Los precios del petróleo y de los alimentos parecen estar jugando una alocada carrera. Día a día se reparten los titulares de los diarios del mundo y consumen horas de televisión con sus nuevos record.
El barril de crudo, que a comienzos de 2007 costaba menos de 50 dólares, para inicios del 2008 ya estaba por encima de los 100 y, aun sin llegar a la mitad del año, ha superado los 130 dólares. Algunos analistas aseguran que mas pronto que tarde romperá la barrera de los 200.
Si bien el incremento más espectacular en el consumo de petróleo procede de China, pues ha pasado de gastar 2,4 millones de barriles diarios en 1990 a casi 7 en 2007, el consumo anual per cápita de petróleo es de 25 barriles en el caso de los EE.UU., 11 por británico y 2 por cada chino . El mercado del petróleo por otra parte está concentrado en siete grandes empresas multinacionales de las que cinco son norteamericanas y tienen el control prácticamente total de la distribución mundial.
Aunque las diferentes fuentes dan datos algo distintos, se calcula que hay en el mundo algo así como 1,1 billones de barriles de crudo por extraer. Eso quiere decir que si se mantiene la producción actual, esas reservas desaparecerán completamente en 2043. Pero los problemas, como vemos, ya han empezado a aparecer. Los alimentos, por su parte, no se quedan atrás. El precio internacional del arroz, dieta básica de casi la mitad del mundo, pasó de 300 dólares la tonelada a mas de 1.200 dólares. Y el precio del trigo y el maíz, fundamentales en la dieta de prácticamente la otra mitad de la población, ha aumentado casi un 50% desde el año pasado. Un estudio de la FAO, considerado el de mayor nivel técnico del planeta, estimó que en los próximos diez años los promedios de los precios nominales, en relación a la década anterior, se incrementarán en un 20% para la carne de vaca y de cerdo. El azúcar subirá un 30%; el trigo, el maíz y la leche descremada en polvo entre un 40% y un 60%. Los precios de la manteca y las oleaginosas crecerán más del 60% y los aceites vegetales un 80%. Este organismo prevé que dentro de una década "el 40% de los cultivos de maíz podrían ser destinados a la producción de energía".
Se calcula que hoy en el planeta hay mas de 860 millones de personas que sufren hambre y desnutrición. Si los aumentos previstos se hacen realidad, esta cifra superará ampliamente la friolera de los 1000 millones.
Ante este panorama, las soluciones de recurrir a cultivos modificados genéticamente o que se replanteen los programas de producción de biodiésel, que se proponen desde los Organismos internacionales como la FAO, la OMC, el BM o el G8, aparecen como la mejor muestra de que el sistema de poderes, marcadamente economicista en que vivimos, es incapaz de reaccionar ante el anunciado genocidio de la quinta parte de su población, en manos de un pequeño grupo de los mas imperturbables asesinos.
Tenemos entonces que cambiar el sistema para que la ganancia de las empresas deje de ser lo mas importante. Para que la agricultura vuelva a producir alimentos para personas y no combustibles. Para que los combustibles sucios actuales, principales causantes del cambio climático, puedan ser reemplazados por energías limpias. Para que nuestra forma de vida no destruya el planeta y amenace con destruir a nuestra propia especie. Para que todos podamos tener una vida digna.
Nos reencontramos la próxima semana, con una nueva entrega de esta publicación.
Ricardo Natalichio
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