El planeta que habitamos se encuentra atravesando por una crisis ambiental que cuenta con sólo un precedente. Fue hace unos 65 millones de años, y supuestamente provocada por la colisión de un asteroide. El impacto causó la desaparición de al menos el 50% de los géneros biológicos que habitaban por ese entonces la Tierra.
Otros autores creen que el factor que desencadenó la extinción de los dinosaurios y marcó el límite entre el Cretácico-Terciario, fue una intensa actividad volcánica que duró unos 500.000 años y que oscureció al planeta con nubes de hollín e impidiendo el paso de los rayos solares.
Hoy el planeta está siendo empujado por la actividad humana, hacia una catástrofe ambiental que puede tener similares características.Agua, tierra y aire muestran ya ostensiblemente los efectos de la contaminación que hemos estado provocando durante los últimos siglos.
Las soluciones no son imposibles, la humanidad cuenta con los conocimientos y los recursos para revertir el proceso que se ha iniciado por nuestra propia omisión de respetar los límites de la naturaleza, para absorber nuestras excreciones.
Sin embargo, parece ser que los 700.000 millones de dólares que pueden estar rápidamente a disposición para salvar algunos bancos, no lo pueden estar para la naturaleza. Cuando se trata de salvar al capitalismo, los recursos son ilimitados y la ética no tiene lugar. Se permiten guerras, torturas, prisiones clandestinas, asesinatos, genocidios, magnicidios y en definitiva, cualquier cosa que se considere necesaria.
Pero cuando se trata de terminar con el hambre en el mundo, de ofrecer acceso al agua potable a quienes mueren por millones por su ausencia. Cuando es el ambiente el que reclama ser salvaguardado, los recursos económicos ya no son tan vastos, ya no se encuentran disponibles sin restricciones.
Esa increíble coyuntura, se nos presenta hoy mismo. Salvar al Capitalismo, conservar sus estructuras tal y como se han mantenido hasta el momento, despreciando la vida y sometiendo al planeta a una presión ambiental que lo está llevando al colapso, o generar nuevos paradigmas, patear el tablero y comenzar un nuevo juego.
Hace 65 millones de años un asteroide terminó prácticamente con la vida en la Tierra. Hoy una parte de la humanidad perece estar esforzándose por reproducir sus efectos. Debemos detener esta locura. Para muchos, aun estamos a tiempo.
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