Incertidumbre en Temacapulín por falta de información
• Unos desconfi?an de la promesa del gobernador para salvar el pueblo; otros dicen que cumplirá su palabra Alejandro Velazco.- Doña Ana y don Mario salen día a día al campo a revisar sus plantíos de chile de árbol. El trabajo diario los mantiene ocupados y con una vida de tranquilidad en su pueblo, Temacapulín, en donde la pesca, la cosecha y la libertad del campo les hace pensar: “aquí no nos hace falta nada”.Mientras tanto, en la capital de Jalisco, el gobernador Aristóteles Sandoval aseguraba –otra vez– que sí salvará a Temacapulín de ser inundado con las aguas del Río Verde –ese mismo que sirve de subsistencia para el medio millar de habitantes del pueblo– por la construcción de la presa El Zapotillo.
Desde que el 28 de enero Sandoval anunció que no se inundaría Temacapulín, las cosas en el pueblo cambiaron y el peso de ocho años de lucha pareció haber disminuido. Alfonso Íñiguez, actual delegado municipal, recuerda cómo muchos no pudieron dormir aquel día, el teléfono del pueblo sonaba cada cinco minutos con llamadas de los hijos ausentes desde Guadalajara, Monterrey y Los Ángeles.
Sin embargo, la tranquilidad que les dio la posibilidad de que su lucha rindiera frutos se vio menguada cuando la posición del gobierno de Jalisco se hizo ambigua, cambiando de manera confusa durante los siguientes dos meses.
Como muchos otros, Ana tiene aún la angustia de lo que sucederá con su pueblo, pues, dice, mientras Sandoval no emita una postura clara, visite el pueblo y firme un proyecto, la esperanza generada puede ser en vano.
Con la indefinición gubernamental, Ana siente haber vuelto a la gestión de Emilio González Márquez, cuando la incertidumbre de lo que iba a pasar era la constante. Pues aunque ya se hizo la invitación formal a Sandoval para que visite el pueblo y reafirme su postura, esta ha sido simplemente ignorada.
Pero aun así prefiere ya no preocuparse demasiado, pues la posición del gobierno cambia con cada minuto que pasa y es mejor ya ni escuchar noticias, ni estar pendiente de las llamadas.
“Ya no quiero estar con la incertidumbre, que llegue lo que vaya a llegar, porque ya sé que va a ser una decisión ahorita y mañana o a la media hora va a ser otra, para qué me estoy mortificando”, señala.
Algunos más prefieren no dudar en que el Ejecutivo “cumplirá su palabra y demostrará que es un político de verdad”, como dice Isaura Gómez.
Porque, recalca con toda la experiencia que le dan sus años y el haber sido delegada municipal, los panistas son los que tienen deudas con Guanajuato y Vicente Fox.
Así también piensa doña Trinidad, quien se muestra confiada, aunque cree que los políticos saben mentir, y muy bien.
La confianza se gana, y los políticos históricamente no han hecho mucho en este sentido. Acompañada de la virgen peregrina, una imagen de la virgen de los Remedios que sale de su basílica en Temacapulín a los poblados vecinos cada año, hace manualidades con bolsas de frituras recicladas, y sin más preocupación dice: “hay que ponernos a trabajar”.
En el Mesón Mamá Tachita, frente a la plaza principal del pueblo, llegan todos los turistas que buscan información del pintoresco pueblo, su balneario y cómo llegar al río. Ahí, entre los recuerdos de los 15 siglos de historia de Temacapulín, un cartel verde reproduce la información del afluente que ha tenido el Verde desde hace 30 años, en millones de metros cúbicos.
Con líneas rojas se muestra que solamente dos veces en las últimas tres décadas el río Verde transportó el agua suficiente –según datos de la Comisión Nacional del Agua (Conagua)– para llenar una presa de la magnitud de el Zapotillo, con una cortina de 105 metros de altura.
Para que León pueda tener el líquido que la Conagua prometió, “haría falta que todos los jaliscienses orinaran en el río Verde”, dice sonriente y confiada Isaura, quien se cuestiona: ¿por qué no sentirse más relajados? Después de tantos años de lucha, el triunfo parece llegar.
Su hijo, Gabriel Gutiérrez, la acompaña por la temporada vacacional. Él dejó hace varios años Temacapulín y migró a Monterrey, y año con año visita a su familia.
Desde el norte también se ha unido a la lucha para salvar el lugar en que nació, donde vive su madre y tiene sus raíces.
El día que Aristóteles Sandoval dijo que Temaca no se inundaría, él fue de los que no pudoieron dormir, dice.
Temaca te espera
Desde inicios de febrero, el Comité Salvemos Temacapulín, Acasico y Palmarejo lanzó la invitación a Sandoval de visitar el pueblo, y aunque el entonces coordinador del equipo de transición, Ricardo Villanueva, aseguró que al tomar posesión se agendaría una visita para ratificar su postura, esta no se ha dado, ni se ven intenciones.
Después, el 15 de marzo, en el marco del Día Mundial del Agua, se inició la campaña “góber, Temaca te espera”, también sin resultados.
Lo más cerca que el pueblo ha estado del actual mandatario estatal fue en la reunión que el pasado 16 de marzo sostuvieron algunos habitantes con el secretario particular Nentzahualcóyotl Ornelas, quien se limitó a decir que tuvieran paciencia y no hicieran caso “de lo que los medios dicen”.
Actualmente, los esfuerzos de los pobladores se enfocan en lograr que Aristóteles visite el poblado y les diga de frente que Temacapulín no se inunda; que dé su palabra entre los cuatro cerros que flanquean el pueblo, entre los pobladores que han desgastado ocho años de su vida, entre las tumbas de los más de 30 muertos que se han ido en la lucha, entre los venados de la ribera del Río Verde y entre las tierras cultivables que se les pretenden cambiar por un suelo infértil en Talicoyunque.
Está la invitación abierta, recuerda Ana, quien presume su premio de tercer lugar en siembra de chile de árbol, “quien viene en son de paz es bien recibido, si hasta los que vienen en son de guerra son bien recibidos”, recordando las veces que César Coll y su esposa, Maribel Alfeirán, visitaron el pueblo.
La sensación de tranquilidad se siente, y aunque algunos tienen menos dudas que otros, todos coinciden en algo: la gente de Temacapulín no se va a ir, pase lo que pase.
“Lo material es cosa que no me interesa, yo estoy peleando mis raíces, mi identidad, eso es lo que más me duele a mí”, recalca Ana.
Entre el sí y el no que tienen en vilo al pueblo, el pasado jueves Aristóteles Sandoval se reunió con David Korenfeld, titular de la Conagua, y entregó “proyectos” para evitar la inundación de Temacapulín.
Esto, dicen Alfonso y Ana, puede dar certezas pero a la vez temor, “y seguimos en lo mismo”. La desconfianza en la Conagua es grande por todo lo que han pasado, pero si ya existen proyectos se abren más posibilidades, dice el delegado municipal.
“Que nos lo digan directamente para estar más confiados en que se va a respetar lo que ya él habló”, insiste.
“Anhelamos tener de frente al gobernador, que nos lo diga con su propia voz en el pueblo, para generar confianza y tranquilizar a la gente que está ya más debilitada en cuestión al dolor que sentimos todos”, refiere Ana.
Pese a los cambios que se puedan hacer en la cortina, el destino de Acasico y Palmarejo parece estar escrito, pues aun con una presa baja serán inundados.
En Palmarejo ya sólo queda una familia, que mantiene una tienda para quienes pasan por la zona. En Acasico, los pobladores parecen resignados, aunque algunos otros se niegan a cambiar sus tierras fértiles por lo que les promete el gobierno.
Por la tarde, antes de que se ponga el sol, los habitantes de Temaca comienzan a regresar del campo, de los plantíos de chile y nopal. Muchas veces, si el ánimo y cansancio se los permite, salen las familias a la plaza, a disfrutar de la vida.
A la misma hora, comienzan a retirarse los paseantes que llegan a visitar el balneario, el río, el pueblo, porque, como dice Isaura, “este es un pueblo mágico, aunque no tengamos el título oficial”.
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