Alianzas Bizarras
Rubén Martín
No es la primera vez que ocurre, pero pareciera que el fenómeno es más frecuente, especialmente en periodos electorales: nos referimos a las extrañas y bizarras alianzas que se establecen entre partidos, grupos y en el fichaje de algunos políticos que no consiguieron empleo en su partido originario y buscan un partido sustituto que los postule como candidatos. La lista en la actual zafra electoral es larga y de tan extraña hasta puede verse divertida. Aquí va una lista incompleta de las bizarras alianzas de la actual temporada.
Fernando Garza Martínez (ex PAN) que busca ser candidato por el PRD; el PRI aliado de uno de los obispos más conservadores e intervencionistas del país, Juan Sandoval Íñiguez; el PRI jalisciense recogiendo la agenda neoconservadora de los grupos de la derecha católica cercanos al Yunque; el grupo UdeG de Raúl Padilla López con su pata en el PRD, su alianza electoral con el PRI (candidatura para Trinidad Padilla López) y su alianza política informal con el grupo panista de Francisco Ramírez Acuña; el Partido Nueva Alianza que se vendió al mejor postor en 2006 (al PAN) y que ahora va por el PRI.
Además de estas alianzas bizarras entre partidos y grupos políticos, tenemos varios casos de políticos que han ido reciclando sus camisetas políticas, como es el caso de Salvador Cosío Gaona (ex PRI y ex PRD) que buscó candidatura por Convergencia. A esto habría qué añadir los casos de militantes sin partido y activistas sociales que de los “movimientos sociales” (así, entre comillas) ahora se pasan a formar parte de un partido dirigido por un ex priista con una biografía política más que dudosa. “Es que hay que dar la batalla desde dentro del sistema”, dicen para justificarse.
Estos cambios de camiseta y alianzas políticas entre partidos de distinto signo ideológico han sorprendido a algunos opinadores y electores, quienes se muestran un tanto perplejos debido a la falta de congruencia de los políticos y la incoherencia ideológica de las agrupaciones políticas.
Al respecto habría que decir que las alianzas políticas bizarras no son una novedad de la actual elección. Por el contrario, se puede establecer que este tipo de tianguis del intercambio político es un periodo que se presenta previo a las elecciones por una razón muy sencilla. Aunque muchos cambios están justificados ideológicamente (“me salgo del partido que ya no es coherente con su ideología”) en realidad la mayoría de los cambios se deben a que el político swinger no encontró acomodo en su partido originario.
Las alianzas bizarras se han presentado desde hace nueve años al menos y el principal impulsor de estas alianzas ha sido el PAN. En 2003 cientos de militantes priistas descontentos con sus candidatos hicieron campaña para Emilio González Márquez en Guadalajara; en ese mismo año la dirigencia del PAN pactó con El Barzón y en 2006 Emilio González Márquez fichó a varios priistas que no pudieron ser candidatos en el tricolor e hicieron trabajo electoral para el actual grupo gobernante. A cambio les dieron una chamba de tercera en el Poder Ejecutivo.
Finalmente, luego de dejar asentado el aspecto de temporada que tiene este ejercicio, habría que situar esta práctica en la larga duración de la crisis del sistema liberal. No me cabe duda de que este pragmatismo extremo en que están incurriendo la clase política profesional es una muestra más de su crisis y degradación.
A estas alturas de la transición debiera quedar claro a los pocos ilusos que todavía creen en la política profesional, que la lógica de la clase política no es el bien común sino el servirse de la comunidad.
A estas alturas queda claro también que ya no sirve la vieja división ideológica entre izquierda y derecha en el espectro electoral. Todos los partidos comparten una misma visión de la política del interés privado y todos comparten el discurso de libre mercado y democracia liberal. Los matices no sirven para distinguirlos.
Es precisamente esta degradación de la política profesional y el pragmatismo rampante que impera entre los partidos lo que está haciendo crecer, como un tsunami, el desencanto y el abstencionismo. Ya es hora de dejarse de ilusiones, sepultar el sistema liberal que se está desbaratando a pedazos y construir un nuevo sistema político a partir de los múltiples ejemplos que están emergiendo desde abajo.
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