El auge del tequila propició una “migración por relevos”: experto
■ La industria no tiene capacidad para retener, argumenta Fernando González, de 7 Leguas
■ La preferencia por la bebida revierte el movimiento poblacional: Ramón González, del consejo regulador
Tania Molina Ramírez
Debido al incremento en la siembra de agave, los productores ahora no encuentran mercado y no saben qué hacer con la planta madura, señala un investigador del tema. En la imagen, un campo de agave en Arandas Foto: Arturo Campos Cedillo
Si uno va a los Altos de Jalisco, en particular a Arandas, se encontrará con que los jimadores son chiapanecos, reveló Jorge Durand, investigador de la Universidad de Guadalajara (UdeG) y referente indispensable en procesos migratorios México-Estados Unidos.
“En los Altos de Jalisco, en Arandas, existe migración desde hace más de un siglo. A partir del auge del tequila. Ahora la gente de Chiapas llega a trabajar a la cosecha del agave”, explicó a La Jornada el también miembro de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos (sólo ocho mexicanos son miembros).
Debido a que la gente de Jalisco prefiere irse a Estados Unidos que trabajar la tierra, se “importa la mano de obra. La llamo ‘migración por relevos’”, dijo el autor de Clandestinos: migración México-Estados Unidos en los albores del siglo XXI.
Así que funciona como una especie de cadenita: los chiapanecos trabajan el campo jaliscience (y “ya no cultivan café en Chiapas”); los jalisciences, a su vez, trabajan en Estados Unidos (y no siembran sus tierras).
En Arandas se paga a destajo a los trabajadores agrícolas, por tanto, “trabajan muchísimo”.
Por otro lado, el agave ha funcionado en favor de los campesinos ausentistas: están fuera durante siete años, mientras la planta crece, y luego regresan a la cosecha. El auge del agave “ha provocado la descampesinación”, advierte el investigador.
En lo que se refiere al uso de la tierra, Durand, quien actualmente hace su año sabático en la Universidad de Princeton, dijo que “hay una distorsión” debido a que la tierra en planos, “tierra buena, para cultivos buenos”, es usada para el agave. Y mencionó un par de casos: “En la zona tequilera, hacia Ameca (región centro, zona Valles de Jalisco), puedes encontrar cultivo de caña y, al lado, una plantación de agave. Tienes una tierra de primera calidad para caña usada para agave”. También en la ribera del lago de Chapala hay agave. “¿Cómo es posible que en tierra fértil se siembre agave? El agave es para el cerro”.
Por su parte, Fernando González, director general de la empresa de tequila artesanal 7 Leguas, opinó que “la industria tequilera no tiene la capacidad de retener a quienes migran”.
Controversia
En cambio, Ramón González, director general del Consejo Regulador del Tequila (CRT), afirmó: “Tenemos los elementos para decir que esto (la migración) se está revirtiendo” y que recientemente el auge tequilero, y sobre todo el turismo relacionado con él, “está contribuyendo a que no haya migración”.
En 1999, el precio del agave estaba alto, por lo tanto, “la gente empezó a sembrar”, explicó a La Jornada Peter Gerritsen, investigador del Centro Universitario de la Costa Sur, de la Universidad de Guadalajara. Pero nueve años después bajó de 18 pesos a cerca de un peso el kilo. “Los productores están desesperados”, dijo Gerritsen. Algunos no han sabido qué hacer y tienen el agave ahí, maduro. Otros empezaron su propia destilería: “Hubo un auge de destilerías locales, porque ya no se podía vender el agave a la industria”. La bebida se comercializa como licor de agave (para usar el nombre de tequila los productores necesitan contar con un registro y cumplir con una serie de requisitos).
Cerca de 80 por ciento del agave usado por las grandes empresas tequileras es producción propia, el restante lo compran a externos.
En una inestable industria como la tequilera, los principales afectados son los productores.
En lo que respecta a la migración, Gerritsen opinó que habría que verlo en el contexto de que Jalisco, históricamente, ha sido uno de los cuatro estados de mayor índice de migración. Así que no se puede responsabilizar solamente al cultivo del agave. Además, los productores suelen dedicarse también a otros cultivos, como el maíz; por lo tanto, para comprender la situación del campesino jalisciense habría que tomar en cuenta el panorama general del deteriorado campo mexicano y de las pobres políticas agrícolas.
Gerritsen, si bien no tiene cifras, como resultado de su trabajo en la costa sur opinó que la migración “se mantuvo o se incrementó”, pero no cree que haya disminuido.
“En los Altos de Jalisco, en Arandas, existe migración desde hace más de un siglo. A partir del auge del tequila. Ahora la gente de Chiapas llega a trabajar a la cosecha del agave”, explicó a La Jornada el también miembro de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos (sólo ocho mexicanos son miembros).
Debido a que la gente de Jalisco prefiere irse a Estados Unidos que trabajar la tierra, se “importa la mano de obra. La llamo ‘migración por relevos’”, dijo el autor de Clandestinos: migración México-Estados Unidos en los albores del siglo XXI.
Así que funciona como una especie de cadenita: los chiapanecos trabajan el campo jaliscience (y “ya no cultivan café en Chiapas”); los jalisciences, a su vez, trabajan en Estados Unidos (y no siembran sus tierras).
En Arandas se paga a destajo a los trabajadores agrícolas, por tanto, “trabajan muchísimo”.
Por otro lado, el agave ha funcionado en favor de los campesinos ausentistas: están fuera durante siete años, mientras la planta crece, y luego regresan a la cosecha. El auge del agave “ha provocado la descampesinación”, advierte el investigador.
En lo que se refiere al uso de la tierra, Durand, quien actualmente hace su año sabático en la Universidad de Princeton, dijo que “hay una distorsión” debido a que la tierra en planos, “tierra buena, para cultivos buenos”, es usada para el agave. Y mencionó un par de casos: “En la zona tequilera, hacia Ameca (región centro, zona Valles de Jalisco), puedes encontrar cultivo de caña y, al lado, una plantación de agave. Tienes una tierra de primera calidad para caña usada para agave”. También en la ribera del lago de Chapala hay agave. “¿Cómo es posible que en tierra fértil se siembre agave? El agave es para el cerro”.
Por su parte, Fernando González, director general de la empresa de tequila artesanal 7 Leguas, opinó que “la industria tequilera no tiene la capacidad de retener a quienes migran”.
Controversia
En cambio, Ramón González, director general del Consejo Regulador del Tequila (CRT), afirmó: “Tenemos los elementos para decir que esto (la migración) se está revirtiendo” y que recientemente el auge tequilero, y sobre todo el turismo relacionado con él, “está contribuyendo a que no haya migración”.
En 1999, el precio del agave estaba alto, por lo tanto, “la gente empezó a sembrar”, explicó a La Jornada Peter Gerritsen, investigador del Centro Universitario de la Costa Sur, de la Universidad de Guadalajara. Pero nueve años después bajó de 18 pesos a cerca de un peso el kilo. “Los productores están desesperados”, dijo Gerritsen. Algunos no han sabido qué hacer y tienen el agave ahí, maduro. Otros empezaron su propia destilería: “Hubo un auge de destilerías locales, porque ya no se podía vender el agave a la industria”. La bebida se comercializa como licor de agave (para usar el nombre de tequila los productores necesitan contar con un registro y cumplir con una serie de requisitos).
Cerca de 80 por ciento del agave usado por las grandes empresas tequileras es producción propia, el restante lo compran a externos.
En una inestable industria como la tequilera, los principales afectados son los productores.
En lo que respecta a la migración, Gerritsen opinó que habría que verlo en el contexto de que Jalisco, históricamente, ha sido uno de los cuatro estados de mayor índice de migración. Así que no se puede responsabilizar solamente al cultivo del agave. Además, los productores suelen dedicarse también a otros cultivos, como el maíz; por lo tanto, para comprender la situación del campesino jalisciense habría que tomar en cuenta el panorama general del deteriorado campo mexicano y de las pobres políticas agrícolas.
Gerritsen, si bien no tiene cifras, como resultado de su trabajo en la costa sur opinó que la migración “se mantuvo o se incrementó”, pero no cree que haya disminuido.
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