Esto fue lo que se repitió en la conferencia sobre el cambio climático celebrada en Copenhague la semana pasada (1). Es más o menos lo que el consejero jefe científico del gobierno británico, Bob Watson ha venido diciéndoles últimamente. (2). Es la conclusión obvia de montones de publicaciones científicas. Los últimos trabajos de los científicos del Tyndall Centre para la investigación sobre el cambio climático, sugieren que por ejemplo, reducciones globales del 3% anual comenzando en 2020, nos llevaría a un aumento de 4º C a finales de siglo (3,4). De momento las emisiones van en la dirección opuesta, más o menos en la misma proporción. Si continúan así, ¿que significaría? ¿Seis, ocho, diez grados? Nadie lo sabe.
Enfrentados a estas cifras, no puedo culpar a nadie por tirar la toalla. Pero antes de que caigas en el fatalismo, vamos a repasar las opciones.
Si, es cierto que la mitigación ha fracasado hasta ahora. Saboteada por Clinton (5), abandonada por Bush, cumplida a medias por otras naciones ricas, las conversaciones internacionales sobre el clima han sido un fracaso total. Los objetivos fijados no están relacionados con la ciencia y además son ninguneados por los agujeros legales y por un recuento falso de las emisiones. Los países que están cumpliendo con Kyoto lo hacen gracias al comercio de emisiones (6,7). Las naciones que no cumplen sus objetivos como Canadá no se enfrentan a penalizaciones importantes.
Lord Stern lo puso fácil: parece que infravaloró el coste de la mitigación. Como demuestra el Profesor de políticas energéticas Dieer Helm, la percepción de Stern sobre que nuestro consumo puede continuar creciendo mientras nuestras emisiones se reducen es inimaginable (8). Para tener alguna esperanza de hacer unas reducciones sustanciales tenemos que reducir nuestro consumo y transferir recursos a países como China para que puedan hacer el cambio a tecnologías bajas en carbono. Como apunta Helm, “no hay mucho en el estudio de la naturaleza humana y de hecho en el de la biología humana para apoyar el optimismo”.
Pero no podemos abandonar la mitigación a no ser que tengamos una opción mejor. No la tenemos. Si eres de la opinión de que nuestros esfuerzos para reducir las emisiones son vanos, echa un vistazo a nuestros esfuerzos para adaptarnos.
En lo que Stern parece acertar es en proponer que el coste de prevenir la desestabilización del clima 'sea lo grande que sea' es mucho menor que el coste de vivir con él. Alemania se esta gastando 600 millones de Euros en un solo dique para la ciudad de Hamburgo (9) y esto antes de que saliese la noticia sobre que la subida del nivel del mar este siglo será 2 o 3 veces superior de lo que el IPCC pronosticaba (10). Holanda gastara 2200 millones de euros en diques de aquí a 2015, también serán insuficientes. La ONU sugiere que los países ricos deberían transferir entre 50 y 75 mil millones anuales a los países pobres ahora para que se adapten al cambio climático, con un aumento masivo mas adelante (11). Pero nada de esto está ocurriendo.
Una investigación de The Guardian revela que los países ricos han prometido 18 mil millones de dólares a los países pobres para ayudarles a adaptarse durante los últimos siete años, pero solo les han dado un 5% de ese dinero.(12) La mayor parte ha sido transferida por medio de ayudas humanitarias, una ganancia neta para los pobres igual a cero (13) Oxfam ha conseguido un caso convincente de como se debería financiar la adaptación: los países deberían pagar según la cantidad de carbono que produzcan per capita, junto con su posición en el índice de desarrollo humano (14). Basándonos en esto, EEUU deberían aportar mas del 40% del dinero, la UE mas del 30% y Japón, Canadá, Australia y Corea el resto. Pero, ¿cuantas oportunidades hay para que lo acepten?
Además, hay un limite sobre lo que el dinero puede comprar, el IPCC dice que “cambios en la temperatura superiores a 4ºC sobre los niveles de 1990-2000” excedería la capacidad de adaptación de muchos sistemas” (15) A ese punto no hay nada que puedas hacer, por ejemplo: prevenir la perdida de ecosistemas el derretimiento de los glaciares y la desintegración de las principales capas de hielo. En otros temas, expone las consecuencias aún más claro dice “la producción global de alimentos es casi seguro que disminuya por encima de los 3ºC (16). Haber como se sale de eso.
Y la cosa no termina ahí, el IPCC también dice que con un aumento de más de 3ºC la vegetación global se convertirá en “una fuente neta de carbono” (17) Este es solo uno de los efectos retroalimentadores provocados por un mayor nivel de calentamiento. 4ºC nos lleva inexorablemente a 5 o 6ºC: el fin para los humanos, el fin de casi todo.
Hasta hace poco tiempo, los científicos hablaban de concentraciones de carbono y de temperaturas llegando a un máximo y luego cayendo. Pero un reciente estudio del Proceedings of the National Academy of Sciences muestra que “el cambio climático... es en gran medida irreversible por 1.000 años después de que las emisiones se detengan” (18) Incluso si ahora nuestras emisiones fuesen cero, para el año 3000 nuestra contribución a las concentraciones atmosféricas se reduciría en un 40%. Unas temperaturas altas se mantendrán más o menos constantes hasta entonces. Si las producimos nos quedamos con ellas.
En las naciones ricas lo eludiremos durante unas generaciones, y gastaremos prácticamente todo lo que tenemos en adaptarnos. Pero donde más necesario es el dinero, no lo habrá. La deuda ecológica que tenemos con los países pobres nunca será repagada, igualmente como nunca ha sido aceptado que deberían ofrecer compensaciones por el comercio de esclavos, el robo de oro, plata, caucho, azúcar y todas las demás… arrebatadas de sus colonias. Encontrar el deseo político para implementar políticas de choque para reducir la producción de carbono es improbable. Pero encontrar la voluntad política -cuando los desastres ya han comenzado- para gastar dinero en la adaptación de los países pobres en lugar de en los nuestros seria imposible.
El mundo no se adaptará y no podrá adaptarse- la única respuesta adaptativa a una escasez de alimentos es pasar hambre. De las dos estrategias, es la mitigación y no la adaptación, la que se convierte en la opción más factible, incluso si esto extiende el concepto de viabilidad a sus límites. Como subraya Dieter Helm la acción requerida hoy es muy poco probable pero no imposible. En el fondo se trata del bienestar humano y de la ética”. (19)
Si, puede que ya sea demasiado tarde -incluso si reducimos nuestras emisiones a cero mañana- para prevenir un aumento de más de 2ºC, pero no nos podemos comportar como si lo fuese, al hacerlo hacemos que la predicción se cumpla. En esta lucha por dura que sea y aunque veamos pocas posibilidades de éxito, no podemos permitirnos la rendición.
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