También analizan irse del lugar antes de que se agudice la contaminación
Amenazan colonos y pescadores de la ribera de Cajititlán con tapar canal de aguas negras
En el kilómetro 15 de la carretera Tlajomulco-Cajititlán se alcanza a divisar la laguna del mismo nombre, que semeja un enorme espejo de agua, a pesar de que las lluvias no han sido tan copiosas en este temporal.
Rodeada de cerros verdes, aire limpio y abundante vegetación, parecería ser el sitio ideal para establecer una residencia toda la vida. Sin embargo, desde hace un año los pobladores de las delegaciones de San Miguel Cuyutlán y Cuexcomatitlán han denunciado la grave contaminación del vaso lacustre mediante un canal que construyó el Ayuntamiento de Tlajomulco para desfogar las aguas residuales de los nuevos fraccionamientos y en algunos casos las descargas residuales.
Los residentes valoran dos opciones: tapar el canal con arena y escombro o marcharse del lugar antes de que la contaminación se torne más aguda.
Por lo pronto, dice el presidente de la Asociación de Colonos Coyotl del fraccionamiento Las Gaviotas, Norberto Clark, que ya no soportan el hedor que emana del canal. “La gente se ha enfermado”, resalta.
“Nos duelen los ojos, nos duele la cabeza, hay vómitos, etcétera, etcétera. Porque acuérdate que en 15 minutos se acostumbra el olfato a ya no distinguir los malos olores, pero a mí inclusive un perro se me murió porque salió y bebió agua y se enyerbó”, dijo el representante vecinal.
La contaminación no ha llegado a los límites del municipio de El Salto, donde se han registrado casos de personas con cáncer e insuficiencia renal; sin embargo, Clark no descarta que pudiera haber situaciones semejantes que no se hayan reportado porque la gente de este lugar, asegura, es más reservada.
Las Gaviotas, en la delegación de San Miguel Cuyutlán, es un fraccionamiento con casi 15 años de antigüedad que colinda con la laguna de Cajititlán. A unos metros de las primeras viviendas se encuentra el canal de aguas sucias, que los vecinos suponen provocó la mortandad de peces registrada el pasado 11 de agosto.
Sus residentes recuerdan que el atractivo de vivir rodeados de vegetación y aguas cristalinas que bajaban de los cerros a raudales, los motivó a comprarse un “terrenito” e irlo edificando poco a poco. Hoy, dice Nancy Gámez, una de las vecinas, ni siquiera tienen agua potable para bañarse.
“Nos dañaron la bomba de agua potable, el pozo que teníamos era un pozo con agua limpia, que era con el que surtíamos el agua para todos, aquí en el fraccionamiento, y ese pozo se dañó. Nos dañaron la bomba”, dijo.
“Se baña uno en la Laguna y parece manteca”, agregó uno de los pescadores que acudió para inconformarse.
La construcción del canal inundó además los terrenos de otros residentes que aún no empiezan a edificar, y es muy probable que no puedan hacerlo, dice Nancy, porque esos predios ya no sirven para vivienda.
Vender sería una opción, pero con el tamaño de la contaminación a cuestas, nadie querrá comprarles, precisa otra de las vecinas.
Ahora el municipio de Tlajomulco ni siquiera les quiere llevar agua potable a través de pipas.
Clark menciona –sin estar seguro– que alrededor de 243 fraccionamientos vierten sus aguas negras al canal en litigio, y de ahí sigue su trayectoria hasta la Laguna de Cajititlán.
Las aguas negras dañaron el transformador que bombea agua potable a las viviendas y a una arboleda compuesta por tules.
Ante la alerta sanitaria, la Asociación de Colonos se constituyó en asamblea permanente y cada semana se reúne para tomar decisiones. En la última de ellas, y como una medida drástica ante el desdén de las autoridades, se consensuó rellenar el canal con arena y escombro.
Ayer sería el día en que tres camiones descargarían el material sobre el conducto, pero nunca llegaron.
A unos metros del fraccionamiento sobre la mencionada carretera, el Ayuntamiento de Tlajomulco construye una planta de saneamiento de aguas negras, pero no se incluirán las del canal en conflicto.
“Desde ahorita se los digo, esa planta de tratamiento será un elefante blanco”, vaticina el líder vecinal.
Para los pescadores no es menor la contaminación de la Laguna. Del vaso lacustre depende la economía y alimentación de casi 200 familias que viven en la ribera.
La pesca ha disminuido, reconoce Ramón Parrilla, pescador de la delegación de San Juan Evangelista.
“Se nos va a terminar la fuente de trabajo, ése el problema y el pendiente de la gente”, señala.
Comenta que se han hecho pruebas toxicológicas a los peces y todavía son consumibles, pero la interrogante es por cuánto tiempo.
En la actualidad se pesca mojarra, tilapia, huachinango, charal y una clase de pez verde, cuyo nombre no recuerda el lugareño.
Cuando no se logra colocar el producto en los mercados de la Zona Metropolitana de Guadalajara, el pescado sirve para el autoconsumo.
“Si ellos (los colonos) apoyan a la gente de los pueblos ribereños, por qué no apoyarlos a ellos, es un vaso regulador de aquí, se contamina el lago, se contaminan todos los pueblos”, asevera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario