1.9.09

Provoca mortandad en animales que beben del cauce, denuncian rancheros

Lixiviados de Hasar's y dos granjas porcícolas arruinan el arroyo Milpillas

En Huaxtla y San Lorenzo exigen a la Proepa evitar más daños al medio ambiente

RAÚL TORRES

El agua del arroyo Milpillas luce ennegrecida
El agua del arroyo Milpillas luce ennegrecida Foto: FOTO LA JORNADA JALISCO

En Huaxtla y San Lorenzo hace años que dejaron de prever los días de lluvia por el comportamiento de los animales o la humedad en el ambiente y hoy miden las probabilidades de precipitaciones según el color ennegrecido del agua que corre por el arroyo Milpillas, uno de los principales afluentes en esa región de Zapopan. Y es que en ambos poblados, uno en cada margen del arroyo, saben que cuando va a llover quienes manejan los vertederos Hasar’s –de inversión privada– y Picachos –de administración pública–, ubicados ambos en la parte alta de la cuenca, dejan correr sus lixiviados directamente en el cauce del Milpillas.

Aunque el jueves de la semana pasada la Procuraduría Estatal de Protección al Ambiente (Proepa), atendiendo a un reclamo de los habitantes de ambos poblados, clausuró durante 24 horas a Picachos, donde el Ayuntamiento de Zapopan concentra diariamente más de mil 200 toneladas de residuos, la gente en Huaxtla y San Lorenzo aún se pregunta por qué la dependencia estatal no procedió de la misma manera contra Hasar’s y las dos granjas porcícolas que también están señaladas en la denuncia que presentaron ante las autoridades el 12 de agosto pasado.

Es domingo por la mañana, hace ya tres días que la Proepa levantó la clausura de Picachos y durante la madrugada una fuerte lluvia cayó por este rumbo; Teódulo Orozco, habitante de Huaxtla, mira el arroyo Milpillas justo en el punto donde se le une otro pequeño riachuelo que baja desde Mesa de San Juan: “ahí se ve la diferencia, así es el color del agua de aquí, agua zarca –dice mientras apunta al hilo de agua que baja desde una colina–. Acá en el arroyo, aunque llovió, el agua se ve negra, menos que otros días, pero sigue negra”.

Haciendo un recorrido desde donde comienzan a filtrarse los lixiviados de los basureros hacia el arroyo, el primer sitio afectado es el balneario Milpillas; su propietario, Saúl Castro, recuerda que hace tres años el ayuntamiento le clausuró el negocio y lo obligó a demoler las albercas que tenía dentro del cauce del arroyo argumentando que el agua estaba contaminada. Lo que nunca hizo el municipio en aquel entonces fue revisar cuál era la fuente de contaminación; hoy el balneario no recibe ni a la mitad de personas que antes solían ir ahí a pasar el día.

Junto al balneario, siguiendo el cauce del Milpillas, Enrique Hernández Arámbula tiene un rancho en el que hoy se le impide a los niños y al ganado acercarse al arroyo; sus animales comenzaron a morir hace seis años, ya todos los puercos se le murieron y el problema continúa agudizándose. “Hace dos años se me murieron 30 reses de un jalón, este año van 15 vacas y 11 yeguas. El pozo de donde sacamos agua ya también está contaminado y tenemos que traer agua embotellada de otros lados. Todos nos enfermamos constantemente del estómago. No hace falta ser experto para saber que el río está contaminado, es negro y huele peor que animal muerto”, relata este ganadero de bigotes largos y canos.

En San Lorenzo y Huaxtla la situación es parecida. Ahí hubo una época en que la mayoría de las personas vivían de la cosecha de mango barranqueño que se daba en las tupidas huertas que aún existen en ambas márgenes del arroyo y se vendía en el Mercado de Abastos de Guadalajara. “Hoy San Lorenzo parece asilo de ancianos ­–cuenta Rubén Castro, uno de los propietarios de estas huertas en Huaxtla– y aquí cada vez somos menos los que nos podemos mantener de eso; si antes trabajaban 10 personas en una huerta y no se daban abasto, ahora con cuatro que trabajen pueden bajar los poquitos mangos que se dan”.

Por su parte, Martín Benítez cuenta que desde hace aproximadamente ocho años, cuando detectaron la contaminación en el arroyo Milpillas, de donde tomaban agua para abastecer al pueblo, tuvieron que buscar otro sitio de donde llevar el líquido. Así, decidieron colocar una manguera desde el sitio que conocen como El Salto, ubicado junto a una cascada que se convierte en afluente del arroyo antes de que este desemboque en el río Santiago.

Los paisajes de la zona atraen a turistas y grupos que hacen caminatas por los cañones y colinas, incluso, la gente de Huaxtla asegura que el balneario comunitario es un sitio al que llega gente de otros países atraída por la belleza natural de la región. Hoy la calidad del agua de El Salto y el balneario, donde se ubica otro nacimiento de agua, es lo que más preocupa a la gente de este poblado.

“Si se contamina el agua de El Salto pues entonces tendríamos que sacar agua de aquí del balneario, y si se nos contamina esta agua entonces sí ya nos jodimos”, afirma Benitez, quien es uno de los encargados de las piscinas por donde constantemente corre el agua desde el lugar donde surge. Hoy este balneario es el sustento más importante para al menos la mitad de las 200 personas que viven en Huaxtla.

Desde un desfiladero en el terreno de Rubén Castro se alcanza a ver el sitio donde se unan el Milpillas y el Santiago, y en días de mucho calor –asegura– además de ver la espuma que se forma en el cauce, el olor del río alcanza a subir para marear a los que ahí viven. También, desde ahí, se ven las copas cenizas de muchos árboles de mango que comienzan a secarse.

Daños, responsabilidades y pagos

Los afectados por la contaminación del arroyo iniciaron una lucha legal y hasta las autoridades han clausurado por 24 horas el vertedero de Picachos; ellos se preguntan qué pasa con Hasar’s y las porcícolas, pues el agua negra sigue corriendo en el Milpillas.

Al respecto, la secretaria de Medio Ambiente para el Desarrollo Sustentable, Martha Ruth del Toro Gaytán, explicó que la Proepa debe hacer las revisiones correspondientes en todos los sitios denunciados y recordó que hay un estudio encargado por el Consejo Metropolitano en el que se analizan las condiciones de todos los vertederos de la ciudad y los sistemas de recolección para determinar su viabilidad.

La funcionaria aseguró que los primeros resultados de este estudio se presentarán en septiembre y de él depende que Picachos y Hasar’s sigan funcionando o se clausuren definitivamente.

Para Del Toro Gaytán la elección que en su momento hicieron las autoridades para hacer de Picachos un vertedero intermunicipal no fue la mejor, pues su geografía es compleja y las condiciones del suelo, por su permeabilidad, no son las más aptas. Sin embargo, la secretaria prefirió no adelantarse y esperar los resultados del estudio.

Por su parte, el regidor en funciones de alcalde de Zapopan debido a que el presidente municipal, Juan Sánchez Aldana, se encuentra de viaje, señaló tras la clausura temporal de Picachos que el municipio haría un recuento de daños para resarcirlos. Para muchos de los habitantes de Huaxtla el daño es irreparable, por ello exigen que se garantice que los vertederos y las porquerizas no contaminarán más el arroyo y se actúe rápido en este sentido.

Según los plazos fijados por Proepa a Picachos, el Ayuntamiento de Zapopan tiene hasta mediados de octubre para garantizar que no habrá más escurrimientos de lixiviados al arroyo y se tratarán los que ya están en las rebosantes lagunas del vertedero.

Por lo pronto, hoy pobladores de los pueblos afectados, que incluyen los de Milpillas y Mesa de San Juan, se reunirán con las autoridades municipales y la Proepa para hcer un recorrido por Picachos y supervisar las primeras obras a las que se condicionó su reapertura.

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