Pistas sobre el origen de la epidemia
Rubén Martín
En apenas tres días el país en que vivíamos se transformó de golpe: más de 33 millones de estudiantes de todo el país sin clases, todo el sistema de salud al tope, los cines, bares y antros cerrados, los templos desolados, las farmacias desbordadas, compras de pánico, las calles del Distrito Federal y de Guadalajara vacías, los videoclubes abarrotados, las guarderías cerradas, las madres trabajadoras exasperadas…
Bastó un mensaje de cinco minutos del secretario federal de salud, José Ángel Córdova, el jueves pasado para llegar a este cambio tan repentino de nuestros hábitos cotidianos.
¿Es posible que esta enfermedad que ha trastornado las vidas de los mexicanos haya sido producida por las pésimas condiciones de una granja porcícola de capital estadunidense asentada en un poblado de Veracruz? Al parecer sí. Cada vez son más las evidencias que apuntan a que el origen de este brote de influenza tuvo su origen en la comunidad de La Gloria, municipio de Perote, Veracruz.
Ahí está asentada Granjas Carroll, una empresa cuya mitad de su capital pertenece a Smithfield Foods, Inc (con sede en Virginia), empresa que paradójicamente no opera en su propio país por la contaminación que provocaron sus criaderos. Granjas Carroll llegó a Perote en 1994 y anualmente produce alrededor de 800 mil cabezas de cerdo.
En apenas tres días han salido a la luz pública varios reportes, particularmente del corresponsal de La Jornada en Veracruz, Andrés Timoteo Morales, que dan cuenta cómo desde finales de marzo la comunidad La Gloria, donde hay tres mil habitantes, reportó que 60 por ciento de su población padecía “un extraño brote de infecciones respiratorias agudas, las que en algunos pequeños se convirtieron en bronconeumonía”.
¿Pero qué hizo la autoridad de salud de Veracruz? Lo mismo que el secretario de salud de Jalisco ante el problema de contaminación en El Salto, Jalisco: negarlo y esconderlo.
Jorge Morales Vázquez, reportero de Milenio Xalapa, describió así el ambiente que padecen los pobladores de La Gloria. “Se verificó la proximidad de las granjas y cómo las ‘lagunas de oxidación’ de las mismas, en donde se somete a un proceso de descomposición aéreo los desechos fecales de lo cerdos —que se vuelve gas metano—, son las responsables del fétido olor que inunda a poblaciones como La Gloria […] Contigua a las lagunas de oxidación, se encuentran los denominadas biodigestores, que no son más que fosas cubiertas con una puerta de metal, en donde se tiran los cuerpos de los cerdos enfermos o que han sufrido alguna herida por peleas o aplastamiento en las granjas. En estos agujeros cavados en el suelo, los cuerpos se descomponen, lo que representa una fuente de contaminación y proliferación de moscas, que posteriormente, empujadas por el viento, viajan hasta la comunidad de La Gloria, en donde se albergan en los domicilios”.
Mike Davis apuntó en un estupendo artículo en La Jornada hacia la responsabilidad que tiene la industria de producción de carne en la generación y mutación de virus animales que afectan a humanos. “En esencia, se trata de una transición desde los chiqueros a la antigua hacia vastos infiernos de excremento, de naturaleza sin precedente, en los cuales decenas, incluso cientos de miles de animales con sistemas inmunes debilitados se sofocan entre el calor y el estiércol e intercambian patógenos a velocidad de vértigo con sus compañeros de presidio y sus patéticas progenies. Quien haya viajado por Milford, Utah —donde las subsidiarias de Smithfield Foods producen cada año más de un millón de cerdos por cabeza, así como cientos de pozas llenas de mierda tóxica—, entenderá por intuición hasta qué punto las agroindustrias han interferido con las leyes de la naturaleza”.
En resumen, me voy quedando con una hipótesis: la epidemia de influenza es producto del contaminado ambiente producido por las empresas que en su búsqueda del lucro y ganancia, les vale madre ensuciar el ambiente. Estamos, en resumen, ante un caso extremo del costo que nos está pasando el planeta ante la destrucción del medio ambiente causado por la lógica capitalista de conseguir ganancias y lucro a costa de lo que sea. Ya es tiempo de decir basta y de parar esta absurda y criminal lógica impulsada por los intereses capitalistas. Ahora, más que nunca, la lógica de obtención de beneficios y ganancias está poniendo en riesgo nuestras vidas ¿Lo vamos a permitir?