© Sergio Alvarez
Fondo de una botella de agua vacía.
La fuerte demanda actual de agua no tiene precedentes. Motivos: el crecimiento demográfico, la modificación de los hábitos de consumo de alimentos; y las crecientes necesidades de energía. Así lo subraya el Tercer Informe de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos en el Mundo, titulado “El agua en un mundo en cambio”, que insiste en el papel que el preciado líquido desempeña en el desarrollo y el crecimiento económico.
En momentos en que la demanda de agua aumenta, algunos países están llegando al límite de la explotación de sus recursos hídricos. Por otra parte, es muy probable que los efectos del cambio climático contribuyan a agravar la situación. Además, está surgiendo el espectro de posibles rivalidades por el agua no sólo entre diferentes países, sino también entre distintos sectores de actividad y entre las zonas rurales y las urbanas. Esto podría hacer que la cuestión del agua se politizase en el futuro.
El acceso al agua sigue siendo un problema grave en buena parte del mundo en desarrollo. Además, la relación que guarda la pobreza con el acceso al agua es manifiesta: el número de personas que viven al día con menos de 1,25 dólar coincide aproximadamente con el de las que carecen de agua potable segura. Resultado: casi un 80% de las enfermedades que azotan a los países en desarrollo guardan relación con el agua y causan la muerte prematura de unos tres millones de personas. Por ejemplo, la diarrea mata cada día en el mundo a unos 5.000 niños, esto es, uno cada 17 segundos. Una décima parte de las enfermedades que se dan a nivel mundial se podrían evitar mejorando el abastecimiento de agua, los servicios de saneamiento, la higiene y la gestión de los recursos hídricos.
Un kilo de carne = 16.000 litros de agua
Aunque una parte de la población mundial sigue careciendo de acceso al agua, la demanda actual de ésta es mayor que nunca. En los últimos 50 años, las extracciones de agua dulce se han triplicado y la superficie de las tierras de regadío se ha duplicado. Esto se debe básicamente al crecimiento demográfico. En efecto, la población mundial –estimada actualmente en 6.600 millones de personas– sigue creciendo a un ritmo de 80 millones por año, lo que se traduce en un incremento de la demanda adicional de agua dulce cifrado en unos 64.000 millones de metros cúbicos anuales.
El crecimiento demográfico implica también una mayor demanda de productos agrícolas y, por lo tanto, de agua. La agricultura es, con gran diferencia, el sector que más agua gasta. En efecto, representa consume un 70% del consumo total de agua, mientras que el agua destinada a usos industriales y la dedicada a usos domésticos representan un 20% y un 10%, respectivamente.
Al mismo tiempo, en los últimos años se han registrado cambios en los modos de vida y los hábitos alimentarios. A este respecto, cabe señalar que la producción de un kilo de trigo necesita entre 800 y 4.000 litros de agua, y la de un kilo de carne de vacuno entre 2.000 y 16.000 litros.
Asimismo, el calentamiento de la Tierra aumentará la escasez de agua. Según las previsiones de los expertos, en 2030 casi la mitad de la población mundial vivirá en zonas donde la presión ejercida sobre los recursos hídricos será muy intensa. Y el número de personas que podrían verse desplazadas a causa de esa escasez oscilaría entre 24 y 700 millones.
El agua es, pues, una de las cuestiones clave que tienen que afrontar los países, en particular los países en desarrollo. Sin embargo, la ayuda pública a las inversiones en recursos hídricos representa solamente un 5% del total de la ayuda oficial al desarrollo.
Al mismo tiempo, la corrupción podría incrementar en unos 50.000 millones de dólares el costo de las inversiones en el sector de los recursos hídricos: los fraudes en los contadores, el favoritismo en las compras de equipamientos por parte del sector público, y el nepotismo en la concesión de contratas públicas son algunas de las formas de corrupción más frecuentes. En algunos países, las corruptelas relacionadas con el agua pueden suponer malversaciones de hasta un 30% de los recursos presupuestarios.
Aunque es poco frecuente que se trate de poner freno a estos modos de proceder, algunos países, como Sudáfrica, han adoptado iniciativas para combatirla.
Gestionar la crisis
Confrontados a una creciente escasez de agua, algunos países han empezado ya a integrar en los planes de desarrollo nacionales sus estrategias de gestión de los recursos hídricos: 40% del agua de Gaza (Territorios Autónomos Palestinos), 15% de la de Israel y 16% de la de Egipto es reciclada.Otro procedimiento es la desalinización del agua del mar para usarla como agua potable, o destinarla a usos industriales, en los países que han llegado al límite de explotación de sus recursos hídricos renovables (Arabia Saudita, Israel y Chipre).
El Proyecto del Sudeste de Anatolia (GAP), que se está realizando en Turquía, merece también atención. De un costo global calculado en 32.000 millones de dólares, más de la mitad (17.000 millones) ya se han invertido. Gracias a la extensión de los cultivos de regadío, la renta per cápita de las zonas rurales beneficiarias se ha triplicado. La electrificación de esas zonas irrigadas y el acceso de sus poblaciones al suministro de energía eléctrica se cifran hoy en un 90%. Además, los índices de alfabetización han subido, las tasas de mortalidad infantil han bajado, la creación de nuevas empresas ha aumentado y el régimen de propiedad de la tierra está evolucionado hacia esquemas más equitativos. Los asentamientos urbanos provistos de abastecimiento en agua potable se han multiplicado por cuatro. En definitiva, esta región de Turquía ha dejado de ser la más atrasada del país en el plano económico.
Australia también ha modificado su política hídrica, adoptando toda una serie de nuevas medidas. En las ciudades más importantes de este país se han impuesto restricciones en el riego de jardines, el lavado de automóviles, el llenado de piscinas, etc. En 2008, el abastecimiento de agua en Sidney se escindió en dos: uno dedicado al aprovisionamiento en agua potable y otro destinado a proporcionar agua reciclada para los demás usos.
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