Aprender de Lilia Ruiz
Rubén Martín
No escucho con frecuencia a Lilia Ruiz Chávez, una de las voces más representativas del movimiento de afectados por las explosiones del 22 de abril, pero cada que tengo la oportunidad me convenzo de que es posible hacer otro tipo de política. Una muy distinta a la que hacen los desprestigiados políticos profesionales.
La conducta y el discurso de la representante de la agrupación Abril en Guadalajara contienen varias características necesarias en otro tipo de política, además Lilia Ruiz habla con más inteligencia y coherencia que la gran mayoría de los políticos profesionales.
Por eso creo que conviene escuchar con atención las palabras que ayer expresó en San Sebastián de Analco. “Pretendemos instaurar una campaña que permita hacer del conocimiento de la ciudadanía, que fuimos traicionados, no solamente nosotros sino todos los jaliscienses y mexicanos que creímos posible un cambio, un sistema renovado de la política, que no robara, que no se corrompiera, que ordenara e hiciera más eficientes las instituciones públicas, que no mintiera. Ahora los vemos en la opulencia, en el despilfarro y en la desfachatez, que se sirvieron del dolor y el malestar generado por las explosiones de 1992 para llegar al poder”.
Lilia Ruiz habló luego en un programa de radio de un cambio de táctica en su movimiento. “Durante 17 años hemos sido el grupo que más hemos luchado, por lo menos para que no se olvide el caso, y también para tratar de que se haga justicia a las personas afectadas. Y como no se ha hecho, pretendemos ahora cambiar de táctica. Si ustedes se dan cuenta, en los 16 años anteriores estuvimos en Palacio de Gobierno a entregar un pliego petitorio que nunca sirvió de nada, en esta ocasión no lo presentamos. Ustedes han visto que en otras ocasiones hemos hecho movilizaciones, marchas, mítines, plantones, y que tampoco han servicio de mucho. Entonces ahora nosotros pensamos cambiar de táctica. Una lucha más profunda y de manera diferente a la que hemos venido innovando […]”.
En estos 16 años los damnificados han utilizado un variado repertorio de movilizaciones: marchas, huelgas de hambre, plantones en plazas públicas y en sedes de gobierno, entrega de pliegos petitorios, acceso a medios… Nada ha servido. Por eso el cambio de táctica.
“Ya se les hizo tan familiar enfrentar un plantón o una manifestación, ya encontraron la forma de que se les resbale, ya no les importa, ya no les preocupa, ya saben cómo calmar a la gente a base de mentiras, ya saben cómo tranquilizar a la gente con promesas que finalmente no van a ser cumplidas, y bueno, no nos queda más que cambiar de táctica porque no podemos hacer otra cosa. Esperemos que si ahora nuestra actitud y nuestra lucha van a ser diferentes, pues que la respuesta también sea diferente”.
El aprendizaje de este movimiento social que revela las palabras de Lilia Ruiz, no es privativo de los damnificados. En los últimos meses otros movimientos sociales han llegado a conclusiones semejantes. Les ha pasado casi igual a los pobladores de El Salto, a los colonos de La Ciudadela, a los defensores del bosque de El Nixticuil, al pueblo de Mezcala, a miles de trabajadoras de la industria electrónica, a decenas de comunidades ejidales que enfrentan despojos.
De nada sirve acudir a los canales oficiales. Los gobiernos panistas ya tienen un repertorio de respuestas para quienes salen a la calle: los cansan, les piden que formen una comisión, los envían con otro funcionario, les mandan a un servidor de cuarta, les prometen una entrevista con el gobernador que jamás llega y si todo eso falla, los amenazan con la fuerza pública o les inventan una demanda legal.
Por eso es alentador el cambio de táctica anunciado por Lilia Ruiz y el movimiento que representa. Podríamos pensar que varios movimientos sociales en Jalisco han aprendido que si quieren ser escuchados, atendidos y respondidas sus demandas, deben de dejar las típicas marchas de La Normal a la Plaza de Armas y dejar de entregar sus pliegos petitorios a las puertas de Palacio. Eso ya no sirve o sirve muy poco. Vienen más acciones directas y un reforzamiento de los lazos de base en los movimientos. La inteligencia con la que habitualmente se conduce Lilia Ruiz me hace pensar que algo bueno saldrá para los movimientos sociales de este cambio de táctica que está anunciando. Y claro está, todo esto alejado del mundo de la política electoral.
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