30.6.09

Hasta que se les quite el miedo

No hace falta leer los sondeos o las encuestas para darse una idea del sentimiento generalizado de desconfianza, hartazgo y frustración que hay en torno a las elecciones del próximo domingo. Ni siquiera es necesario navegar en internet y ver la cantidad de grupos que se han formado bajo el lema de anula tu voto, vota independiente o “Esperanza Marchita”. Sólo hay que parar las orejas y escuchar lo que dicen los estudiantes de un salón de clases, los comensales en el puesto de tacos de la esquina, los pasajeros del microbús, las mamás afuera del kínder, el taxista, los deportistas en el gimnasio, o los oficinistas del piso ocho para entender lo que está pasando.

El descontento generalizado no es con la democracia per se, sino con el sistema de partidos y con la falta de rendición de cuentas en México, y este sentimiento parece haber llegado a un punto crítico. En Guadalajara, Puebla, Ciudad de México, Zacatecas y muchas otras ciudades más del país se ha articulado ese descontento en el primer movimiento social organizado en México en la era de Twitter, Facebook y demás redes sociales de internet.

Pese a este momentum que parece vivir el movimiento, su impacto real la mañana del lunes 6 de julio podría no ser el esperado. Si para el día después de la elección se dan a conocer los primeros resultados y éstos muestran que el abstencionismo no fue tan alto, y que el total de los votos nulos o por candidatos no registrados fue menor a 5%, no faltará quien hable de este movimiento en el pasado, como un fracaso que no logró trascender a un grupo de élite. Sin embargo, un resultado así sería más revelador de un sistema político que nació temeroso y que sigue teniéndole miedo a la ciudadanía activa.

Diseñado con candados a la participación ciudadana por todos lados, sin posibilidad de candidaturas independientes, sin mecanismos como la reelección legislativa para evaluar directamente a quienes nos gobiernan, con uno de los corporativismos más afinados en el mundo para aglutinar a la ciudadanía sólo dentro de los canales institucionales, y con un sistema clientelar que convierte a los ciudadanos en adictos a las rentas, el sistema político mexicano sigue todavía atrapado en la era del PRI a nueve años del gobierno del PAN.

Un mal resultado para el movimiento a favor del voto nulo o del voto independiente diría mucho más del funcionamiento de ese sistema político anti ciudadano que de las debilidades del movimiento mismo. Sin embargo, a la mañana siguiente de la elección quienes integran este movimiento ciudadano tendrán un diagnóstico preciso de los retos en los años que vienen. No haber conseguido la meta este 2009 no debería ser visto como un fracaso, sino como una oportunidad para que el movimiento evolucione, crezca, se articule mejor y esté listo para 2012, o hasta cuando el sistema político reaccione y se le quite el miedo a la ciudadanía.

GENARO LOZANO / Profesor del ITAM.

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