16.11.10

Las presas no son proyectos sustentables para el abasto de agua a grandes ciudades, dice

La lucha de Temacapulín sería más fácil con la ayuda de la Iglesia: Gabriel Espinosa

El sacerdote lucha para evitar la construcción de El Zapotillo; el purpurado se lo prohibe

JORGE COVARRUBIAS

El sacerdote Gabriel Espinosa en la manifestación en el centro de Guadalajara la semana pasada
El sacerdote Gabriel Espinosa en la manifestación en el centro de Guadalajara la semana pasada Foto: FOTO HÉCTOR JESÚS HERNÁNDEZ

Su lucha no tiene límites ni comparación con las otras que sí tienen el respaldo de la Arquidiócesis de Guadalajara. Él no arenga a la sociedad para impedir que parejas homosexuales se unan en matrimonio o puedan adoptar a menores. Tampoco se le ve en banquetes codeándose con políticos y empresarios. Es el sacerdote Gabriel Espinosa Íñiguez. Su causa es la defensa de un pueblo que podría desaparecer bajo el agua si llega a terminarse la presa El Zapotillo. Un pueblo en el que habitan principalmente ancianos y niños. Temacapulín es el lugar al que se aferra el padre Gabriel, asumiendo su protección como un pastor que cuida a su rebaño, con el apoyo de organizaciones sociales. De ahí son sus padres, abuelos y bisabuelos. Dicen los pobladores y activistas sociales que lo han seguido desde hace años que el cardenal de Guadalajara, Juan Sandoval Íñiguez, le ha reprendido en varias ocasiones por andar en el movimiento e incluso se le ha amenazado con aplicarle penas canónicas, es decir, una suspensión para retirarle su investidura. El padre lo niega. Por más de un año se mantuvo alejado de la población, al recibir el nombramiento de párroco de La Magdalena, una población que se ubica por el rumbo de Tesistán. (carretera a Colotlán, kilómetro 2.5) En ese entonces (principios del 2009) el titular de la Comisión Estatal de Agua (CEA) César Coll Carabias, señaló al párroco como el artífice de encabezar un movimiento de oposición entre los habitantes de Temacapulín para que no se construya el embalse y entonces vino su separación ordenada por el purpurado. La semana pasada fue uno de los impulsores de la manifestación de los habitantes en el centro de Guadalajara y del cierre del predio de Talicoyunque, donde se levanta el nuevo centro de población.

En el 2008 Sandoval Íñiguez se pronunció en contra de la presa y no lo ha vuelto a hacer. Es el padre Gabriel quien se ha encargado de la defensa del pueblo y del patrimonio de la Iglesia. En Temacapulín se encuentra la Basílica de la Virgen de los Remedios, un templo con más de 250 años de antigüedad, por el que no ha respondido la Arquidiócesis.

En entrevista con La Jornada Jalisco el presbítero subraya que la doctrina y principios de la Iglesia le obligan a estar con los más pobres.

–¿Cómo fue que se involucró en el movimiento?

–Bueno, el involucrarme yo en el movimiento de Salvemos Temaca es en primer lugar porque yo soy originario de esta comunidad, de ahí son mis padres, mis abuelos, mis bisabuelos, ahí están mis raíces, entonces haz de cuenta que yo no me involucré, yo ya estoy involucrado desde que nací con la sangre de la gente de Temaca. Fue hace cinco años cuando empezamos a visitar el Congreso del Estado, que mis parientes me hablaron para que los acompañara, entonces esto ya es un trabajo de cinco años de andar diciéndole al gobierno que busque otras alternativas para solucionar las necesidades de agua y pues poco a poco yo he ido aprendiendo que estamos en un mundo que tiene mucha bondad; tenemos el agua, los bosques, la selva, tenemos recursos naturales, algunos son renovables, otros no, pero el agua es una riqueza que tenemos y debemos administrarla bien y toda la gente de Temaca hemos ido aprendiendo que las presas no son proyectos sustentables para el abasto de agua a las grandes ciudades. Yo lo dije desde el principio en 2008 que yo no comulgo con los principios de construir ciudades monstruo como las estamos haciendo en Guadalajara. Creo que las comunidades humanas deben ser comunidades en donde haya seguridad, donde haya cultura, donde haya tradiciones que se respetan, que se promueven, que la gente se conozca, en donde sepas de quien te cuidas, con quien cuentas, donde las personas tienen un nombre y no un número. En cambio en las grandes ciudades, que es lo que está sucediendo en Guadalajara, en el DF, en otras ciudades no solamente de México, sino del mundo, eres una ficha, eres un número. Entonces yo parto del principio de fe de que a Dios no le gusta que vivamos amontonados, eso también es promiscuidad. Yo creo que debemos aprender a vivir civilizadamente y la civilización se da más bien en comunidades pequeñas o medias que en este tipo de ciudades. Es el principio que me mueve a luchar por Temaca, debemos privilegiar y apoyar las poblaciones pequeñas que también tengan empleo, que también haya apoyos al campo, que tengan escuelas, porque si no, viene la migración.

–¿Se había desaparecido más de un año del movimiento, por qué?

–Bueno, lo que pasa es que en un movimiento tiene que haber momentos de mucha euforia, momentos de mucha presencia, y también momentos de reflexión, momentos de tomar fuerzas y aquí estamos. Yo no creo haberme desaparecido, sino que uno más bien tiene que hacer otras comisiones dentro del movimiento y no necesita estar uno visible, ora sí como las vitaminas.

–¿No sería más fácil la lucha de Temaca con el apoyo decidido de la Arquidiócesis de Guadalajara, concretamente del cardenal Juan Sandoval Íñiguez?

–Bueno, yo creo que la lucha de Temaca sería más fácil no solamente con la ayuda de la Arquidiócesis de Guadalajara sino con la ayuda de la Arquidiócesis de San Juan de los Lagos, a la que nosotros pertenecemos como Temacapulín, a las diócesis de León, Guanajuato, a toda la Iglesia. La Iglesia tiene una doctrina, que es la doctrina social de aplicar el evangelio en las realidades temporales, eso propiamente lo deben hacer todos los bautizados. Como yo soy bautizado entonces a partir de ahí tengo una obligación moral y aparte como mexicano tengo una obligación cívica de trabajar en esto, pero propiamente la Iglesia está haciendo su parte. La Iglesia tiene una doctrina, yo solamente trato de aplicarla en un problema concreto. Si los obispos u otros sacerdotes o la pastoral social de las diócesis se quiere sumar a la causa, pues que bueno, eso es maravilloso porque es decirle a los gobernantes que la voz del pueblo no es otra cosa que la voz de Dios, ese es un dicho popular: la voz del pueblo es la voz de Dios. Entonces aquí no hacemos otra cosa más que decir la voz del pueblo.

–¿Pero sabiendo en las esferas en que se mueve el cardenal no resultaría benéfico para los habitantes un pronunciamiento suyo?

–Yo creo que los pronunciamientos deben hacerlos las personas que corresponden darlos, en este caso el cardenal como otros obispos, los sacerdotes o la Iglesia a través de una vocería como son las vocerías de los arzobispados podrían pronunciarse. No se les puede obligar porque esto es algo de conciencia.

–¿Pero sí se les puede pedir?

–Claro, se les ha invitado para que ellos consideren una postura firme a favor de los pueblos porque es una obligación pronunciarnos a favor de la vida, a favor de la justicia, a favor de la paz, a favor de la libertad. El pueblo de Temacapulín lo ha pedido, lo hemos pedido a través de distintas cartas, a través de visitas, entonces ellos tendrán que buscar el mejor momento en que puedan pronunciarse. Yo sé que el cardenal se pronunció en julio del 2008 diciendo que dejaran a la gente de Temaca en paz, que buscaran otras opciones. Yo creo que ha habido pronunciamientos, cuando tú me hablas de los círculos en que se mueve el cardenal, bueno yo desconozco porque no convivo todos los días con el señor cardenal, pero yo creo que hay autoridades morales en el estado de Jalisco que podrían pronunciarse no solamente a favor de Temaca, sino a favor de muchas cosas y esa es una obligación de todos los bautizados, nuestra obligación es anunciar el evangelio y denunciar lo que se oponga al evangelio y esto de la presa de El Zapotillo es en contra del evangelio.

–Pero es de sobra conocido que el cardenal se codea con el gobernador Emilio González Márquez.

–Yo desconozco eso, yo no sé si se codea con el gobernador, no tengo yo conocimiento de ese asunto.

–¿El padre Gabriel se expone a penas canónicas por representar a un movimiento como éste?

–Yo creo que no soy objeto de ninguna pena canónica porque yo solamente estoy acompañando con la oración, con la concientización a las comunidades, y estoy realizando un acto como un hombre creyente. Y si aparte a que soy hombre creyente también tengo a mi cargo la guía de una comunidad, pues he ido aprendiendo que hay momentos en la historia de las comunidades en que el sacerdote no puede quedarse callado, no puede quedarse al margen de las alegrías del pueblo. Dice el apóstol San Pablo en una de sus cartas, dice en la carta a los Corintios, si un miembro de la Iglesia sufre todos sufren, si un miembro de la Iglesia está alegre todos se alegran, no podemos, mientras la gente sufre nosotros ser indiferentes ante el sufrimiento de la gente. Entonces yo invitaría a toda la Iglesia a que se unan a este movimiento de la revolución del agua porque no solamente es Temaca, es la comunidad tapatía, jalisciense, mexicana y hoy también la comunidad internacional la que se une a nosotros. Pues yo creo que más bien la invitación sería para todos los obispos de México y para todos los sacerdotes y para todos los agentes de la pastoral social en que sigamos unidos en predicar el Evangelio con la palabra y con el testimonio de vida a favor de los derechos, especialmente de los más pobres y de los más débiles porque así lo ha pronunciado el papa en Aparecida, en Brasil hace tres años y este es uno de nuestros retos como Iglesia en América que evangelicemos, que trabajemos por un mundo más justo.

–¿Usted en lo personal ha buscado el apoyo al interior de la Arquidiócesis?

–Bueno yo como sacerdote claro que sí, he invitado a sacerdotes, hemos enviado información a los obispos para que ellos se enteren de primera mano de lo que está sucediendo.

–¿Y lo están apoyando?

–Ellos han recibido nuestras invitaciones y algunos sí están apoyando.

–¿Y nunca le han llamado la atención?

–Pues me han preguntado por qué estoy en el movimiento y tengo tres razones básicas; la primera es porque soy de Temaca; la segunda, porque se están cometiendo injusticias contra mi pueblo, contra la gente que yo quiero y que tengo una obligación de conciencia a ayudar a que se defiendan, ser la voz de los que no tienen voz; y tercero, porque la lucha de Temaca puede iluminar otras luchas, es una lucha pacífica, es una lucha que tiene razón, no es una rebeldía sin causa.

–¿Sería el momento coyuntural o la oportunidad para que la Arquidiócesis demuestre que está con los desprotegidos?

–Pues yo creo que si no es coyuntural, al menos sí es una ocasión oportuna para que la gente de fe, pastores y fieles nos podamos pronunciar. Cuando hay alguna tragedia en el mundo, en algún pueblo, siempre hay alguna palabra del pastor que aliente a seguir adelante.

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