La macrorrecomendación para la macrocontaminación
El Primer Informe de Gobierno de Aristóteles Sandoval Díaz dejará muchísimo que desear. Su gobierno municipal fue un desastre, pero su sexenio podría ser mucho peor. Un ejemplo es la ausencia de una política estratégica como la ecológica–ambiental.
En julio del 2004, las Comisiones Unidas de Desarrollo Social y de Salud de la Cámara de Diputados turnaron un dictamen a la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, a la Secretaría de Salud y a la Secretaría de Desarrollo Social, a la Comisión Nacional del Agua y a la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente, exhortándolas a que, “en conjunto con las autoridades del Estado de Jalisco y de los municipios de El Salto y Juanacatlán, realicen un estudio de los daños causados a los habitantes y al medio ambiente de los citados municipios a consecuencia de la grave contaminación del Río Santiago provocada por las descargas contaminantes y la disposición de materiales y residuos peligrosos y emprendan las medidas necesarias para su superación”. Tal exhorto quedó simplemente en eso, pero el problema sigue agravándose. En El Salto los proyectos de desarrollos habitacionales se autorizaron al margen de cualquier consideración posible para un desarrollo urbano sustentable. Más aún, esta conurbación caótica tiene un proceso de industrialización con escaso control de protección ambiental. El problema urbano del corredor urbano–industrial [Guadalajara-El Salto-Ocotlán] no se debe reducir solamente a los nuevos fraccionamientos con miles de viviendas sino también al propio funcionamiento de una industrialización que no está sujeta completamente a las disposiciones reglamentarias de protección ambiental. En El Salto, las alcaldías anteriores, y la actual, contribuyeron a este proceso de conurbación desordenado, cuya lógica de planificación no responde a ningún criterio racional de utilización del suelo urbano y agrario, sino a los criterios de la voracidad inmobiliaria y de las propias autoridades. El desorden en los usos del suelo la ausencia de infraestructura vial, de transporte público, de equipamientos escolares, de atención médico–hospitalarios, recreativo y deportivos, culturales, etcétera, es ejemplo de esta falta de planificación. El citado corredor urbano–industrial es uno de los más contaminados no sólo del país sino del mundo entero. Está ubicado en la cuenca del río Lerma–Santiago, una de las mayores catástrofes ambientales de México, ocasionando que una parte de sus pobladores padezcan graves enfermedades, especialmente niños y ancianos. El Salto de Juanacatlán hoy está convertido en una caída espumosa de detritus fecales, metales pesados y demás contaminantes muy tóxicos. El Río Santiago es una cloaca más del país. Quiero citar a uno de los ciudadanos más comprometidos por la lucha ambientalista en El Salto como es Raúl Muñoz Delgadillo: “Han pasado 5 años desde que la Comisión Estatal de los Derechos Humanos emitió la macrorrecomendación sobre la contaminación del Río Santiago. Es lamentable señalar que los responsables de dar cumplimiento a esta recomendación han hecho caso omiso. Hoy podemos decir con certeza que: 1. Ni senadores, diputados federales o locales han demostrado interés en hacer las reformas necesarias para resolver el grave problema ambiental y de salud pública que representa tener un río muerto como el Santiago; 2. El gobierno estatal ha hecho caso omiso de pedir al Ejecutivo federal que emita una declaratoria de Emergencia Ambiental en los municipios de El Salto y Juanacatlán y así acceder a recursos para obras que sanearían el río. Lo único que hemos escuchado son declaraciones que demuestran la indolencia y la negligencia ante un pueblo enfermo. Por ejemplo, la Secretaría de Salud estatal no ha hecho hasta el día de hoy un estudio epidemiológico que sirva para encontrar vínculos con la contaminación, enfermedades y muertes. Este estudio es fundamental para disminuir la mortalidad en esta zona, pues es muy fácil encontrar personas enfermas de cáncer, insuficiencia renal, dermatitis, problemas respiratorios y digestivos; 3. En los municipios de El Salto y Juanacatlán hemos visto un desprecio total para aceptar la recomendación. Estamos seguros de que uno de los motivos de esa actitud es el desconocimiento del problema… Por esa razón hoy vemos a estos municipios gobernados por ineptos y corruptos. Así las cosas, después de cinco años aún esperamos la llegada de personas responsables al gobierno, que nos ayuden a solucionar este grave problema ambiental y de salud pública. Mientras, nuestro pueblo seguirá sufriendo y muriendo a causa, no de la contaminación, sino de la ineptitud y la impunidad que padecen las instituciones del Estado mexicano.”
Francisco Aguilar [El Occidental, 27,01/14] describe “un recorrido por las polvorientas calles de la colonia La Azucena, en El Salto… con las mismas aguas pestilentes, el tufo que hiere las fosas nasales, la contaminación del río y la pasividad de los habitantes acostumbrados a vivir en ese ambiente de insalubridad y peligro para sus hijos… Miguel Ángel López Rocha –de ocho años de edad– cayó [en febrero del 2008] a las aguas del contaminado río y murió días después al haber ingerido una buena dosis del líquido que resultó auténtico veneno”. Ciudadanos de ese municipio en junio pasado se manifestaron en el Congreso del Estado por la inacción de las autoridades estatales ante los muertos y enfermos terminales por la contaminación en el Río Santiago; reclamaron que el gobierno de Aristóteles Sandoval les ha dado la espalda y no ha hecho nada para frenar la problemática.
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