Sales y soles
Los corazones arborescentes
Gorka Andraka Y si fuéramos árboles, bien enraizados, con un tronco robusto, la cabeza llena de pájaros... Los ecologistas, seguro, arrasarían en las elecciones y las motosierras, armas de destrucción masiva, estarían prohibidas. Si fuéramos árboles, los verdes pétalo cubrirían por mandato popular el gris cemento de nuestras vidas.
Investigadores del Laboratorio Istec de Biocerámica han descubierto en Italia, tras un complejo proceso químico, la forma de convertir madera de ratán, el tallo de una especie de palmera, en un hueso casi idéntico al tejido óseo humano. Este hueso de madera se ha implantado ya en ovejas y dentro de cinco años podría utilizarse en personas. “El nuevo material óseo es muy resistente y puede soportar las cargas pesadas a las que lo somete un cuerpo. También es durable así que, a diferencia de los actuales materiales sustitutos, éste no necesita ser reemplazado”, explica la doctora Anna Tampieri. Además, por lo visto en las ovejas, “el ratán se fusiona con el hueso real y, con el tiempo, ni siquiera se distingue la unión”.
Un invento revolucionario. Del hueso de madera… al bosque humano. “Considerad el ejemplo del árbol, que permite que los pájaros vengan a él, se marchen o instalen nidos en sus ramas, sin haberlos llamado y sin lamentarse por su desaparición”, reflexiona Langya, el maestro zen japonés. “Si vuestro corazón puede ser como un árbol, estaréis más cerca del verdadero camino”. Se abrirán, quizás entonces sí, las grandes alamedas que anunció hace años Neruda.
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