Desastre ambiental
El que por lo menos se tenga conciencia de que las áreas municipales especializadas en el medio ambiente han estado en el olvido, por lo pronto en la Zona Metropolitana de Guadalajara (ni qué decir del resto del Estado), ya es un paso hacia adelante en la materia, aunque el rezago es añejo.
Más o menos a partir de los años sesenta del siglo pasado comenzó a crecer la preocupación por el medio ambiente.
Organizaciones ciudadanas locales, nacionales e internacionales empezaron a llamar la atención sobre la necesidad de cuidar los recursos naturales: agua, aire, bosques. Términos como ecología, polución, medio ambiente, contaminación, emisiones y otros, ahora son familiares y comunes para todos, pero en cuestiones prácticas es ínfimo lo que se ha avanzado cuando las noticias de calentamiento global y cambio climático le confieren a la tarea carácter de urgencia.
El trabajo en este sentido debe ser de todos, sin embargo, desde la autoridad, independientemente de los órdenes de gobierno, es preciso ejercer liderazgo y comandar y orientar las acciones ciudadanas. Hasta ahora no ha sido así.
La prueba más clara es la falta de personal especializado por lo pronto en los ayuntamientos del área conurbada. Las direcciones del área son obesas; la disparidad en los salarios, extrema, y los responsables tienen poca o nula experiencia en tareas ambientales, cuando desde los municipios son fundamentales las políticas públicas relativas a la disposición de basura, los estudios de impacto ambiental, la conservación y reforestación de áreas verdes, incluso la calidad del aire y del agua.
La situación expuesta luego de entrevistar a los directores municipales de Medio Ambiente y Ecología, se resume en una aseveración: desastre ambiental.
Urge que las recién estrenadas autoridades en los ayuntamientos no sólo de la metrópoli, sino de todo el Estado, asuman su responsabilidad y atiendan los problemas, muchos de ellos graves, que en materia ambiental reclaman acciones inmediatas; es inadmisible cualquier dilación y no se pueden tolerar titubeos. Si los que hoy están al frente no saben o no pueden, deben ser relevados, no nos podemos dar el lujo de esperar a que aprendan. No hay tiempo.
Más o menos a partir de los años sesenta del siglo pasado comenzó a crecer la preocupación por el medio ambiente.
Organizaciones ciudadanas locales, nacionales e internacionales empezaron a llamar la atención sobre la necesidad de cuidar los recursos naturales: agua, aire, bosques. Términos como ecología, polución, medio ambiente, contaminación, emisiones y otros, ahora son familiares y comunes para todos, pero en cuestiones prácticas es ínfimo lo que se ha avanzado cuando las noticias de calentamiento global y cambio climático le confieren a la tarea carácter de urgencia.
El trabajo en este sentido debe ser de todos, sin embargo, desde la autoridad, independientemente de los órdenes de gobierno, es preciso ejercer liderazgo y comandar y orientar las acciones ciudadanas. Hasta ahora no ha sido así.
La prueba más clara es la falta de personal especializado por lo pronto en los ayuntamientos del área conurbada. Las direcciones del área son obesas; la disparidad en los salarios, extrema, y los responsables tienen poca o nula experiencia en tareas ambientales, cuando desde los municipios son fundamentales las políticas públicas relativas a la disposición de basura, los estudios de impacto ambiental, la conservación y reforestación de áreas verdes, incluso la calidad del aire y del agua.
La situación expuesta luego de entrevistar a los directores municipales de Medio Ambiente y Ecología, se resume en una aseveración: desastre ambiental.
Urge que las recién estrenadas autoridades en los ayuntamientos no sólo de la metrópoli, sino de todo el Estado, asuman su responsabilidad y atiendan los problemas, muchos de ellos graves, que en materia ambiental reclaman acciones inmediatas; es inadmisible cualquier dilación y no se pueden tolerar titubeos. Si los que hoy están al frente no saben o no pueden, deben ser relevados, no nos podemos dar el lujo de esperar a que aprendan. No hay tiempo.
CRÉDITOS: EDITORIAL Feb-09
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