22.2.09

Consejos para ayudar a la Tierra

Por muchos es sabido —aunque no todos lo crean— que nuestro planeta está colapsando. Cambiar los hábitos de consumo puede ser una forma de ayudar(nos) a revertir la crisis ambiental, cuando por ejemplo una lata de aluminio tarda hasta 800 años en degradarse.
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  • 2009-02-22•Fin de Semana

Qué hacer con millones de toneladas de basura es uno de los grandes retos a resolver.
Qué hacer con millones de toneladas de basura es uno de los grandes retos a resolver. Foto: Daniel Aguilar / Reuters

¿De qué estamos hablando cuando nos referimos al “consumo sustentable”? Hoy en día ha corrido mucha tinta sobre el tema del calentamiento del planeta, los impactos ambientales a causa de la desmedida extracción de recursos naturales y una desigual distribución de los bienes básicos.

Sabemos ya que los hábitos de consumo que hemos desarrollado han sido poco razonados y racionales, sometidos como estamos a un bombardeo mediático de la publicidad, que promueve a través de todo tipo de recursos y artimañas los beneficios que habrán de proporcionarnos la compra de bienes y servicios, y, peor aún, la importancia que tales adquisiciones pueden dar a nuestro “estatus” como consumidores preferentes.

Desde tiempo atrás, en múltiples foros civiles, académicos u oficiales, se ha venido insistiendo en que tenemos derecho como sociedad a exigir información para conocer el origen de las materias primas de la que están hechos los productos que consumimos y sus impactos en la salud; los procedimientos que se utilizan en su manufactura y sus efectos en el ambiente, así como el tipo de energía a la que se recurre en su proceso de producción.

Otro aspecto fundamental —pero uno de los más desconocidos— es el destino que el producto tendrá una vez que haya sido desechado en el hogar, el trabajo o la industria, y si puede ser reutilizado o degradado.

En términos de la ingeniería ambiental, el ciclo a que nos referimos es el “de la cuna a la tumba” de los productos, en el marco de un consumo que, para ser “sustentable”, debe poner el énfasis en reconocer que el acceso a los satisfactores básicos en la actualidad mantiene fuertes desequilibrios. No sólo se apela a consumir calidad, sino que este consumo sea equitativo en todas las poblaciones del orbe.

Proyecto Jóvenes por el Cambio

El proyecto Jóvenes por el Cambio surgió de una encuesta aplicada en 2000 por el Programa de la ONU para el Medio Ambiente (PNUMA) y la UNESCO a 10 mil jóvenes de 18 a 25 años, para conocer qué pensaban ellos del futuro. A partir de los resultados de ese ejercicio, se propuso generar información para que los jóvenes, que son la mitad del planeta y cuyo 90% habita en países en desarrollo, se conviertan en actores estratégicos con patrones de consumo más responsables. Más aún, cuando se estima que para 2050 la población mundial crecerá en un tercio, para llegar a los 9 mil millones de habitantes. Esto habla claramente de la presión que habrá sobre nuestros recursos naturales, la biodiversidad y el equilibrio.

En la actualidad, de los 6,700 millones de habitantes en todo el orbe, mil 700 millones son jóvenes de 10 a 24 años (fuente: “La juventud en el mundo 2000”, Population Reference Bureau).

Del total actual, unos 2 mil millones en Asia y África, particularmente, necesitan consumir más para sobrevivir. Muchos otros requieren hacer opciones más responsables con la meta de lograr un uso menor de recursos, una disminución en la generación de emisiones, a la vez que se cubrirían las necesidades de la población mundial.

Además que 20% de las familias más ricas del planeta consumen casi… ¡75 por ciento de los recursos naturales!, como es el caso de nuestro vecino del norte: los estadunidenses, que apenas representan 6% de la población mundial, consumen 30% de sus recursos planetarios.

El estudio destaca cómo la fortuna de los 225 individuos más adinerados del mundo equivale al ingreso anual de 47% de la población mundial con menos ingresos, es decir, aproximadamente 2 mil 500 millones de personas (fuente: www.jóvenes por el cambio.net).

A continuación, algunas recomendaciones relacionadas con el consumo y la salud humana y ambiental, tomadas del apartado “Pasos Firmes”.

—Consume alimentos y bebidas frescas con menor cantidad de aditivos y menos alimentos procesados.

—Evita alimentos genéticamente modificados (hasta que se conozca su impacto total) y carne producida en ganadería intensiva.

—Evita alimentos fuera de estación e importados de países lejanos.

—Aprende sobre los números “E” que dan color y sabor artificial a los alimentos. Evita los colorantes E100 al 180, dióxidos de azufre, E220, los antioxidantes E320 y 321 y de glutamato monosódico, E621.

Residuos sólidos y tiempo para degradarse (fuente: Instituto Nacional de Recicladores):

—Restos de comida: de 1 a 3 días.

—Papel higiénico: dos semanas.

—Plato de cartón: un mes.

—Algodón: 1 a 5 meses.

—Filtro de cigarrillo: 15 a 25 años.

—Lata de aluminio: 200 a 500 años.

—Recipiente plástico: 300 a 500 años.

—Bolsa metalizada de botanas: 300 a 500 años.

—Vasos de unicel: 500 a 800 años.

—Toalla sanitaria: 500 a 800 años.

—Pañal desechable: 500 a 800 años.

—Botella de vidrio: más de 800 años.

México • Irma Patricia Juárez González. Coordinadora Pimudes. 
UAM-Azcapotzalco. ipjg@correo.azc.uam.mx

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