11.2.10

Para dar el salto

Pocas cosas hablan tan claramente de una sociedad como sus cuerpos de agua. EL INFORMADOR

  • En tres patadas por Diego Petersen Farah

En tres patadas por Diego Petersen Farah

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La gente que vive en las orillas del Río Santiago se muere de lo mismo que los que no vivimos en sus orillas. No hay un dato contundente que nos permita establecer con claridad que vivir junto al Santiago es más o menos peligroso que vivir en Miravalle, el centro, Talpita o Providencia. El cáncer ha aumentado en El Salto de manera alarmante, y en el resto del Estado también. Eso no significa que la situación de la salud en El Salto esté bien y que no haya que hacer nada; significa que la contaminación del agua, del aire, y el sistema de vida de la ciudad nos está afectando a todos.

Dice la sabiduría popular que como traes los zapatos traes el trasero. Alguien que no se limpia lo que se ve, tampoco lo hace con lo que no se ve. Pocas cosas hablan tan claramente de una sociedad como sus cuerpos de agua. Como tratamos nuestros ríos y lagos, tratamos el resto de nuestro ambiente. El Río Santiago, con todo y pena, es el reflejo de lo que somos como sociedad. Si ensuciamos el agua, por qué no las calles; si no respetamos el agua que tomamos, menos aún el espacio que habitamos. Si no cuidamos lo que vemos, menos el aire que respiramos.

Hay dos formas de leer los resultados del estudio. La primera es que vivir al lado del río no afecta a nadie; la segunda es que la contaminación en el río nos está afectando a todos, no solo a los vecinos de El Salto. ¿Cuánto? No sabemos. Y no lo sabemos porque el aire y la comida que llega a nuestros mercados y llevamos a nuestras mesas están también contaminados por metales pesados y químicos que afectan igualmente la salud. ¿A quién le echamos la culpa? A todos y a nadie, pero eso no nos lleva a ningún lado.

Limpiar el Río Santiago no va a aumentar de una día para otro la expectativa de vida de los jaliscienses y no va a acabar con el cáncer en El Salto ni en Guadalajara. Limpiar el Santiago es comenzar a arreglar la casa y comenzar a respetarnos a nosotros mismos. Los principales beneficiarios serán los que viven en los alrededores, los que ahora sufren vivir ahí, pero el beneficio final es para toda la ciudad. Dar el salto a una nueva cultura del agua (que implica entre otras cosas pagar, y caro, por ensuciarla) cambiará muchas más cosas que el río.
CRÉDITOS: Informador Redacción / RC

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