14.2.10

MAMA YA ESTA MUERTO...


“Mamá, ya está muerto...”
Familiares y vecinos recuerdan en su tumba a Miguel Ángel López, a dos años de su deceso.


2010-02-14•Ciudad y Región

Una tumba pintada de azul, del color del cielo reflejado en el agua más pura, contiene un hecho paradójico: bajo su tierra están sumergidos los restos del niño Miguel Ángel López, quien ayer hace dos años murió por envenenamiento con arsénico después de hundirse en las aguas negras del río Santiago, según se aseguró.

El Comité Ciudadano de Defensa Ambiental de El Salto convocó a una guardia de honor en el aniversario luctuoso del infante, al mediodía. Sin embargo, fueron muy pocos los que llegaron a esa hora: la abuela, la madre, su hermanito y un tío. Quien primero llegó fue la abuela, Martina Ruvalcaba Torres. La mujer echó un vistazo al cementerio de la cabecera municipal, donde sólo un par de reporteros aguardaban.

Como una suerte de analogía del momento del incidente, un poco tarde, a las 12:26 horas, llegó la mamá, María del Carmen Rocha Mendoza, sin saludar siquiera a su propia madre. Llegó directamente a la tumba, llorando y llamando a su hijo. Su otro hijo, de unos diez años, intentaba calmarla, nervioso ante la cámara que lo tomaba: “Mamá, ya está muerto. Si está muerto, tiene una cruz”.

En octubre del año pasado, la familia de Miguel Ángel demandó al gobernador Emilio González Márquez y a 19 autoridades más, señaladas por la organización Conciencia Cívica como presuntas responsables de la muerte del niño. La suma demandada fue de 20 millones de pesos. “¡No han hecho nada, nada!” Reclamó en seguida a la escueta tumba, que no tenía siquiera grabado el nombre del niño: “¡Ni una corona se merece mi hijo, voy a creer!”. Un altar, era lo que pedía: “¡Estoy bien jodida yo, no puedo hacer nada!”.

María del Carmen lamentó que las autoridades no han actuado aún sobre la contaminación del río, y lo mismo sintió de las declaraciones del secretario de Salud, Alfonso Petersen Farah, quien en días pasados declaró, según dijo sustentado en un estudio, que vivir junto al río no significa mayores riesgos a la salud: “¿Cómo se atreven a decir eso?”, cuestionó la madre.

La abuela refirió que tras la muerte del niño, del 13 de febrero de 2008 a la fecha, “no ha cambiado nada, lo único que ha dejado es mucha tristeza, porque fue un niño que las aguas contaminadas del río Santiago le arrancaron la vida. Es un niño que debería de andar corriendo, estudiando, y sin embargo, ahí está, inerte”.

Por cierto, si fueron pocos los que asistieron a esta guardia luctuosa, fue porque vecinos de la colonia La Azucena, donde vivía Miguel Ángel, repudian a la madre del menor por la demanda de 20 millones de pesos que interpuso, ya que, asegura el Comité Ciudadano de Defensa Ambiental de El Salto, las autoridades ya le habían ofrecido reubicarla de domicilio, pero ella prefirió demandar, con lo que evitó que se sentara un precedente jurídico que hoy permitiría que se tomaran en serio los riesgos de vivir junto al río, y la consecuente reubicación del resto de habitantes.
Sergio Blanco

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