8.1.09

EL LOBBY

RAÚL TORRES

El Lobby
Lo que sucedió el lunes con los vecinos de las colonias San Marcos y Monumental que se oponen al paso de la ruta 622 por las calles donde viven, es muestra de cómo los gobiernos (de izquierda o derecha, progresistas o conservadores) están aprendiendo una nueva forma de controlar y desarticular la organización ciudadana que amenaza con exhibir sus yerros y analizar la necesidad de su existencia.

La situación pudo ser casual, pero igualmente es sospechosa: se presenta un vecino (hasta entonces poco participativo) con tres propuestas; llega junto con funcionarios no invitados a la reunión que de inmediato hacen suyas las opciones “vecinales” e intentan someterlas a votación. Después, los funcionarios lo nombran enlace entre ellos y los vecinos. Muchas coincidencias que levantan dudas en otros de los que ahí viven.

Otro ejemplo. En Temacapulín son claros y piden que los partidos políticos no se cuelguen de este problema para intentar ganar prestigio. Ya se presentaron el PRI y el PRD para ofrecer su ayuda (sólo así, “su ayuda”, nada concreto). Pese a ello, ayer, como moderador de la reunión estaba el regidor perredista de Zapopan, Manuel Villagómez.

En Temaca aseguran que se acepta la participación de Villagómez y su gente porque acuden como miembros de la Fundación Cuenca Lerma Lago Chapala Santiago, no como perredistas. Tal vez este es uno de los mejores ejemplos de cómo de pronto algunas organizaciones no gubernamentales y los partidos políticos conjugan simbiosis que permiten colarse ahí donde existen brotes de inconformidad. Aquí puede argumentarse que el PRD es oposición y abiertamente rechaza la intención del gobierno del estado de construir la presa; pero en el fondo busca lo mismo, es decir, tener el poder. Hoy el partido en el gobierno necesita a los partidos de oposición y éstos al partido en el gobierno. Y desde ahí se planea la forma de seguir subsistiendo.

Para mirar con mayor cuidado

La renuncia del director de Seguridad Pública de Ocotlán no detendrá la marcha que se organiza para el viernes en esa ciudad. La muerte de Fernando López Alejandre no es cosa menor. Algo similar es lo que ocasionó las protestas en Grecia, y aunque Grecia no es Ocotlán, la rabia se siente igual en las tripas de quienes ven asesinado a un amigo o a un pariente.

La marcha de mañana volverá a llevar la mirada a esa ciudad donde también hay un grupo de trabajadores en huelga permanente que piden que el magnate que declaró en quiebra la fábrica, la entregue como pago de indemnizaciones para trabajarla como cooperativa; y donde la gente también padece los primeros signos visibles de la contaminación de un río que en El Salto causa estragos mayores.

La protesta de este viernes en Ocotlán promete no sólo ser la muestra del enojo por el asesinato de un joven, sino la manifestación pública y colectiva de que en ese municipio se practican esas otras formas de control que implican la presencia de una policía represora.

La casa paga

El mensaje violento que el narcotráfico dejó ayer en las instalaciones de Televisa Monterrey no sólo vuelve a poner de manifiesto el fracaso de las estrategias de los gobiernos de todos los niveles para combatir el crimen organizado y todo eso que ya conocemos de sobra. El mensaje es claro, pero no habla de inseguridad, eso es el escenario en que se da… Lo que pone de manifiesto es esa perversa intención de influir en lo que se dice a través de los medios de comunicación (como si en verdad lográramos dar cuenta cabal de lo que realmente sucede); lo que intentan es controlar lo que se dice y cómo se dice. Buscan, pues, que las notas sean a modo, que la “realidad” transmitida por la pantalla, el papel o la radio sean como ellos creen que deben ser. Pero de algún sitio lo aprendieron.

Analizado fríamente, despojado de su contexto violento, el mensaje no busca sólo que se detenga determinada información, sino que se dé a conocer otra. Y en ese sentido, esta actitud no dista mucho de la que tienen algunos funcionarios y políticos cuando utilizando el dinero público intentan incidir en las decisiones editoriales de diversos medios. Cierto es que hacer estas comparaciones puede no ser correcto, pues mientras unos practican la coerción con balas, violencia y un lenguaje apenas entendible, otros la ejercen con dinero ajeno, una sonrisa, la mano extendida y palabras rimbombantes.

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