Capitalismo y recursos naturales
En esta fase del capitalismo global, uno de los factores esenciales para el mantenimiento y el incremento de las dinámicas de acumulación y concentración del capital es el control y uso de los recursos naturales estratégicos. La apropiación legal o ilegal de mantos freáticos, ríos, lagunas, aguas subterráneas y lagos; de bosques, selvas y territorios de gran biodiversidad; de minas o lugares donde se obtienen recursos minerales para el uso de procesos industriales; o sitios con condiciones climáticas idóneas para el desarrollo de la agroindustria, se han convertido en la principal fuente de conflicto entre habitantes históricos de los territorios que los contienen, frente a grandes empresas y diversas instancias gubernamentales.
Aunque existen diversas corrientes de pensamiento que proclaman que la economía está terciarizada, que se ha volcado al sector de los servicios y que las principales formas de acumulación del capital se generan en procesos cada vez más intangibles y dependientes de las capacidades y del conocimiento de las personas. Sin negar lo anterior, la plataforma que sigue sosteniendo cualquier proceso económico es la base material, es decir, por más que se diga que la economía del conocimiento es la más importante, es insostenible sin la extracción, transformación y desecho de materiales. Precisamente la vertiente teórica llamada economía ecológica da cuenta de cómo la apropiación y uso de los recursos naturales sigue siendo la base fundamental de todos los procesos económicos, es más, como nunca en la historia utilizamos los recursos que nos proporciona el planeta para mantener la “calidad de vida” que tanto exaltamos y buscamos como ideal de las sociedades contemporáneas.
El uso de los recursos naturales se concretiza al menos en cuatro formas: como materia prima central y base para la elaboración de los productos (por ejemplo maderas y productos agrícolas), como insumo para los procesos de producción (por ejemplo agua y recursos energéticos), como un escenario que otorga las condiciones para la producción (por ejemplo campos de cultivo para hortalizas o frutas) y como lugar de depósito de todos los desechos generados en el proceso de producción (por ejemplo ríos y mares), es decir, aunque el producto elaborado sea un teléfono celular, una computadora, un Ipod, un mueble de oficina, una casa, un auto, para todos ellos se necesitaron materiales para poder producirlos.
En un escenario social y ambiental donde los recursos naturales antes citados se han vuelto más escasos por su uso irracional o por la contaminación de la que han sido objeto, el control y apropiación de los territorios en el planeta que siguen siendo ricos en estos recursos, se ha convertido en una necesidad fundamental y estratégica para el desarrollo del sistema económico vigente, es decir, en esta supuesta economía terciarizada los recursos naturales son esenciales para mantener el funcionamiento del capitalismo global. Las grandes empresas transnacionales, frecuentemente en alianza con los gobiernos locales, buscan con vehemencia tener acceso y control sobre estos recursos. Las vías para hacerlo son muchas: desregular las formas de propiedad de la tierra, flexibilizar las condiciones para explotación de los distintos recursos, otorgar concesiones y licencias o fomentar la privatización de territorios o de servicios ligados al uso de éstos. Una de las tareas primordiales de organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial era precisamente impulsar reformas legales e implementación de políticas públicas acordes a las necesidades del capitalismo global. Este proceso, como ya se dijo antes, se ha convertido en el origen de un sin fin de conflictos sociales.
Jalisco no está exento de estos conflictos. Las noticias de los últimos días son una muestra de ello. La defensa encabezada por el Comité Salvabosque Tigre II para mantener el bosque del Nixticuil en el municipio de Zapopan, frente a los intereses de los desarrolladores inmobiliarios; la demanda de la agrupación Un Salto de Vida de que sea cumplido el pliego petitorio de nueve puntos que entregaron al gobierno de Jalisco para resolver el grave problema de contaminación en el río Santiago y que afecta la salud de los habitantes de El Salto y Juanacatlán; la resistencia que mantienen los habitantes de Temacapulín para impedir que su hogar sea inundado para construir la presa El Zapotillo, que surtirá de agua a la ciudad de León; el impedimento de los indígenas nahuas del ejido de Ayotitlán, en el municipio de Cuatitlán de Barragán, de que empresarios de Colima empezaran obras para la extracción de hierro, oro, plata y plomo en su territorio; las críticas de empresarios agrícolas locales del sur de Jalisco ante la implementación del megaproyecto de plantación de 4 mil hectáreas de berries en esa región del estado; la oposición del pueblo wixárika de la construcción de un tramo de la carretera Bolaños-Huejuquilla que atraviesa sus tierras, son algunos casos que ejemplifican estos procesos. En todos estos casos mencionados el común denominador es que hay recursos naturales en disputa que pretenden ser utilizados en alguno de los procesos económicos demandados por el capitalismo global y donde hay algún tipo de resistencia social.
En un contexto donde el capitalismo requiere reactivarse ante la profunda crisis en la que está inmerso, y donde los recursos naturales son cada vez más escasos, lo previsible para el futuro próximo es el incremento y agudización de estos conflictos. Habrá que estar atentos a estas dinámicas y procesos, ya que mientras sigamos permitiendo que este modelo de desarrollo sea hegemónico, los conflictos sociales estarán a la orden del día y la viabilidad de nuestras sociedades estará en entredicho.
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