“Las plantas de tratamiento de aguas son una falsa solución ambiental”
Por otra parte, en el Río Lerma, concretamente en la cuenca alta, situada en el Estado de México, se pretende que una planta de tratamiento de aguas residuales sirva a 500 empresas de la zona, cuando apenas puede procesar un tercio de toda el agua que las mismas usan en un año. Los dos tercios restantes quedan contaminados con metales que causan enfermedades pulmonares, fallas renales e hipertensión.
Los dos ejemplos anteriores muestran lo que Greenpeace (@greenpeacemx) llama la “permisividad” de los tres niveles de gobierno, y la falta de cumplimiento a las normas que regulan el vertido de químicos.
Este sábado 10 de enero, en Puerto Vallarta, la organización ambientalista presentó el estudio Ríos tóxicos: Lerma y Atoyac. La historia de negligencia continúa. Un documento que demuestra la presencia de metales pesados en el agua, causantes de enfermedades renales, pulmonares, hipertensión, daños en el sistema nervioso, cáncer y otras enfermedades.
Ríos Tóxicos también plantea que las plantas de tratamiento de aguas residuales que se encuentran en ambas cuencas contribuyen muy poco a solucionar los vertidos tóxicos.
El informe, dice la organización internacional, “muestra la falta de cumplimiento de las normas de descarga, la nula inspección, supervisión y sanción para las industrias (…) y los graves problemas de salud para cientos de comunidades”.
El documento se presentó después de que el emblemático barco de la organización, el Rainbow Warrior, atracara en Puerto Vallarta, a donde llegó procedente de Mazatlán. El Rainbow Warrior llegó a Sinaloa el 7 de enero para recorrer el Pacífico, el Caribe y el Golfo, en una campaña de denuncia que prolongará hasta el 22 de febrero.
Traer a aguas mexicanas la joya de la corona de Greenpeace, tiene sentido cuando el propio Instituto Mexicano de Tecnología del Agua, organismo público, reconoció en 2008 que la contaminación en el Atoyac es ocho veces superior a lo aceptable.
Para el estudio, Greenpeace tomó tres muestras en el Lerma: una, del agua que vierte al río la planta de tratamiento Reciclagua. Las otras dos fueron del propio cauce y del sedimento del río. Ambas fueron tomadas kilómetros más delante de la planta.
En el Atoyac también tomaron otras tres: Una, del agua que se vierte por un tubo que usan varias industrias del Corredor Industrial Quetzalcóatl y las dos restantes fueron del agua y del sedimento.
Tras analizar las seis muestras, éstos son, en resumen, los hallazgos que le permiten a Greenpeace decir que en México, el tratamiento de aguas es una “falsa solución”.
1. En ambos ríos hay cadmio y cromo: Ambos metales están en el grupo de mayor riesgo para la salud en la clasificación que hace la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer. El primero causa enfermedades pulmonares, arruina los riñones y afecta los huesos. El segundo daña el hígado y provoca úlceras en la piel.
En la muestra del sedimento del Lerma se presentó la mayor concentración de cromo y cadmio. Eso significa que, aunque alguna vez el agua llegue a estar limpia, el riesgo para la vida acuática, seguirá.
2. El agua del Lerma, contaminada con zinc y manganeso: En el agua y en el sedimento del Lerma hay siete metales pesados además del cadmio y el cobre. Los dos con más concentración son el zinc y el manganeso.
El zinc causa fiebres, escalofríos, fatiga, dolores musculares, así como alucinaciones y confusión mental. El manganeso es un “disruptor hormonal”, es decir: afecta al sistema endócrino y al reproductivo.
3. La planta tratadora del Lerma emite contaminantes. La llamada planta Reciclagua no soluciona el aporte de contaminantes, sino que además, ella también los emite. Entre las sustancias encontradas está un químico usado por la industria textil, llamado pentaclorofenol, que provoca mutaciones en el sistema inmunológico y endócrino.
4. 28 compuestos químicos en el Atoyac. Greenpeace analizó la presencia de 51 compuestos en todas las muestras. El resultado es que en el Lerma hay 34 compuestos químicos que causan cáncer y son disruptores hormonales, y en el Atoyac hay 28. Por sus propiedades físicas y químicas, todos esos compuestos son fácilmente dispersados en el aire y afectar a comunidades cercanas a los ríos.
5. En el agua del Atoyac hay presencia de vanadio. La inhalación de este metal puede causar cáncer.
La responsable de la campaña de tóxicos para Greenpeace, Sinaí Guevara, advirtió en la conferencia a bordo del Rainbow Warrior que la contaminación no sólo debe percibirse como un riesgo para la flora y la fauna acuática, sino que con ella ha aumentado la incidencia de cáncer y enfermedades renales en las comunidades que viven en un radio de hasta cinco kilómetros de los cuerpos de agua.
A bordo estuvo también Sofía Enciso, representante de la Organización Un Salto de Vida y habitante del municipio de El Salto, Jalisco, donde el Río Santiago emana olores que dan cuenta de la presencia de tóxicos, y presenta montículos de espumas. Si bien ambos signos de contaminación han sido atacados por las autoridades locales, los riesgos silenciosos, como la presencia de metales pesados, permanece. Fue justo el Río Santiago donde hace dos años, Greenpeace elaboró un estudio que puso en evidencia la polución en la zona.
La responsable de la campaña de tóxicos para Greenpeace, Sinaí Guevara, advirtió en la conferencia a bordo del Rainbow Warrior que la contaminación no sólo debe percibirse como un riesgo para la flora y la fauna acuática, sino que con ella ha aumentado la incidencia de cáncer y enfermedades renales.
A bordo estuvo también Sofía Enciso, representante de la Organización Un Salto de Vida y habitante del municipio de El Salto, Jalisco, donde el Río Santiago ha emanado olores que dan cuenta de la presencia de tóxicos, y presenta montículos de espuma. Si bien ambos signos de contaminación han sido atacados por las autoridades locales, los riesgos silenciosos, como la presencia de metales pesados, permanece. Fue justo el Río Santiago donde hace dos años, Greenpeace elaboró un estudio que puso en evidencia la polución en la zona, por lo que el documento presentado este sábado, complementa lo hecho en Jalisco.
La cuenca del Lerma, explicó el representante de la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad, Omar Aguilar Arellano, ha sido una de las que más inversión ha recibido para su saneamiento, pero la contaminación sigue. La organización a la que pertenece el científico ayudó a Greenpeace en la interpretación del análisis químico de las muestras tomadas en los ríos.
“Los ríos no tienen fronteras. Son flujos de agua que, lo que uno tira en un punto, se va a distribuir hasta el punto final y va impactando. Si a eso le sumamos que de ahí se extrae agua para riego, muchos de esos químicos llegan a los cultivos. Si detenemos los flujos con la construcción de presas, generamos una reducción del cauce y en consecuencia, la acumulación de los contaminantes. La decisión de sanear un río no se puede tomar a la ligera, sino con un diagnóstico claro”, dijo el experto.
La propuesta
Greenpeace sólo ve una alternativa para evitar la contaminación. Detener la descarga de todas las sustancias tóxicas en los cuerpos de agua. Para ello, en su informe plantea éstas recomendaciones.
- Vertido cero: En un plazo de 20 a 25 años, ninguna industria podrá descargar tóxicos en los cuerpos de agua mexicanos.
- Armonizar la legislación: Pese a que México es firmante de tres convenios internacionales que regulan los desechos tóxicos, aún hay disposiciones que las leyes y normas nacionales no contemplan.
- Crear un Registro de Emisión y Transferencia de Contaminantes: el organismo estaría obligado a aportar información sobre las descargas, emisiones y fugas de sustancias peligrosas.
- Garantizar el cumplimiento de las normas ambientales: La organización señala la necesidad de mayor transparencia en las inspecciones y sanciones
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