Martha Ruth y la tragedia ambiental
- En tres patadas, por Diego Petersen Farah
Lo que extraña, pues, es que ella sea la que se queje y se sorprenda de haber salido como salió
La “sorpresiva” salida de la secretaria de Medio Ambiente no tiene nada de sorpresa. La pregunta no es ¿por qué la corrieron?, sino ¿cómo duró tanto una relación tan mala y poco productiva como la de la señora Martha Ruth del Toro y el gobernador Emilio González Márquez?
Martha Ruth del Toro llegó a la cartera de ecología como parte de una cuota de grupo. Apareció y se mantuvo por cuatro años recomendada y apoyada por Alberto Cárdenas Jiménez. No era una experta en el tema; muchos de los secretarios tampoco lo son. No era parte del grupo ni mantenía una buena relación con el gobernador; no era la única. No hacía equipo con los demás secretarios y tenía agenda propia. Como ella misma lo dijo en diversas entrevistas, nunca tuvo la misma visión que el jefe del Ejecutivo. Las reuniones entre la ahora ex secretaria y el gobernador eran escasísimas, por no decir inexistentes, y la relación pasó de fría, a punto de congelamiento. Lo que extraña, pues, es que ella sea la que se queje y se sorprenda de haber salido como salió.
¿Cuál fue la gota que derramó el vaso, ese pequeño estirón que rompió una cuerda ya demasiado tensa? No fue, por supuesto, el problema con los alcaldes, ni la petición del PAN para removerla, ni siquiera la famosa acusación de desvío de recursos. Cuando a alguien se le acusa desde casa de desvío de recursos, el mensaje no es que lo van a meter al bote, el mensaje es que se quede quieto. Tampoco fue, como dice la señora Martha Ruth del Toro, un tema de intereses externos que quisieran presionarla porque ella estorbaba en el camino. La señora se fue porque nunca entendió quién era su jefe. En un equipo político se puede no estar de acuerdo con el jefe y mantenerse al margen. Lo que no se puede es jugar en contra, y Martha Ruth se quiso dar el lujo de desatender reuniones con el gobernador para hacer su propia agenda política.
Que la hayan despedido por Blackberry Chat (por mensajito, pues) y a través del secretario de Gobierno, y no de manera directa y personal, habla de la molestia del gobernador. No quiso cuidarla, ni protegerla; no fue una salida por motivos políticos en la que la presencia de una persona al cargo de cierta cartera se haya vuelto insostenible. Fue un hasta aquí montado en una manifestación y una carta del PAN, igualmente montadas. Al Estado no le va a pasar nada sin la señora Del Toro; al Gobierno, tampoco. La pregunta importante es ¿quién debería ocupar esa cartera? Al interior del PAN y del gabinete ya se están moviendo para promover a gente afín (en política control de presupuesto es poder). Fernando Guzmán tiene su candidato, Hernán Cortés cree que por haberse prestado a la grilla merece ser tomado en cuenta, etcétera. Lo único que no importa en este nombramiento es quién puede realmente hacer bien las cosas. De lo que podemos estar seguros es que la tragedia en materia ambiental continuará, más allá de la puesta en escena del affaire Martha Ruth.
Martha Ruth del Toro llegó a la cartera de ecología como parte de una cuota de grupo. Apareció y se mantuvo por cuatro años recomendada y apoyada por Alberto Cárdenas Jiménez. No era una experta en el tema; muchos de los secretarios tampoco lo son. No era parte del grupo ni mantenía una buena relación con el gobernador; no era la única. No hacía equipo con los demás secretarios y tenía agenda propia. Como ella misma lo dijo en diversas entrevistas, nunca tuvo la misma visión que el jefe del Ejecutivo. Las reuniones entre la ahora ex secretaria y el gobernador eran escasísimas, por no decir inexistentes, y la relación pasó de fría, a punto de congelamiento. Lo que extraña, pues, es que ella sea la que se queje y se sorprenda de haber salido como salió.
¿Cuál fue la gota que derramó el vaso, ese pequeño estirón que rompió una cuerda ya demasiado tensa? No fue, por supuesto, el problema con los alcaldes, ni la petición del PAN para removerla, ni siquiera la famosa acusación de desvío de recursos. Cuando a alguien se le acusa desde casa de desvío de recursos, el mensaje no es que lo van a meter al bote, el mensaje es que se quede quieto. Tampoco fue, como dice la señora Martha Ruth del Toro, un tema de intereses externos que quisieran presionarla porque ella estorbaba en el camino. La señora se fue porque nunca entendió quién era su jefe. En un equipo político se puede no estar de acuerdo con el jefe y mantenerse al margen. Lo que no se puede es jugar en contra, y Martha Ruth se quiso dar el lujo de desatender reuniones con el gobernador para hacer su propia agenda política.
Que la hayan despedido por Blackberry Chat (por mensajito, pues) y a través del secretario de Gobierno, y no de manera directa y personal, habla de la molestia del gobernador. No quiso cuidarla, ni protegerla; no fue una salida por motivos políticos en la que la presencia de una persona al cargo de cierta cartera se haya vuelto insostenible. Fue un hasta aquí montado en una manifestación y una carta del PAN, igualmente montadas. Al Estado no le va a pasar nada sin la señora Del Toro; al Gobierno, tampoco. La pregunta importante es ¿quién debería ocupar esa cartera? Al interior del PAN y del gabinete ya se están moviendo para promover a gente afín (en política control de presupuesto es poder). Fernando Guzmán tiene su candidato, Hernán Cortés cree que por haberse prestado a la grilla merece ser tomado en cuenta, etcétera. Lo único que no importa en este nombramiento es quién puede realmente hacer bien las cosas. De lo que podemos estar seguros es que la tragedia en materia ambiental continuará, más allá de la puesta en escena del affaire Martha Ruth.
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