3.2.09

LA COLA

La cola
María González
Imagínese que se dispone a hacer una cola de, al menos, 12 horas. Imagínese que es usted un discapacitado, una mujer embarazada, un hombre grande... imagínese que es una persona cualquiera.
Imagínese que hace esa cola para cobrar 150 pesos, 150 pesos que le servirán para alimentar, como mucho, durante cinco días a su familia.
Imagínese que es desempleado, pobre. Imagínese que vive en un barrio a las afueras de la ciudad, en la periferia. Imagínese que tiene que hacer esa cola cada vez que quiere cobrar su plan.
Imagínese que después de más de 5 horas bajo el sol la gente se empieza a poner nerviosa, y hay empujones y se crean colas paralelas. Imagínese que la policía dice que si arman jaleo allí no cobra nadie. Deben estar organizados para cobrar la miseria. No hace falta pegar con la porra, los de la cola ya están más que golpeados.
Imagínese que, tres horas después, la rabia le inunda y se pone a gritar “gobierno asesino”. Imagínese que lo hace cerca de la policía a caballo que custodia la cola para que no haya disturbios. Imagínese que grita que usted no quiere perder su dignidad de ese modo, que es una persona.
Imagínese que el resto de la cola se abalanza sobre usted diciendo que se calle. Imagínese que ve en sus caras el miedo a que algún agente regulador del orden se enfade y les impida cobrar.
Imagínese que se queda callado pensando... Sí, usted también necesita esos 150 pesos.

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