para vigilar el cumplimiento de estos compromisos.

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