30.12.10

Gente que no se deja

Rubén Martín

Buzz 2010-12-30•Acentos

El infierno, la película mexicana más taquillera del año, intento ser un retrato crudo y realista del país. Pero el filme se quedó corto. La realidad mexicana es peor que la retratada en esa película. Hay más violencia y cada vez más atroz, hay cada vez más delincuencia común, y a su vez más incentivos para miles de jóvenes a formar parte de estas empresas. Y todo alimentado por la incapacidad de una clase gobernante, cuya estrategia real no consiste en terminar el crimen organizado y acabar con la impunidad, sino justificar el uso de la fuerza pública y del ejército en las calles para aplacar las resistencias en curso y para enfrentar una eventual rebelión de las clases bajas.

Este es el verdadero infierno. La falta de legitimidad que hay en las clases gobernantes y su incapacidad para seguir ofrecer salida a una crisis económica, política y social.

¿Cómo reaccionamos los tapatíos y jaliscienses ante el desastre y la crisis que hay en el país?

A pesar de las evidencias en contrario, se sigue pensando que los tapatíos y los jaliscienses siguen siendo sujetos pasivos y que aceptan sin inmutarse las cadenas de impunidades, injusticias, agravios y opresiones que se hacen presentes en la vida diaria de la mayoría de los habitantes de esta región. Curiosamente, quienes piensan que los tapatíos son apáticos, son en muchos casos activistas, militantes, profesionales de ONG’s y académicos que se asumen como políticamente conscientes.

Contrario a lo que creen estos grupos, a lo largo del año hubo constates protestas, resistencias y acciones colectivas y políticas de múltiples grupos por todo el estado.

Prácticamente todos los pueblos y comunidades indígenas siguieron resistiendo los casos de despojo que enfrentan desde hace varios años: los huicholes en contra de los proyectos carreteros estatales y las inversiones mineras privadas; los cocas de Mezcala resistieron con éxito el absurdo programa de celebración del Bicentenario que los excluía mientras están a la espera de una resolución agraria para recuperar el terreno que tienen invadido; los nahuas del sur se defendieron también de las invasiones a sus tierras de particulares y de empresas mineras.

Otro campo de acción popular muy activo fue protagonizado por personas y comunidades que están padeciendo la devastación medioambiental que hay en Jalisco: los pobladores de El Salto y Juanacatlán, las comunidades de Huaxtla e Ixtacán, los pobladores de Ixtlahuacán de los Membrillos.

La costa de Jalisco es, como dijo el diputado Salvador Caro, una “alberca de gasolina”. Hay combustible social en cualquier punto derivado de la agresiva penetración del capital privado para quedarse con las mejores playas y despojar y desalojar a los pobladores que décadas atrás trabajaron esa tierra que ahora es codiciada por los capitalistas. Además del conflicto en Tenacatita, hubo litigios por tierra en todos los municipios costeros. Es tal la resistencia de los pueblos y comunidades que prácticamente la policía estatal sirvió como ejército de ocupación para penetrar y privatizar tierras y playas. Producto de esa confrontación hay decenas de causada judiciales en contra de pobladores casi una veintena de presos. Se trata claramente de una criminalización de la protesta social.

Las expresiones de lucha abierta siguen siendo muy difíciles en la esfera laboral, especialmente en la producción industrial debido a la complicidad del sindicalismo charro con los empresarios. A pesar de este férreo control, este año salieron a manifestarse trabajadores de la industria electrónica y automotriz para denunciar las explotadoras condiciones de trabajo que imperan en estos negocios.

Hubo, además, luchas campesinas, de productores agrarios, ambientalistas, trabajadoras sexuales y cuantiosas luchas de burócratas estatales y municipales, entre ellas una cadena de protestas de bomberos de varios municipios (Zapopan, Guadalajara, Tlajomulco).

En resumen, ante el desastre que se propicia desde arriba, abajo hay gente que no se deja. Este antagonismo social tiene visos de agudizarse el año que viene. Seguramente veremos expresarse en las calles, pero también de manera soterrada, a la gente que no se deja y que está harta del infierno que las clases gobernantes ofrecen como horizonte de vida. 2011 será un año más intenso.

No hay comentarios: