El grito de los “sin papeles”
• Los exiliados económicos no dejan de llegar al vecino del norte; las redadas y deportaciones no se detienen Eduardo González Velázquez.- De nuevo tomaron las calles. Una vez más gritaron hasta enmudecer. De nueva cuenta hicieron el miedo a un lado y salieron de sus casas. El hartazgo ante la indefinición política de Barack Obama y de los senadores y representantes catapultó las marchas por doquier, una marcha nacional frente al Capitolio en Washington y muchas locales en cada rincón, al menos en veinte estados. Todas igual de significativas, porque en la lucha por obtener la ciudadanía completa no hay niveles en las marchas, todas suman, todas empujan hacia un objetivo común. Miles salieron a las calles a exigir que los traten como ciudadanos, a demostrar que no son criminales, que no son ilegales, que son ciudadanos a la mitad y quieren dejar de serlo.Las mantas y los carteles portados por más de cincuenta mil manifestantes en la capital estadunidense lo decían a cada instante: “Reforma migratoria ya”. “Reunificación familiar ya”. “Ciudadanía para 11 millones”. “Aquí estamos y no nos vamos, porque ya votamos”. “Obama, escucha, estamos en la lucha”. “El momento es ahora”. “Movilizados por un sueño”. “Nuestra familia no puede esperar”. “América dice sí a la ciudadanía”.
De cara a la presión ciudadana y a la ejercida por el denominado Grupo de los Ocho, conformado por los legisladores republicanos Marco Rubio, Lindsey Graham, John McCain y Jeff Flak; y los demócratas Robert Menendez, Dick Durbin, Michael Bennet y Chuck Schumer, el Comité Judicial del Senado anunció una audiencia para el próximo martes para llevar a cabo el debate y la votación de la reforma en la Cámara Alta. De concretarse, sería el primer proyecto de reforma desde 2007, cuando fracasó el último intento enviándose la propuesta al congelador.
Aunque el proyecto se presentará la próxima semana, en los corrillos políticos de la capital estadunidense se escuchan tres condiciones que deberán cumplirse para sacar adelante la reforma migratoria: 1) toda la frontera deberá ser vigilada y detener el 90% del flujo de migrantes “indocumentados”; 2) todos los empleadores deberán ingresar al programa E-Verify (hoy la participación es voluntaria) para conocer el estatus migratorio de los trabajadores; y 3) que el gobierno establezca un sistema de vigilancia para todas las personas que abandonen Estados Unidos, y de esa manera detectar a quienes ingresaron con una visa y permanecieron en el país una vez que ese documento expiró. La promesa para los migrantes parece oscura: cumplidas las tres condiciones podrán comenzar a calificar para obtener sus papeles y eventualmente la residencia. En todo caso el camino será largo, porque la reforma les ofrece esperar diez años para obtener la residencia y tres años más para hacerse ciudadanos estadunidenses.
Por vía de mentiras, los exiliados económicos no dejan de llegar al vecino del norte; las redadas y deportaciones no se detienen; la Acción Diferida sólo ha beneficiado a medio millón de dreamers; las cortes de migración atienden cientos de casos todos los días; los empleadores continúan dando trabajo a los migrantes latinos, quienes ofrecen una mano de obra dócil, barata y calificada; las políticas antimigrantes en los territorios de Estados Unidos no se detienen; y en nuestro país seguimos esperando que las condiciones de millones de mexicanos mejoren para que se detenga la sangría poblacional. En medio del torbellino político-migratorio se encuentran los “sin papeles”, quienes miran correr el acelerado reloj de la política estadunidense que les avisa que la reforma debe salir este año, de lo contrario el escenario electoral de 2014 contaminará las discusiones y pocos querrán apostar su capital político a favor de los “indocumentados”. La reforma migratoria debe salir este año o tendremos que esperar la llegada del siguiente presidente de Estados Unidos.
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