20.8.09

Impuestos, mis huevos

Salivita

Ricardo Salazar

Eso fue lo que exclamó un señor que compraba el periódico el sábado por la mañana y leyó en la portada que el secretario de Hacienda, Agustín Carstens, anunciaba que para septiembre habría nuevos impuestos. Luego lo llamó marrano y se soltó con una retahíla de razones por las que él no estaba dispuesto a pagarle más a Lolita. La principal es porque el pueblo siempre se chinga y los gobernantes siguen teniendo vida de reyes, todo se les paga, además de su salario y también roban, así lo dijo, roban, y permiten que sus cuates roben.

A mí no me consta lo segundo, pero lo primero sí, así que creo que el indignado buen hombre tiene razón. No es posible que una vez más nos venga el gobierno a pedir que nos apretemos el cinturón y con una mano en la cintura estire la otra para pedirnos, exigirnos, que paguemos más. No, más allá de que la crisis nos tenga con los gastos recortados, la verdadera razón para oponerse a un aumento de impuestos es porque el gobierno no ha hecho su tarea.

En la más reciente reforma fiscal, que de miscelánea no pasó, gran parte de la discusión se basó en que somos pocos los contribuyentes cautivos y a esos son a los que Hacienda nos hinca el diente. De acuerdo con las últimas cifras oficiales disponibles, para 2006 había 18 millones 788,167 contribuyentes. Esto es que menos de 20 por ciento de la población del país paga impuestos (claro, eso sin contar el IVA que nomás por comprar ya nos aplicaron sin que nos diéramos cuenta) y aquí está la gran pregunta: ¿Qué hizo la Secretaría de Hacienda en los últimos años para aumentar la base de contribuyentes?, ¿usted vio que hicieran una campaña o una afiliación masiva? No, se limitaron a crear otro impuesto más conveniente para cobrarle más a los mismos, a los que ya tienen de los huevos, pero nada hicieron para afiliar más gente al SAT.

Por otra parte, ¿cuánto tiempo tenemos hablando de la crisis? Mínimo dos años. Ya sabíamos que ahí venía, que nos iba a afectar a todos, que la cosa se iba a poner peliaguda ¿y qué hizo el gobierno?, ¿acaso puso en marcha un plan de austeridad en el que incluyó a todos sus funcionarios de primer, segundo y tercer nivel?, ¿diseñó políticas de ahorro como hizo la hormiga del cuento para ir guardando recursos para cuando nos hicieran falta? No. Se dedicó, como la cigarra, a dejar que el tiempo pasara, a gastar lo mismo y a pedirle a la virgencita que el impacto no fuera tan feo. Pero acciones concretas no hizo. Al contrario, se dedicaron a crear pseudoempleos con dinero público en tiempos de elecciones para que les trajeran votos y hoy no saben qué hacer con tanto eventual. Los gobiernos municipales, estatales y el federal contrataron a miles de personas para que, con la playera de los colores del gobierno, se pusieran a juntar papeles, a regar plantas, a dar informes y algunos hasta a hacer trabajos de albañilería, pero hoy esas y otras plazas se vuelven insostenibles y como ya no hay votos de por medio, pues sorry.

Y no, no se bajaron el sueldo, faltaba más. No, no dejaron de pagar sus comidas en buenos restaurantes con dinero del erario. No, no dejaron de viajar con gastos pagados con nuestros impuestos. No, no hablaron menos por teléfono para ahorrar la lana de los contribuyentes. No, no dejaron de comprar autos de lujo para su servicio con todo y chofer. No, tampoco dejaron de compartir beneficios con sus cuates que antes eran sus choferes y ahora son secretarios. Y para colmo, hicieron tan mal su chamba que las obras que dizque licitaron para que costaran menos terminaron alargándose y costando el doble o más.

Además, sabiendo que el petróleo se está acabando y que nuestra economía depende de él, nada hizo, y nada hace, el gobierno para fomentar la producción y uso de energías alternativas o para fomentar una movilidad sustentable. Y no me refiero sólo a los locales y estatales, sino al federal. El único transporte que ha impulsado depende del petróleo: en este país no hay nada más que coches, aviones y camiones (bueno, y burros), todos operando con combustibles fósiles ¿qué pasaría sí hoy se acabara el petróleo? Nada más tendríamos un país en bancarrota y sin tener cómo moverse, o lo que es lo mismo: un pequeño gran caos. Y para allá vamos, si el gobierno sigue pasmado como está.

Todas estas razones demuestran que el gobierno no hizo su tarea y por eso hasta que no la haga, se topará con oposición a nuevos impuestos. Así que antes de presentar una reforma fiscal, el señor Carstens y sus secuaces nos deben presentar primero su programa de austeridad, eliminar de un plumazo sus gastos pagados por el erario en comidas, teléfonos y transporte. Nos deberán dejar claro su plan para ampliar la base de contribuyentes y nos deben presentar alternativas sustentables de energía. Nos deben presentar un programa para adelgazar la burocracia que además incluya uno que la eficiente. Ah y de pasito deben eliminar primero los privilegios a los líderes sindicales que viven como ladillas del presupuesto, corran a los virreyes Romero Deschamps y a Elba Esther Gordillo, y luego, sólo luego de eso, hablamos de más impuestos.

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