Pobladores y pescadores rechazan acueducto Chapala-Guadalajara
Cipriano pretende sacar tilapia y carpa porque es su comida del día. E. PACHECO
- Afirman que impedirán el proyecto
La crisis que vivió el vaso lacustre en 2003 se quedó grabada en la memoria de la gente
CHAPALA, JALISCO (11/MAR/2011).- “Primero sacarán sangre de nuestras venas antes de sacarle una gota al lago”, dice un volante que circula por la Ribera de Chapala, donde prácticamente es unánime la oposición a la construcción de la segunda línea del acueducto Chapala-Guadalajara, que impulsa el Sistema Intermunicipal de Agua Potable y Alcantarillado (SIAPA).
La crisis que vivió el vaso lacustre en 2003 –cuando registró uno de los niveles más bajos de almacenamiento– se quedó grabada en la memoria de la gente. “Fue como una bomba: se secó el lago y los gringos se fueron; eran tiempos en los que sufríamos hasta ‘lluvias’ de tolvaneras. Estábamos pensando en tener camellos en vez de lanchas”, cuentan en el malecón los integrantes de la Sociedad Cooperativa de Transportes Marítimos “Guerreros Inmortales”.
En Chapala, desde los vendedores de dulces hasta los lancheros creen que, con la segunda línea, el descenso del lago se duplicará (“de alrededor de 150 centímetros a 300 anuales”). Al explicarles que, de acuerdo con técnicos del SIAPA y de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), los 60 millones de metros cúbicos que se piensan extraer para uso urbano sólo impactarían con seis centímetros de agua menos al año, los integrantes de la Sociedad responden que “eso es lo que dice el Gobierno. Nos mienten para poder sacarle más. Nosotros les decimos que pueden construir presas o usar las aguas pluviales porque lo que la ciudad le saca al Lago, nunca regresa”.
Junto a una lona de rechazo al acueducto, José Luis Razo, de la Sociedad Cooperativa, está seguro que habrá el doble de sequía. “Tenemos algunos meses inquietos en toda la Ribera, nadie está a favor de la obra. Vivimos del lago y si quieren secarlo, somos capaces de bloquear la obra y hacer lo necesario”.
Por las calles hay carros con calcomanías de rechazo al acueducto (se entregaron cinco mil), las cuales repartió el regidor panista Carlos Rosales: “Todos nos unimos, priistas, panistas, católicos, mormones, mujeres, niños… todos estamos contra el acueducto. Ésa no es la alternativa”.
Esta preocupación ha llegado hasta a las misas dominicales, al menos de Chapala y Jocotepec, donde los sacerdotes piden a los feligreses que impidan que Guadalajara seque el lago.
En el malecón de Jocotepec, seis jóvenes de Nestipac reiteran el rechazo colectivo: “Se lo quieren acabar y de aquí vivimos”, señalan, mientras en la orilla lanzan una y otra vez una red para pescar.
Para saber
El SIAPA extrae 180 millones de metros cúbicos, pero la concesión de la Conagua es de 240 millones. La segunda línea pretende conducir a la ciudad los 60 millones faltantes.
La crisis que vivió el vaso lacustre en 2003 –cuando registró uno de los niveles más bajos de almacenamiento– se quedó grabada en la memoria de la gente. “Fue como una bomba: se secó el lago y los gringos se fueron; eran tiempos en los que sufríamos hasta ‘lluvias’ de tolvaneras. Estábamos pensando en tener camellos en vez de lanchas”, cuentan en el malecón los integrantes de la Sociedad Cooperativa de Transportes Marítimos “Guerreros Inmortales”.
En Chapala, desde los vendedores de dulces hasta los lancheros creen que, con la segunda línea, el descenso del lago se duplicará (“de alrededor de 150 centímetros a 300 anuales”). Al explicarles que, de acuerdo con técnicos del SIAPA y de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), los 60 millones de metros cúbicos que se piensan extraer para uso urbano sólo impactarían con seis centímetros de agua menos al año, los integrantes de la Sociedad responden que “eso es lo que dice el Gobierno. Nos mienten para poder sacarle más. Nosotros les decimos que pueden construir presas o usar las aguas pluviales porque lo que la ciudad le saca al Lago, nunca regresa”.
Junto a una lona de rechazo al acueducto, José Luis Razo, de la Sociedad Cooperativa, está seguro que habrá el doble de sequía. “Tenemos algunos meses inquietos en toda la Ribera, nadie está a favor de la obra. Vivimos del lago y si quieren secarlo, somos capaces de bloquear la obra y hacer lo necesario”.
Por las calles hay carros con calcomanías de rechazo al acueducto (se entregaron cinco mil), las cuales repartió el regidor panista Carlos Rosales: “Todos nos unimos, priistas, panistas, católicos, mormones, mujeres, niños… todos estamos contra el acueducto. Ésa no es la alternativa”.
Esta preocupación ha llegado hasta a las misas dominicales, al menos de Chapala y Jocotepec, donde los sacerdotes piden a los feligreses que impidan que Guadalajara seque el lago.
En el malecón de Jocotepec, seis jóvenes de Nestipac reiteran el rechazo colectivo: “Se lo quieren acabar y de aquí vivimos”, señalan, mientras en la orilla lanzan una y otra vez una red para pescar.
Para saber
El SIAPA extrae 180 millones de metros cúbicos, pero la concesión de la Conagua es de 240 millones. La segunda línea pretende conducir a la ciudad los 60 millones faltantes.
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