15.8.13

EL ZAPOTILLO...

El abasto de agua sigue de rehén de la política

Construyendo ciudades sustentables

Carlos Errejón Alfaro *

El abasto de agua a las ciudades es ya una guerra que pasó de manifestaciones partidistas a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que determinó que la Presa El Zapotillo debe mantenerse con una altura de sólo 80 metros, en lugar del proyecto original de 105 metros; la decisión de los ministros respalda la demanda del poblado de 400 habitantes de Temacapulín en Los Altos de Jalisco, para que no se inunde con la obra.
Del otro lado quedan 4 millones 500 mil habitantes de la zona metropolitana de Guadalajara y su derecho a un abasto de agua suficiente, dejando a la administración estatal en una posición complicada para poder resolver el problema, aunque Enrique Dau Flores expresa que “todavía falta por verse”.
Mientras tanto, el abasto de agua sigue de rehén de la política, convirtiéndose en la más grande frustración para todos los sectores que tienen esperanzas de que la capital de Jalisco no se convierta en el Hermosillo del Occidente de México.
Según la Organización Mundial de la Salud, el abasto y la calidad del agua potable es una cuestión que preocupa en países de todo el mundo, por su repercusión en la salud de la población, así que estamos hablando de un tema prioritario para que la vida sea posible en nuestra ciudad.
El reto del agua para Guadalajara es enorme, ya que se prevé que de 2013 a 2018 habrá una necesidad de vivienda de 220 mil unidades, con un promedio anual de 36,600 casas nuevas que demanda el crecimiento poblacional, es decir 100 viviendas diarias durante los próximos seis años. Con un promedio de consumo de 250 litros de agua por persona y un promedio de 4.2 habitantes ocupantes por vivienda, la zona metropolitana de Guadalajara presenta un gasto de 1,050 litros de agua por vivienda, lo que genera un incremento en la necesidad promedio de agua por día de 84,166 litros.
Así que los 105 metros de altura de la cortina de la Presa El Zapotillo no son un capricho y sí son necesarios para una ciudad en constante crecimiento y con una fuerte demanda de agua potable.
Los jaliscienses ya no queremos más promesas, discursos o manifestaciones, queremos agua; sexenios van, sexenios vienen y seguimos con el mismo problema de desabasto que ya deja sentir sus efectos en una amplia zona metropolitana, en donde la vida se deteriora día con día. Hay que tomar decisiones ahora, el gobierno estatal debe dejar su zona de confort y comprometerse más con las futuras generaciones de jaliscienses, que seguramente juzgarán para bien o para mal este momento.
Hace mucho que Jalisco dejó de ser una prioridad para el Gobierno de la República; en ese tiempo han crecido los problemas que nos aquejan y la falta de capacidad para resolverlos, valdría la pena hacer efectivos los votos de un estado que tiene peso específico en el desarrollo nacional y que todavía cree que las cosas pueden cambiar

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