Fabricar suelo, la clave para restaurar bosque
Cd. y Región •
5 Junio 2012 - 3:54am — Agustín del Castillo
Experto del Colegio de Posgraduados señala que los tapatíos deben
clarificar qué esperan de su área protegida y asumir los costos de
lograr sus objetivos.
Foto: Mariana Hernández
Guadalajara • El bosque La Primavera requiere
un manejo integral que considere tanto su fragilidad ambiental
—ecosistemas relativamente recientes y de suelos pobres—, como lo que la
sociedad jalisciense, en particular Guadalajara, espera de su
conservación, advierte el consultor forestal del Colegio de
Posgraduados, Martín Alfonso Mendoza Briseño.
En un texto preparado para MILENIO JALISCO, a raíz de su reciente visita a esta ciudad, el experto, con estudios en las universidades de Chapingo, Idaho y Washington, pone en relieve la necesidad de que los ciudadanos entiendan las características de los ecosistemas y los tiempos de la naturaleza. En todo caso, añade, un incendio como el que asoló 8,177 hectáreas entre el 21 y 25 de abril pasados, “pudo ser evitado”.
Ello “es una lección que nos dice que lo que nos acaba de pasar ya había sucedido cinco años atrás, y si seguimos en lo mismo, en pocos años volverá a suceder”. De paso, reconocer que el daño pudo ser mayor, pero hay un equipo humano “especializado, amplio, eficaz y en alerta”.
Mendoza Briseño reconoce que “el fuego es parte inevitable e indispensable de los ambientes forestales como el de La Primavera”, pero “los siniestros que nos ocurren de forma inesperada, causando conflagraciones de monto desproporcionadamente grande, son asuntos que la ciencia, la tecnología y nuestras capacidades materiales permiten perfectamente evitar a costo razonable. Lo que pasó no tenía por qué pasar. Las contradicciones entre leyes, políticas, instituciones, expectativas públicas, y posturas de los científicos son el combustible y la chispa de ignición que alimenta estas calamidades aquí en La Primavera y en otros lugares, como los bosques públicos de Estados Unidos y Canadá, donde las incongruencias humanas impiden a la tecnología guiar los eventos naturales en el rumbo socialmente deseado”.
Así, las instituciones “necesitan desesperadamente convocar a la opinión pública y convenir con ella una cierta imagen de bosque meta”.
Sin dejar de lado que esto es naturaleza, y “lo natural no tiene tiempos, no tiene producción [intencional], no tiene parámetros de eficiencia para guiarla. Lo natural no necesita ser ‘restaurado, ‘cultivado’, ‘manejado’, [...] la historia natural en La Primavera ha condicionado lo que en ese terreno puede haber. La mayoría de escenas posibles en este ambiente son variantes de un bosque abierto, de bajo porte, baja espesura, pobre ecológicamente, simple, de bajo crecimiento, altamente inestable y propenso a disturbios por nutrición, plagas, enfermedades, erosión, fuego y seres humanos”. Sobre esta base de realidades se definen imágenes-objetivo, cada una con un costo y un tiempo como precio.
“Fuego prescrito y tecnificado, frecuente es un medio barato, eficaz, seguro de abatir los materiales altamente flamables como la hojarasca, sin daño al sitio, sin quemar la leña ni matar más que hierbas y arbustos, pero no árboles, creando un mosaico de contrastes que haga imposible que se vuelva a formar un paño continuo y amplio de condiciones de alto riesgo de incendios intensos. Si el fuego no fuera socialmente aceptable, las motosierras pueden hacer aperturas del dosel para bajar la biomasa y el crecimiento leñoso a niveles donde el sol aceleraría la descomposición de los combustibles finos. Los residuos leñosos gruesos, que se generarían con las labores de cultivo, es mejor que en lugar de extraerlos se aporten para ir lentamente construyendo un suelo”. Si no se “construye” nuevo suelo “es una ilusión pensar que podemos reforestar y restaurar La Primavera, y será fantasioso también el anhelar cierta positiva regulación microclimática e hidrológica que señala el decreto de creación del área protegida”.
La pregunta, concluye, “no es si en el futuro de La Primavera habrá fuego, sino si el fuego será un incendio en la temporada inoportuna, o será parte del régimen natural deseado de perturbaciones que cambian la página del paisaje”.
Claves
Otros conceptos
► La organización de incendios en La Primavera tiene un tramo por cubrir en adiestramiento y capacidad de reacción.
► Ni el decreto original, ni sus modificaciones posteriores permiten alterar las condiciones naturales del paisaje forestal de La Primavera, lo que deja fuera de contexto los afanes de reforestación institucionales.
► Tampoco es prioridad la atención de visitantes, según los documentos fundacionales del área protegida.
► Definir si esto es permisible o no, y las estrategias, son parte de la consulta necesaria a la sociedad en que deben quedar claros los objetivos, los costos, los beneficios y las pérdidas que acarreará cada posibilidad a elegir.
En un texto preparado para MILENIO JALISCO, a raíz de su reciente visita a esta ciudad, el experto, con estudios en las universidades de Chapingo, Idaho y Washington, pone en relieve la necesidad de que los ciudadanos entiendan las características de los ecosistemas y los tiempos de la naturaleza. En todo caso, añade, un incendio como el que asoló 8,177 hectáreas entre el 21 y 25 de abril pasados, “pudo ser evitado”.
Ello “es una lección que nos dice que lo que nos acaba de pasar ya había sucedido cinco años atrás, y si seguimos en lo mismo, en pocos años volverá a suceder”. De paso, reconocer que el daño pudo ser mayor, pero hay un equipo humano “especializado, amplio, eficaz y en alerta”.
Mendoza Briseño reconoce que “el fuego es parte inevitable e indispensable de los ambientes forestales como el de La Primavera”, pero “los siniestros que nos ocurren de forma inesperada, causando conflagraciones de monto desproporcionadamente grande, son asuntos que la ciencia, la tecnología y nuestras capacidades materiales permiten perfectamente evitar a costo razonable. Lo que pasó no tenía por qué pasar. Las contradicciones entre leyes, políticas, instituciones, expectativas públicas, y posturas de los científicos son el combustible y la chispa de ignición que alimenta estas calamidades aquí en La Primavera y en otros lugares, como los bosques públicos de Estados Unidos y Canadá, donde las incongruencias humanas impiden a la tecnología guiar los eventos naturales en el rumbo socialmente deseado”.
Así, las instituciones “necesitan desesperadamente convocar a la opinión pública y convenir con ella una cierta imagen de bosque meta”.
Sin dejar de lado que esto es naturaleza, y “lo natural no tiene tiempos, no tiene producción [intencional], no tiene parámetros de eficiencia para guiarla. Lo natural no necesita ser ‘restaurado, ‘cultivado’, ‘manejado’, [...] la historia natural en La Primavera ha condicionado lo que en ese terreno puede haber. La mayoría de escenas posibles en este ambiente son variantes de un bosque abierto, de bajo porte, baja espesura, pobre ecológicamente, simple, de bajo crecimiento, altamente inestable y propenso a disturbios por nutrición, plagas, enfermedades, erosión, fuego y seres humanos”. Sobre esta base de realidades se definen imágenes-objetivo, cada una con un costo y un tiempo como precio.
“Fuego prescrito y tecnificado, frecuente es un medio barato, eficaz, seguro de abatir los materiales altamente flamables como la hojarasca, sin daño al sitio, sin quemar la leña ni matar más que hierbas y arbustos, pero no árboles, creando un mosaico de contrastes que haga imposible que se vuelva a formar un paño continuo y amplio de condiciones de alto riesgo de incendios intensos. Si el fuego no fuera socialmente aceptable, las motosierras pueden hacer aperturas del dosel para bajar la biomasa y el crecimiento leñoso a niveles donde el sol aceleraría la descomposición de los combustibles finos. Los residuos leñosos gruesos, que se generarían con las labores de cultivo, es mejor que en lugar de extraerlos se aporten para ir lentamente construyendo un suelo”. Si no se “construye” nuevo suelo “es una ilusión pensar que podemos reforestar y restaurar La Primavera, y será fantasioso también el anhelar cierta positiva regulación microclimática e hidrológica que señala el decreto de creación del área protegida”.
La pregunta, concluye, “no es si en el futuro de La Primavera habrá fuego, sino si el fuego será un incendio en la temporada inoportuna, o será parte del régimen natural deseado de perturbaciones que cambian la página del paisaje”.
Claves
Otros conceptos
► La organización de incendios en La Primavera tiene un tramo por cubrir en adiestramiento y capacidad de reacción.
► Ni el decreto original, ni sus modificaciones posteriores permiten alterar las condiciones naturales del paisaje forestal de La Primavera, lo que deja fuera de contexto los afanes de reforestación institucionales.
► Tampoco es prioridad la atención de visitantes, según los documentos fundacionales del área protegida.
► Definir si esto es permisible o no, y las estrategias, son parte de la consulta necesaria a la sociedad en que deben quedar claros los objetivos, los costos, los beneficios y las pérdidas que acarreará cada posibilidad a elegir.
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