Acojonados
Huizapol
Myriam Vidriales
“Porque somos más, jalamos más parejo, ¿por qué estar siguiendo a una bola de pendejos?”
Molotov
A lo largo de años hemos aprendido a no pensar ni actuar por nosotros mismos. A no tener poder. Debemos confiar y depender de nuestros representantes. ¿Quién resolverá el crimen? La policía. ¿Quién velará por nuestro bienestar laboral? El sindicato ¿Quién cuidará de nuestra salud? El Seguro Social. ¿Quién educará a nuestros hijos? Las maestras. La regla es que sin nuestros ellos todo sería un caos. Nada funcionaría. El mundo se caería.
¡Sorpresa! Hoy los movimientos ciudadanos a favor del voto nulo y la abstención que han nacido de ciudadanos anónimos tiene acojonados a todos los beneficiarios de la retórica oficial. Ahora ya salieron con que detrás de todo esto hay mentes malignas (y partidistas) que buscan manipular (otra vez) nuestras conciencias, llevarnos por el mal camino y destruir nuestra democracia. Porque claramente, si nadie nos ha enseñado a pensar por nosotros mismos, para esta gente inconcebible que estas ideas de no votar o de votar en blanco vengan de mentes independientes de personas no corporativizadas.
Los políticos profesionales, y todos los que de ellos viven, tiene razón en estar acojonados. Se les va a caer el teatrito. Lo resumió muy bien ayer el consejero electoral Arturo Sánchez, al quejarse del movimiento de voto nulo: “Esto dinamita todo lo que hemos construido”, dijo. ¿Y qué es eso que se dinamitará? Sus prebendas, sus sueldos, su burocracia, su ineficiencia, su incapacidad de representarnos, sus negociaciones debajo del agua, su sistema de reparto entre los peces grandes que se comen a los chicos, su forma de sojuzgarnos, de ignorarnos, su impunidad. Yo también me preocuparía mucho si fuera uno de ellos.
Que la gente comprenda que sus acciones negativas, como abstenerse activamente o votar en blanco, tienen un impacto real en la política es muy peligroso. Que se organicen, que hablen entre ellos, que metan el tema a la agenda nacional sin la mano de un partido de por medio, es inconcebible para una clase política acostumbrada a que vayamos obedientes a votar, a escoger entre la mierda y comernos el plato bien calladitos. Hacer lo contrario es casi revolucionario, y esa palabra, ya se sabe, hace mucho que fue secuestrada por el PRI para instalarla en su nombre.
No se trata de nunca más votar. No se trata de no participar. Se trata de todo lo contrario. Vamos a recordarles que juntos somos más, que somos más fuertes, que nuestro punto de vista cuenta, que cuando la política institucional se ha convertido en un arma para sojuzgarnos, ignorarnos y abusar de nuestra confianza podemos exigir un alto y los cambios que pueden hacer posible una democracia aterrizada en nosotros, los ciudadanos. Revocación de mandato, reelección, referéndum, son palabras que pueden ser reales. Que nuestros diputados y regidores nos contesten el teléfono y atiendan nuestras necesidades, no es un sueño, puede ser una realidad. Nosotros podemos, aún desde nuestras diferencias, sumar y elevar nuestra voz, exigir nuestro derecho y decir, como por cierto hicieron hace no tanto los indígenas desposeídos de este país, gritar un fuerte y claro: ¡Ya basta! Abstención activa o voto nulo. Vamos juntos. Todos. Ya.
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